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Una mirada al detrás de escena

Sembradora en acción en el campo
Al inicio de la siembra hay que medir desvíos y coeficientes de variación en al menos dos de los ambientes definido (Revista Chacra) (Revista Chacra/)

Sabemos que existe variabilidad dentro de un establecimiento y muchas veces dentro de un mismo lote. Por cierto, hay decisiones agronómicas que nos permiten gestionar esa variabilidad a diferentes escalas. Para Cecilia Justo, especialista en el tema, la ruta de trabajo más utilizada tras la detección de variabilidad es una ambientación validada a campo, ajustando límites.

Caracterizamos un lote, y todo termina en principio en un mapa de prescripción de siembra y/o fertilización. Un punto clave es la obtención de información de calidad, tanto en cosecha como en siembra, siempre con vistas a una mejora continua.

Obstáculos y soluciones

¿Con qué habrá que lidiar? Respecto del vínculo entre campo y escritorio, para la agricultura digital no hay una revisión bibliográfica y solo existe una recopilación de experiencias y anécdotas, tanto de contratistas como de encargados y agrónomos que han pasada las mismas penurias. “Una solución pasa por los grupos de WhatsApp –encontrar un punto medio entre contratistas y profesionales-; son muy buenos los que ha creado Juan Pablo Véliz, exINTA. También canales de Youtube como tienen las empresas estadounidenses de cosechadoras. Se aprende mucho”.

Habrá que batallar además con diferentes marcas de monitores con archivos de distintas extensiones (cosecha), o bien diferentes unidades y distintos programas para abrirlos, exportarlos, importarlos y trabajarlos (siembra). Ahora muchas empresas se están poniendo de acuerdo para generar archivos en formatos comunes a todas ellas.

Asimismo hallará contratistas poco dispuestos a raíz de la falta de reconocimiento económico para con aquel que se endeuda en dólares para acceder a la tecnología y luego cobra en pesos.

Sume los mensajes confusos y el “teléfono descompuesto” entre posventa y usuarios. Falta gente para atender el tema, los posventa están saturados en los comienzos de campaña y en cosecha, sobre todo con monitores en su primera temporada.

Finalmente, notará que falta gestión y control de las labores, estar en el campo detrás de las máquinas.

Cómo obtener información de calidad

Es un trabajo en equipo entre asesores, administradores, encargados, el asesor agronómico digital, los contratistas, etc. El objetivo es hacer una agricultura digital de calidad a partir de la obtención de información acorde para poder tomar decisiones certeras.

Para la agricultura digital no hay una revisión bibliográfica y solo existe una recopilación de experiencias y anécdotas (REUTERS/Agustin Marcarian/)
Para la agricultura digital no hay una revisión bibliográfica y solo existe una recopilación de experiencias y anécdotas (REUTERS/Agustin Marcarian/) (AGUSTIN MARCARIAN/)

Esto se lleva a cabo a través de la gestión de las labores (siembra y cosecha), a partir de protocolos simples, rápidos, que no generen pérdidas de tiempo. Deben ser sencillos, de pocos pasos, y que a la vez no le resten capacidad de trabajo a los contratistas –sus ganancias dependen de la cantidad de hectáreas diarias-.

Es igualmente necesario asignar responsabilidades. En la cadena de la implementación de la agricultura digital hallaremos personas que deben repartirse entre el campo y el escritorio, evaluar y analizar datos previos, observar imágenes satelitales, hacer prescripciones de siembra. Y luego la gente que está a cargo de la operatividad y la distribución de las máquinas en los lotes. Finalmente, los contratistas, que también tienen su responsabilidad en esta historia.

Los involucrados

Justo cita una empresa en la zona de Piedritas, provincia de Buenos Aires. Cuenta con dos estancias -El día y La madrugada-, y cada una tiene sus contratistas, sus encargados y un administrador, y comparten la persona que instrumenta la agricultura digital. Las responsabilidades individuales son clave; ante un error se sabe a quien recurrir y esa persona conoce cómo solucionar el problema.

Para los encargados de campo queda el control de calibraciones, el seguimiento de la cosecha, y la recepción y almacenamiento de los dispositivos. Si bien el mercado nos hace pensar que todo va a la nube, aún hay un universo de cosechadoras que manejan desde viejas tarjetas a pendrives. Deben llegar al asesor digital en tiempo y forma.

La responsabilidad de este último es explicar los protocolos a los contratistas, controlar las calibraciones y la descarga, así como el análisis de la información, para que vuelva a la empresa como una herramienta de calidad y que los agrónomos que deciden densidad de siembra y dosis de fertilización tengan una base fidedigna y confiable.

Protocolo en cosecha

La idea es calibrar la tolva con la balanza del campo o con el primer camión que está cargado (zonas marginales sin balanza), para conocer los kilos reales que están saliendo de cada lote. Se aconseja calibrar la cosechadora dos veces por día; la primera al inicio de la trilla, la segunda importa sobre todo en días de mucho calor, donde se recalientan el sistema de trilla y los sensores. Se admite un error entre -1 y + 1.

Considere que máquinas dentro de un mismo lote tienen que calibrarse con la misma tolva. Y la nomenclatura/numeración de los lotes debe ser la misma que la del plano original del campo, y debe coincidir en todas las máquinas.

Justo refiere el caso de un establecimiento en San Luis en el primer año de la implementación de los protocolos en cosecha. Se pudieron mapear algo más de 1700 hectáreas. La diferencia de kilos chequeados versus el monitor arrojó un error del 6.29% con un contratista que adujo que con una sola calibración era suficiente para toda la campaña.

FOTO DE ARCHIVO. Los mapas de rendimiento deben hacerse con máquinas adecuadamente calibradas (REUTERS/Anton Muraviov)
FOTO DE ARCHIVO. Los mapas de rendimiento deben hacerse con máquinas adecuadamente calibradas (REUTERS/Anton Muraviov) (ANTON MURAVIOV/)

En otro campo en Piedritas, para una misma superficie se hizo la doble calibración y obtuvieron mapas de calidad y ciertamente creíbles, con cero error (0.03%). Torna confiable todas las aseveraciones que podamos hacer a partir de ahí, por ejemplo la mejor combinación de híbridos y fechas de siembra, que se puede replicar en campañas subsiguientes. Moraleja: los mapas de rendimiento deben hacerse con máquinas adecuadamente calibradas.

Dinámica del control de siembra

En esta parte de la historia hay asimismo responsabilidades asignadas. El equipo técnico tiene que verificar el estado general de las sembradoras, hacer el control de calidad de las siembras (coeficiente de variación y desvío estándar), garantizar la compatibilidad de archivos con monitores de siembra variable.

Y es responsabilidad de quienes traen la maquinaria que esta se encuentre en condiciones, así como consultar siempre que suene una alarma, es decir eventuales fallas de prescripciones durante la siembra.

En cuanto a la verificación del estado de las sembradoras, hay que hacer hincapié en la configuración de la máquina respecto del peso que le vamos a dar al tren de siembra, la cuchilla de corte, el movimiento de cuerpos y el estado de los enrasadores. De todo esto depende que lo hemos prescripto llegue al suelo tal cual lo planeado.

Protocolo en siembra

En el galpón, se impone un chequeo general del estado de la sembradora y compatibilidad de archivos de prescripción. Nos da tiempo para corregir, sobre todo la distancia entre surcos y el movimiento del tren de siembra.

Al inicio de la siembra hay que medir desvíos y coeficientes de variación en al menos dos de los ambientes definidos, sobre todo para ver cómo se manejan en bajas densidades las neumáticas. Existen trabajos que demuestran la magnitud de las pérdidas por tener malos planteos.

Avanzada la campaña, proceder de nuevo a la medición de desvíos y coeficientes de variación. De nada sirve tener una prescripción de siembra en la que decidimos semilla a semilla para que después la siembra variable no funcione y deposite cualquier cosa en el surco

Van midiendo la distancia entre semilla y semilla y nos va diciendo el desvío en centímetros y el coeficiente de variación. Sabemos que por encima de los 5 cm por cada centímetro perdemos entre 90 y 120 kilos de maíz. Se detectan asimismo los surcos defectuosos y se van corrigiendo. Esto cambia con el avance de la campaña y por eso se hacen chequeos periódicos.

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