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Los riesgos de reutilizar frecuentemente el aceite para freír, según la ciencia

Un joven guarda el aceite de freír usado para reutilizarlo (Shutterstock)
Un joven guarda el aceite de freír usado para reutilizarlo (Shutterstock)

Primero en upday

Reutilizar el aceite que hemos usado para freír es una práctica bastante común en muchos hogares y en restaurantes para ahorrar. Sin embargo, es importante saber cuándo podemos reusar ese aceite y cuándo es momento de deshacernos de él, pues puede provocarnos algunos problemas de salud si consumimos un aceite en mal estado. Siguiendo esta línea, un reciente estudio de la Universidad de Illinois en Chicago (Estados Unidos) ha encontrado niveles más altos de neurodegeneración en ratas que consumieron aceites de cocina fritos reutilizados y en sus crías en comparación con ratas con una dieta normal.

“Freír a altas temperaturas se ha relacionado con varios trastornos metabólicos, pero no se han realizado investigaciones a largo plazo sobre la influencia del consumo de aceite frito y sus efectos perjudiciales para la salud”, comenta Kathiresan Shanmugam, profesora asociada de la Universidad Central de Tamil Nadu en Thiruvarur (India) y directora del equipo de investigación. “Hasta donde sabemos, somos los primeros en informar que la suplementación a largo plazo con aceite frito aumenta la neurodegeneración en la descendencia de primera generación”. Lo cierto es que reutilizar el mismo aceite para freír elimina muchos de los antioxidantes naturales y puede contener componentes nocivos como acrilamida, grasas trans, peróxidos y compuestos polares.

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Para explorar los efectos a largo plazo del aceite para freír reutilizado, los investigadores dividieron ratas hembras en cinco grupos, cada uno de los cuales recibió comida estándar sola o comida estándar con 0,1 ml por día de aceite de sésamo sin calentar, aceite de girasol sin calentar y aceite de sésamo recalentado o aceite de girasol recalentado durante 30 días. Los aceites recalentados simularon aceite para freír reutilizado.

En comparación con los otros grupos, las ratas que consumieron aceite de sésamo o de girasol recalentado mostraron un mayor estrés oxidativo e inflamación en el hígado. Estas ratas también mostraron daños significativos en el colon que provocaron cambios en las endotoxinas y lipopolisacáridos (toxinas liberadas por ciertas bacterias). Como resultado, el metabolismo de los lípidos hepáticos se alteró significativamente y se redujo el transporte del importante ácido graso omega-3 DHA del cerebro. Esto, a su vez, resultó en neurodegeneración, que se observó en la histología cerebral de las ratas que consumieron el aceite recalentado, así como en la de sus crías.

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Estudios adicionales en los que se utilizó glutamato monosódico para inducir neurotoxicidad en la descendencia mostraron que la descendencia que consumió los aceites recalentados tenía más probabilidades de mostrar daño neuronal que el grupo de control que no recibió aceite o los que recibieron aceite sin calentar.

Aunque se necesitan más estudios, los investigadores dicen que la suplementación con ácidos grasos omega-3 y nutracéuticos como la curcumina y el orizanol podría ser útil para reducir la inflamación del hígado y la neurodegeneración. Además, explicaron que se necesitan estudios clínicos en humanos para evaluar los efectos adversos del consumo de alimentos fritos, especialmente aquellos elaborados con aceite que se usa repetidamente.

* Información elaborada por Europa Press

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