En el estado de Nueva York, se está implementando un programa que busca reducir el desperdicio de alimentos y al mismo tiempo enfrentar la inseguridad alimentaria. Negocios de gran tamaño están obligados a donar los alimentos en buen estado que no se vendan y, en la medida de lo posible, reciclar sus restos.
Esta iniciativa se enmarca en un esfuerzo por parte de varios estados de EE.UU. para abordar el problema del llenado de vertederos y la emisión de gases de efecto invernadero, como el metano, que se produce cuando los alimentos se descomponen en estos lugares y terminan contribuyendo al calentamiento del planeta.
“Hace años, todo iba a la basura… a los vertederos, a las compactadoras o donde fuera”, explicó a la agencia de noticias The Associated Press (AP) Sean Rafferty, gerente de la tienda ShopRite de Elmsford-Greenburgh en Nueva York. “Ahora, con los años, se han desarrollado tantos programas en los que podemos donar toda esta comida… en los que ayudamos a personas con inseguridad alimentaria”.
A nivel mundial, se estima que un tercio de la comida se desperdicia y en Estados Unidos, la cifra asciende al 40%, según la Clínica de Derecho y Política Alimentaria de Harvard. Esto representa un gasto anual de aproximadamente USD 218 mil millones en la producción de alimentos que finalmente terminan desaprovechados. De la comida desechada en Estados Unidos, 63 millones de toneladas terminan en la caneca de la basura, de las cuales 52.4 millones de toneladas, van a parar a los vertederos.
Emily Broad Leib, profesora de derecho de la Universidad de Harvard y directora de la clínica, señala que “el desperdicio de alimentos causa entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero” y lo que es peor, revela que un 20% del agua en Estados Unidos se utiliza para cultivar alimentos “que luego simplemente tiramos, así que básicamente estamos cogiendo agua y metiéndola directamente en un vertedero” explicó a la AP.
Reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para 2030
Estados Unidos se ha propuesto un objetivo ambicioso: reducir en un 50% el desperdicio de alimentos para finales de la actual década, una meta establecida por el Departamento de Agricultura (USDA) y la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Como parte de este esfuerzo, Diez estados más el Distrito de Columbia han implementado legislaciones para disminuir, reciclar y donar excedentes de alimentos, siguiendo la directriz nacional.
California y Vermont han puesto en marcha programas para transformar residuos de alimentos en compost o energía, mientras Connecticut, exige a negocios relacionados con alimentos reciclar sus desechos. En Maryland, por su parte, los agricultores pueden acceder a créditos fiscales de hasta USD 5,000 por granja por donar alimentos.
Nueva York creó un programa que en su segundo año, ha redirigido 2,300 toneladas de alimentos, lo que equivale a aproximadamente 4 millones de comidas, a través de Feeding New York State, que apoya a los 10 bancos de alimentos regionales del estado. Instituciones como colegios, prisiones, parques de atracciones y recintos deportivos forman parte de los que deben donar alimentos.
Impacto medioambiental
El desperdicio de alimentos constituye uno de los desafíos más graves de la actualidad, incidiendo negativamente no solo en la seguridad alimentaria sino también en la sostenibilidad ambiental. Cada año, aproximadamente un tercio de los alimentos producidos para consumo humano, es decir, unos 1.300 millones de toneladas, se pierden o desperdician a nivel mundial.
Este fenómeno contribuye al cambio climático a través de la generación de gases de efecto invernadero. Los alimentos desechados en vertederos se descomponen y liberan metano, un gas con un potencial de calentamiento global aproximadamente 28 veces mayor que el dióxido de carbono en un período de 100 años.
Además, el proceso de producción de alimentos implica un uso intensivo de recursos. Cuando se desechan los alimentos, todos los recursos utilizados para su producción, como agua, tierra, energía y mano de obra, también se desperdician. Se estima que el agua utilizada anualmente para producir alimentos que nunca se consumen sería suficiente para satisfacer las necesidades domésticas del líquido de 9 mil millones de personas.
El impacto ambiental del desperdicio de alimentos también incluye la pérdida de biodiversidad. La agricultura expansiva es responsable de la deforestación, la degradación de los suelos y la presión sobre los recursos hídricos, lo que amenaza a las especies animales y vegetales con la extinción.