Javier Milei regresará esta noche después de un viaje relámpago de un día y medio a París, donde tuvo como actividades principales la reunión con Emmanuel Macron y sus ministros, el encuentro con un grupo de empresarios influyentes y la participación en la inauguración de los Juegos Olímpicos. Había en el Gobierno cierta euforia porque el primer mandatario fue, junto al presidente del Estado de Israel, Isaac Herzog, los dos únicos que habían tenido un encuentro mano a mano con el anfitrión, sobre más de 130 mandatarios y dignatarios de todo el mundo.
Fue una victoria diplomática y una foto donde tuvieron un lugar destacado los embajadores Gerardo Werthein (Estados Unidos) e Ian Sielecki (Francia) -estuvieron sentados junto a los hermanos Milei en el Palacio Elíseo- pero donde brilló por su ausencia Diana Mondino, la canciller argentina que viene enfrentando un estado de rebelión interna en su ministerio. A la economista cordobesa la ven desdibujada en su rol y sienten que no son defendidos ante situaciones como la aplicación de Ganancias. Es notable que entre los que firmaron una carta muy crítica contra la ministra aparecieran embajadores de prestigio y predicamento como Rafael Grossi -el argentino que discute con el ruso Putin la guerra en Ucrania desde la Agencia Internacional de Energía Atómica-, o Jorge Faurie o Ricardo Lagorio, que se supone son sus subordinados.
Las últimas declaraciones que brindó ante el Rotary Club de Buenos Aires -donde defendió Ganancias, habló de los isleños de Malvinas como “inquilinos” y criticó a Francia antes de la reunión con Milei- no fueron las más felices para el mundo diplomático. Y abona todo tipo de rumores.
El regreso de Milei a Buenos Aires tras concluir su viaje número 12 marcará el final de una etapa. “Javier llega el sábado y por un tiempo no va a volver a viajar al exterior”, admitieron fuentes de trato permanente con el líder libertario, que insistieron en que más allá del rally de viajes, “el Presidente odia viajar en avión”. Más allá del disgusto, lo único que está previsto es un vuelo a Vaca Muerta el 8 de agosto. Recién en noviembre, cuando sea la reunión del G20 en Río de Janeiro, Brasil, volverá a cruzar las fronteras. Al menos por ahora.
En el Gobierno tienen una defensa para cada crítica. Es que en algunos viajes la agenda oficial se organizó detrás de la entrega de algún premio. Es que el jefe de Estado tiene como objetivo no sólo ser el centro del sistema político en Argentina, sino que también trabaja para convertirse en una referencia en el tablero global de los liderazgos de la “nueva derecha”. Encuentros con organizaciones liberales y otros como el de Sun Valley, en Idaho -donde según el emprendedor tecnológico Martín Varsavsky Milei pronunció un discurso que fue recibido “con mucho entusiasmo” por las figuras más relevantes de la tecnología global- se inscriben en la misma lógica: traducir a escala trasnacional el mismo procedimiento que en la política doméstica: hacerse conocido para luego ser elegido.
El presidente argentino demostró contar con una sensibilidad especial para detectar los espacios vacíos y desplegar estrategias eficaces para ocuparlos. En el sur de América los liderazgos de izquierdas o progresistas son mayoría, pero lo que predomina es la inestabilidad y narrativas que a priori espantan al gran capital: Petro, Boric y Arce pisan en terreno movedizo y Lula -que se está fortaleciendo- promociona un impuestazo a los super ricos. Ante este escenario, Argentina puede ser un enclave de libertad económica y menos impuestos.
En esas expediciones, como en la totalidad de los temas relevantes de lo público, Javier Milei viajó con Karina, que está ejerciendo cada vez con mayor plenitud su función: ser El Jefe. Los dos volverán al país la noche del sábado, después de una escala en Asunción, Paraguay. La secretaria General estuvo a punto de quedarse dos días más en Francia para empezar a trabajar en la Marca País, pero si lo hacía hubiera obligado a distraer recursos vinculados a la seguridad de la delegación argentina en los Juegos Olímpicos. “Lo dejó para más adelante, porque la prioridad ahora son los atletas”, explicaron.
Tal vez como en ningún otro viaje, Milei estuvo todo el tiempo conectado con la realidad argentina. Antes, durante y después de la reunión con Macron. Y también en la extraordinaria, ecléctica y colorida inauguración de los Juegos Olímpicos. París siempre encuentra una oportunidad para volver a enamorar. En ese contexto, el mandatario salpicó la agenda doméstica: entre el caso Victoria Villarruel y la previa de su presentación en el acto central de La Rural.
Una información oficial que difundió el vocero Manuel Adorni reinstaló en medio del viaje la pelea con la vicepresidenta Victoria Villarruel. Fue el final de una frágil tregua, a menos de dos días de volver a verse. “El presidente Macron se tomó un momento para agradecerle directa y especialmente a la señora Karina Milei por sus palabras la semana pasada en ocasión de la polémica por los cánticos deportivos y el desafortunado tuit de la vicepresidenta. Dijo personalmente que había apreciado su intervención”, transmitió el Gobierno.
Son palabras que describen más que una situación, un estado de ánimo. Javier Milei y, sobre todo, Karina, nunca olvidaron la reunión que, sin aviso, tuvo con diplomáticos donde Villarruel presentó un equipo de colaboradores y planes para el ámbito de la seguridad, la defensa y la inteligencia. Eran las áreas que el Presidente, en tiempos de campaña, le había asignado. “Hay una confianza que se perdió y es una situación que difícilmente cambie”, explicaron en Gobierno ante una consulta de Infobae.
Lo cierto es que Javier y Karina Milei tendrán que compartir con la Vicepresidenta el domingo el escenario de La Rural, si no hay cambio de planes o un faltazo inesperado. Allí, en el predio ferial del barrio porteño de Palermo, el mandatario va a hacer un anuncio de enorme importancia para el campo: como adelantó Infobae, confirmará una reducción de las retenciones, con una metodología y porcentajes que en el Gobierno guardaban por ahora bajo siete llaves.
Señal política para los mercados
La baja de las retenciones se inscribe en una secuencia más amplia. Es una novedad económica, pero sobre todo de orden político. Sintoniza, como fueron los anuncios sobre el cepo de la semana, con el contrato electoral de Milei con sus votantes. Bajar impuestos es una promesa de campaña que quedó -como la dolarización o el incendio del Banco Central- subordinada al posibilismo, a las relaciones de fuerza y a las reglas poderosas del aquí y ahora de la política.
Bajar el impuesto a la exportación tiene también un fin menos vaporoso, más concreto y crematístico. La falta de dólares es el resultado, más que de una idea o de una simpatía, del interés y el horizonte que dibuja con sus actos el Gobierno. Los productores están sufriendo ahora una “doble Nelson”: precios internacionales estancados o a la baja, presión impositiva creciente y una cotización del dólar oficial que estimula el acopio.
¿Alcanzará para motorizar la liquidación de divisas? Es un acertijo que pueden plantearse los productores, pero también el odiado Rodrigo Valdés, el chileno que es el encargado en el Fondo del caso argentino y que ya tiene en el pecho la cucarda de haberle complicado la vida a otro ministro de Economía: Sergio Massa. El Gobierno tiene todavía un as que, in extremis, podría jugarlo: que su amigo personal y Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, trate de convencerlo de que no van a faltar dólares para pagar la deuda con ellos ni con los acreedores privados.
Por ahora, el ministro de apellido y ministerio difícil para memorizar todavía trabaja en muchos frentes, todos juntos y al mismo tiempo: la ley hojarasca, la conversión de planes sociales y empleos públicos en empleos privados y el anuncio del cierre de 60 organismos. La única novedad es la ley, porque las conversión ya la trabaja el Ministerio de Capital Humano y los organismos que trascendieron que se van a cerrar ya se anunciaron, como el INADI. Recelos inevitables que aparecen en todo gobierno. Y más en uno que pasó de un “triángulo de hierro” que definía todo a concentrarse en Javier y Karina Milei.
La política que miran los mercados
Durante el viaje, Milei también tuvo un momento para meterse en un tema que tiene al círculo rojo político del hemisférico reteniendo el aliento: las elecciones del domingo en Venezuela, donde se estima que sólo una trampa a gran escala podría impedir que ocurra una colosal derrota, una implosión del chavismo venezolano, después de un cuarto de siglo de poder omnímodo y destructivo.
El Presidente habló con la arquitecta de la inminente victoria opositora, María Corina Machado. Proscrita por la autocracia venezolana, fue la que sostuvo y bastoneó la campaña que terminará, si no hay un fraude masivo, derrotando a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
“Tuve una grata conversación hoy con Javier Milei, a quien agradecí por el apoyo y compromiso de su gobierno y del equipo político de la Cancillería durante estos meses tan difíciles para los venezolanos y para nuestra gente en los comandos de campaña. Le reiteré mi confianza en el inquebrantable espíritu libertario de los venezolanos y nuestra convicción de que este 28J será una gesta cívica histórica. Milei me reafirmó su apoyo a nuestra causa, a los valores democráticos y a la libertad. Gracias, estimado Presidente”, publicó la dirigente venezolana.
Es una elección que puede alterar el equilibrio de poder en Sudamérica. Basta mirar los agradecimientos de María Corina Machado: además de Milei, el paraguayo Santiago Peña, y el uruguayo Luis Lacalle Pou. Ni el brasileño Lula Da Silva, ni el chileno Gabriel Boric.