Redacción Ciencia, 26 jun (EFE).- La intensa actividad volcánica de Islandia registrada en los últimos tres años podría prolongarse varios años -incluso décadas- y poner en riesgo a la región más poblada y a las infraestructuras más importantes del país. Un estudio científico urge a las autoridades a prepararse ante esta amenaza.
El estudio, publicado este miércoles en la revista Terra Nova y liderado por Valentin Troll, de la Universidad de Uppsala (Suecia), es una colaboración entre las universidades de Oregón (Estados Unidos) y de Islandia, la Academia Checa de Ciencias y la Universidad de California en San Diego.
Desde 2021, ocho erupciones en la península de Reykjanes han obligado a las autoridades a declarar el estado de emergencia en esta región en la que vive el 70 por ciento de la población del país, y donde está el único aeropuerto internacional y varias centrales geotérmicas que suministran agua caliente y electricidad.
Aunque Islandia es un punto volcánico y sufre erupciones periódicas, la península de Reykjanes llevaba 800 años inactiva. La última era volcánica se prolongó durante siglos, y los científicos creen que esta reiniciada actividad volcánica es el inicio de un largo episodio.
Para hacer el estudio, el equipo ha estado observando los volcanes durante los últimos tres años y, tras analizar imágenes de tomografía sísmica y la composición de muestras de lava, prevén que la región debe prepararse para erupciones recurrentes que durarán años, décadas y posiblemente siglos.
“La comparación de estas erupciones con acontecimientos históricos aporta pruebas contundentes de que Islandia tendrá que prepararse y estar lista para que este episodio volcánico continúe durante algún tiempo, posiblemente incluso años o décadas”, avisa Valentin Troll, catedrático de Petrología de Uppsala.
Casi toda la isla de Islandia está construida con lava. El país se asienta sobre la Dorsal Mesoatlántica, el límite de las placas tectónicas que hace que Norteamérica y Eurasia se separen cada vez más. Esta separación de placas puede desencadenar erupciones volcánicas cuando la roca caliente del manto terrestre -la capa media y más extensa del planeta- se funde y sube a la superficie.
Aunque los científicos saben que el origen de las erupciones actuales de la península de Reykjanes es el movimiento de las placas, el tipo de almacenamiento de magma y los sistemas de tuberías que las alimentan no están identificados.
La península consta de ocho zonas volcánicamente activas, por lo que saber si existe una fuente de magma común o varias independientes y su profundidad puede ayudar a predecir la duración y el impacto de estas erupciones.
Usando datos geoquímicos y sísmicos, el equipo estudió si el magma de las erupciones iniciales de un volcán de la península entre 2021 y 2023 procedía de la misma fuente que el magma de las erupciones recientes de otro volcán situado al oeste.
Al analizar muestras de roca de lava de dos volcanes diferentes de la península, observaron que sus isótopos (su composición química) eran muy similares, lo que implicaban una zona de almacenamiento de magma compartida bajo la península.
Las imágenes del interior de la Tierra basadas en los terremotos locales también sugerían la existencia de un depósito a unos 8 a 10 kilómetros en la corteza terrestre, la capa menos profunda.
Sin embargo, ese depósito se alimenta en última instancia de la roca que se funde a mayor profundidad en el manto, lo que puede provocar erupciones que duren décadas, con cientos de kilómetros cuadrados de magma aflorando a la superficie, explicó Ilya Bindeman, vulcanólogo y profesor de Ciencias de la Tierra en la UO.
Aunque esto marca el comienzo de episodios volcánicos potencialmente persistentes en Islandia, el equipo aún no puede predecir con exactitud cuánto durarán los episodios y los intervalos entre cada uno de ellos.
“La naturaleza nunca es regular. No sabemos cuánto tiempo y con qué frecuencia continuará durante los próximos diez o incluso cien años. Surgirá un patrón, pero la naturaleza siempre tiene excepciones e irregularidades”, advierte Bindeman.