Gustavo Tatis Guerra emana empatía mientras conversa tranquila y pausadamente sobre asuntos que usualmente involucran todo tipo de aspectos relacionados con la cultura.
Tatis Guerra es un guardián de memorias, un cazador de recuerdos remotos de la tribu del Caribe y, en esencia, un contador de historias que durante cuatro décadas se ha dedicado a hacer crónica de la cultura cartagenera y del Caribe a través del diario El Universal.
Mediante esta práctica se ha hecho un amanuense de los acontecimientos de la vida cultural de la ciudad; además de cronista, ha escrito algunas biografías y perfiles de personajes esenciales del Caribe y de Colombia, como Alejandro Obregón, Lucho Bermúdez, Germán Espinosa, Gustavo Ibarra Merlano y Gabriel García Márquez, entre otros personajes destacados.
Además de crónicas y biografías, también ha escrito cuentos y novelas para niños y jóvenes, como “El soñador de tesoros” (2019), y publicó muy joven un libro de poemas cuyo título es “La tribu de los deseos”.
Sobre su lanzamiento de “Caribe, realismo mágico. Crónicas de monte, río y mar” (Intermedio Editores, 2023) durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá y otros aspectos de su trayectoria como periodista y escritor, Gustavo aclaró unas cuantas dudas:
— ¿Con cuántas publicaciones literarias cuenta al día de hoy?
— Sé que ya pasé de más de una veintena de libros en diversos géneros, y otras obras que siguen inéditas como un par de libros de cuentos y una novela.
— ¿Qué es “Caribe, realismo mágico. Crónicas de monte, río y mar” y a quién va dirigido?
— Es una selección de crónicas y retratos de personajes del Caribe colombiano que abarca el Sinú, Cartagena y el Caribe en sus diversos paisajes humanos y naturales, en el corazón de las sabanas, los montes, el río y el mar. Para quienes viven en el Caribe o jamás han vivido en este mapa prodigioso de la región, las historias contadas tienen que ver con ese realismo mágico que es natural y ancestral entre nosotros.
Un realismo que no siempre es mágico ni maravilloso, sino dramático, doloroso, trágico. Pero en esas historias y personajes podemos adentrarnos en el alma del Caribe.
— ¿Cómo fue la selección de personajes como Rafael Escalona, Leandro Díaz, Alejo Durán, Manuel Zapata Olivella y Petrona Martínez, que fueron incluidos en esta novedad editorial?
— Elegí varios personajes populares y entrañables del Caribe no sólo en la música, sino en la literatura y en la investigación, y guardianes de la tradición del Caribe. La crónica de Rafael Escalona se hizo en una travesía por las regiones cantadas y nombradas por Escalona: el Cesar, el Magdalena y la Guajira, entrevistando a sus amigos y compadres, los seres más cercanos.
Lo hice una semana antes de la muerte de Escalona y el punto final del recorrido fue su casa natal en Patillal, entré al cuarto donde nació intuyendo que se estaba muriendo en ese instante y me quedé sentado al pie de una montaña de mangos amarillos que habían caído del patio de Escalona.
La crónica de Escalona está contada desde la mirada de sus amigos y seres cercanos y de la experiencia de ese viaje. Los retratos de Leandro Díaz, Alejo Durán, Zapata Olivella y Petrona Martínez, son visitas, entrevistas y encuentros que tuve con estos seres entrañables y espléndidos.
— ¿Qué pretende con esta apuesta?
— Nada distinto a mostrar los diversos matices de ese Caribe múltiple, de origen indígena, africano y europeo. Un Caribe inagotable cuyo realismo mágico no acaba de contarse, nos sigue ocurriendo a todos los que nacimos al pie del río, el mar o en el corazón de los montes.
Un realismo mágico que no fue agotado por el genio de García Márquez y siempre nos sorprende y desafía a contarlo de diversas maneras. Porque no hay una sola manera de contarlo. En este libro hay dos crónicas de los hombres más viejos del mundo, nacidos en el Sinú y La Mojana.
El primero era de Tuchín, Javier Pereira, murió a los 168 años y Francisco Barrios nuevo Choperena, de 125 años, en La Mojana. Al primero no lo conocí personalmente, lo conoció Honorio Tatis, mi padre, pero fui tras quienes revelaron esa noticia verificable y el segundo lo conocí personalmente en un viaje por La Mojana, ese reino prodigioso que fluye en el agua.
— ¿Algún escritor o libro influyó en su carrera como escritor?
— No solo escritores. También músicos, pintores, juglares y campesinos de las sabanas del Sinú y los Montes de María y de todo el Caribe, me han influido y me siguen deslumbrando.
Muchos escritores del Sinú, del Caribe y de Colombia y del mundo, por supuesto. Entre ellos, podría nombrarte a Álvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, Juan Gossain, Manuel Zapata Olivella, Aurelio Arturo, Orlando Fals Borda, Benjamin Puche Villadiego, Roberto Burgos Cantor, entre una familia numerosa de grandes narradores.
También podría nombrarte a músicos como Pablito Flórez, Adolfo Pacheco, Miguel Emiro Naranjo, Petrona Martínez, Totó la Momposina, Justo Almario, entre tantos y seres tan puros y nobles como Honorio Tatis, mi padre, o Abraham de Voz, adivino del agua, un rabdomante congénito, que recorre los pueblos y las fincas adivinando certeramente donde hay ríos subterráneos y agua debajo de las piedras.
— ¿Hay algo más que quiera agregar que no le han preguntado?
— Solo que sigamos descubriendo y redescubriendo las historias secretas, muchas veces desmesuradas pero verosímiles y reales de ese Caribe que ha fecundado crónicas y relatos, mitos y leyendas, epopeyas que han sido cantadas, contadas, pintadas o convertidas en música.
Ese Caribe tiene una singular manera de celebrar la vida y despedir a quienes emprenden el viaje inexorable con toque de tambores, cantos y rondas, como ocurre en el ritual funerario del lumbalú en Palenque.
Gustavo Tatis estará presente en la FILBo 2023
El 27 de abril a presentará su nuevo libro de crónicas a las 7 de la noche en la Sala Talleres 3 de Corferias; el primero de mayo participará en la presentación de la antología de Cuentos y Relatos de la Literatura Colombiana, tomo IV, con selección y prólogo de Luz Mary Giraldo, publicada por el Fondo de Cultura Económica de México, en el que figura su cuento “Donde hemos venido a morir”, que narra la masacre del salado en el año 2000, contada por una niña.