Recientemente, Hernando Tavera, presidente del Instituto Geofísico del Perú (IGP), afirmó que las condiciones para un sismo de 8.8 grados frente a la costa central del país son elevadas. Sin embargo, aunque no se puede predecir con exactitud cuándo ocurrirá, el especialista insta a la ciudadanía a prepararse para este eventual desastre.
Una forma de hacerlo es participando en el Segundo Simulacro Nacional Multipeligro, programado para este 15 de agosto a las 3:00 p.m., en conmemoración del sismo de Pisco de 2007, que dejó 595 personas fallecidas y más de 50 mil 000 viviendas destruidas.
El objetivo de este simulacro es fortalecer la preparación de la población y actualizar las políticas de gestión de riesgos, especialmente en las zonas más vulnerables de Lima. Dichas áreas incluyen San Juan de Lurigancho, Chorrillos, Barranco, Villa El Salvador, Callao, San Martín de Porres, Los Olivos, Puente Piedra, Santa Anita, Lurín, Carabayllo, Ventanilla y La Molina, donde muchas construcciones carecen de la resistencia necesaria para soportar un gran sismo.
¿Por qué hay riesgo de que ocurra un terremoto de casi 8 grados?
Perú se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona sísmica donde ocurren aproximadamente el 85% de los temblores del mundo. No obstante, a pesar de esto, Lima no ha experimentado un gran movimiento telúrico desde hace más de 200 años. Por ello, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) advierte que los 275 años de silencio sísmico podrían culminar en un sismo de magnitud 8.8 o mayor, similar al de 1746 que devastó la ciudad.
En esa misma línea, Lima enfrenta una gran vulnerabilidad adicional debido a que, de acuerdo a un reciente informe de La República, el 70% de sus 1.8 millones de viviendas son informales y no cumplen con las normas de construcción.
Sobre ello, Guido Valdivia, representante de la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco), estima que un fuerte sismo podría resultar en 50 mil 000 muertes y la destrucción de medio millón de viviendas, recordando los efectos devastadores de terremotos pasados, como el de 1940 y el de Pisco en 2007.
¿Podría la capital peruana soportar un sismo de gran magnitud?
Siguiendo el análisis de Valdivia, de acuerdo a los ingenieros de la Universidad de Piura, Juan Atoche y Germán Gallardo, efectivamente, a pesar que el país se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, con un alto potencial sísmico, la infraestructura para resistir un gran terremoto es insuficiente.
Ambos expertos reafirman que muchas construcciones son informales y vulnerables, lo que podría resultar en un alto número de víctimas y daños en sectores esenciales como salud y educación.
Gallardo, por ejemplo, resalta la necesidad de un mayor control en la construcción, mientras que Atoche menciona que, aunque se han realizado avances en la gestión del riesgo sísmico, aún falta apoyo político y compromiso para implementar estrategias efectivas. También destacan la importancia de estudios de suelo previos a la construcción y el uso de materiales de calidad.
Para abordar estos desafíos, se requiere la colaboración entre los diferentes niveles del gobierno y la formación de un grupo de expertos que diseñen estrategias para mejorar la resiliencia de la infraestructura regional y municipal. Es decir, la capacidad de las infraestructuras (como puentes, carreteras, redes de agua y energía) para resistir y recuperarse de eventos adversos, como desastres naturales, accidentes o problemas económicos.
¿Qué podemos hacer para protegernos y reducir riesgos?
En el mismo marco, para protegernos y reducir riesgos ante un posible sismo, el Instituto Nacional de Defensa Civil, entidad adscrita al Ministerio de Defensa, ha desarrollado una serie de recomendaciones prácticas.
En primer lugar, es fundamental comenzar por identificar los peligros tanto dentro como fuera del hogar, analizando así el entorno y los riesgos que nos rodean. También es importante establecer zonas seguras, localizando áreas protegidas, rutas de evacuación y puntos de encuentro que garanticen la seguridad de todas las personas.
Asimismo, se recomienda crear un ‘combo de supervivencia’ que incluya una mochila de emergencia y una caja de suministros, asegurando que tengamos a mano lo necesario en caso de un movimiento telúrico.
Por otro lado, en el ámbito familiar, es esencial organizarse asignando roles específicos a cada miembro, como quién será responsable de preparar la mochila o quién abrirá la puerta durante la evacuación. Finalmente, la unión comunitaria juega un papel clave; colaborar con los vecinos para realizar simulacros de evacuación fortalece la preparación de toda la comunidad ante un eventual desastre.