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X-Men ‘97 – Episodio 10
Desde que arrancó la temporada, el nivel de nuestras expectativas sigue creciendo semana a semana conforme cada episodio nos va entregando incluso más de lo que esperábamos en un principio. El episodio 5 llegó a un clímax en mitad de temporada que era muy difícil (por no decir imposible) de superar. El impacto emocional y visual de ese desenlace hizo que nos termináramos de comprometer con la serie y en adelante todo fuera ganancia.
Pero con semejante recorrido, era prácticamente imposible que el final estuviera a la altura de las circunstancias y no dejara -al menos la sensación de- cierto grado de decepción. Sin embargo, este tercer acto también supo dar todo lo que Marvel tiene acostumbrado a darle a sus fans en sus épicos finales. Con sus virtudes y sus vicios, como algunas resoluciones deus ex machina y apariciones “obligatorias” en homenaje de lo que fue la serie original y el gran legado de las historias de los X-Men en pantalla.
El final -que no es tan final- también supo darles a algunos personajes su necesario y merecido momento de redención, o al menos de catarsis. Los Summer, Rogue y Morph fueron protagonistas de algunas de las escenas más emotivas y bien ganadas del episodio, con arcos que cierran perfectamente su recorrido a lo largo de la temporada. El enfrentamiento psíquico entre Xavier y Magneto ocupó gran parte del capítulo, mientras la batalla al interior de la mente de Magnus tenía su correlato en el exterior, y abrió la puerta para futuras consecuencias imprevistas.
No es gratuito que el Profesor X haya traicionado uno de sus preceptos capitales, invadiendo la mente de su amigo y llegando cerca de llevarlo a la muerte. Pero esta serie supo poner en las situaciones más desesperantes a todos sus personajes, empujándolos más allá del límite de lo que estaban dispuestos a hacer para salvar al mundo de un destino peor. Lo cual nos lleva a Bastion. Un villano final que apareció bien avanzada la temporada, aunque su presencia estuvo latente desde los primeros episodios y la ejecución minuciosa de su plan llevó a este resultado.
Un personaje tan poderoso que puede romper las reglas a voluntad porque representa el futuro, y como tal, es impredecible. Y no puede ser detenido. Lo interesante es ver a los X-Men apelando a su humanidad en esta batalla final, un rasgo que siempre los distingue de sus enemigos. Luchando en equipo contra una amenaza que parece incontrolable y que puede evolucionar en cualquier momento hacia algo mucho peor, volviendo sus propios poderes en su contra. Pero como pasa con todo villano ultrapoderoso, el resultado siempre deja que desear, porque no hay forma razonable de derrotarlo.
Sin embargo, la serie encontró la manera de que este final no sea del todo insatisfactorio, decidiendo no mostrar uno de los hechos más importantes y elevando la apuesta con algo mucho peor: la intervención de los humanos. En este episodio también queda claro el rol político de los Avengers -al menos en esa época- con respecto a los X-Men. Algunos cameos especiales de personajes puestos al lado del presidente Kelly demuestra que, aunque tengan superpoderes, siguen siendo humanos, y por tanto los preferidos del gobierno.
Ante la amenaza del Asteroide M, orbitando inestable la Tierra por los ataques de Bastion y el estado de Magneto, Estados Unidos decide -para variar- enviar un misil que lo derribe. Por supuesto, esto tiene peores consecuencias de las previstas y da lugar a un nuevo panorama aterrador, en que los X-Men tomar una difícil decisión para salvar, una vez más, a la humanidad. Pero -y mientras todavía estamos procesando los cameos otros héroes y mutantes- el final la serie plantea un misterio aún más grande a resolver en la segunda temporada.
Elipsis mediante, una pizarra nos informa del presunto estado de cada uno de los personajes y se forja una alianza que involucra viajes en el tiempo. Hay al menos tres escenarios distintos planteados para la próxima parte de la serie, con tres grupos de personajes que enfrentarán grandes amenazas. Y la promesa de uno de los villanos más populares de la historia de los X-Men, que quizás solo sea el preludio de algo más grande. Finalmente, y por supuesto, tenemos una reveladora escena post-créditos, que no puede faltar en ninguna producción de Marvel que se precie de tal.