Álvaro Morte conoció a Sydney Sweeney en los premios de la revista GQ, una gala a la que ambos habían sido invitados. La actriz se encontraba en ese momento en plena efervescencia de la serie Euphoria pero, al mismo tiempo, estaba preparando un proyecto personal en el que, además de ser protagonista, también iba a debutar como productora.
Se trataba de Immaculate, película de terror dirigida por Michael Mohan, con el que ya había trabajado en Los voyeurs, y que se iba a rodar en Italia. Cuenta el actor, convertido en estrella internacional gracias a La casa de papel, que apenas intercambiaron unas palabras en la cena pero, unas semanas más tarde, recibió una llamada en la que le proponían participar en ese proyecto. Por supuesto, no lo dudó, a pesar de que el horror era un género que, hasta el momento, no había practicado.
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Un cura con intenciones oscuras
En Immaculate, el intérprete encarna al padre Sal Tedeschi, un sacerdote que vive en un convento italiano dedicado (se supone) al descanso de las monjas cuando caen enfermas y que reclutará a una novicia norteamericana con intenciones sospechosas. Ella es la hermana Cecilia (Sydney Sweeney), un alma cándida que va a parar a ese entorno aparentemente idílico donde pronto descubrirá que pasan cosas poco ortodoxas.
“Debo de confesar que no soy espectador habitual de cine de terror, pero hacer esta película ha sido muy divertido, porque yo soy muy ‘chorras’ y Sydney también lo es, y nos hemos reído mucho, hemos hecho mucho el gamberro, aunque cuando teníamos que rodar nos poníamos serios, claro”, cuenta Álvaro Morte a Infobae España.
El actor solo tiene elogios para Sweeney: “Es una tía muy inteligente y una intérprete superdotada y versátil”.
Morte define su personaje como un ‘shapeshifter’, término anglosajón que querría decir un ‘cambiador de formas’, no en el sentido estricto, porque no se convierte en ningún monstruo, aquí la monstruosidad, viene de otro sitio, en concreto, del fanatismo religioso. “Es un personaje que parece de una forma y luego se le da la vuelta y descubres sus verdaderas intenciones”, continúa. Sin embargo, no quiso basarse en ningún papel previo que se hubiera hecho sobre ‘curas locos’, porque prefirió componer su propia versión.
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“Hoy por hoy, con el nivel de trabajo, de guion y de construcción de personajes a los que estamos llegando en el audiovisual, ya nada es blanco o negro, quiero decir, que hay un montón de matices. Y a la hora de levantar al padre Tedeschi, por un lado tenía que había empezado siendo biólogo y que había abandonado esa faceta por la fe. Lo interesante era ese punto medio, que no sepas si está jugando a ser científico o a ser Dios”.
Fanatismo y feminismo
El actor reconoce que Immaculate es una película de entretenimiento, pero que en ella también se incluyen reflexiones interesantes alrededor de temas de actualidad como el fanatismo que comentábamos, el derecho al aborto, el feminismo y el control que un hombre pueda ejercer sobre el cuerpo de una mujer.
De hecho, la propia campaña de la distribuidora en España, Diamond Films, ha ido precisamente orientada por esos derroteros, abordando el carácter blasfemo de la cinta por encima de los puritanismos. “Creo que la gente tiene derecho a indignarse, a ofenderse, por supuesto. Otra cosa es que nosotros, en ningún momento, tuvimos esa pretensión. Luego hay cosas que a mí sí que me indignan, como que un convento, que es un universo de mujeres, haya un solo hombre controlándolo todo”.
Álvaro Morte asegura que no tiene una estrategia a la hora de abordar su carrera. Después del éxito de su papel como Profesor en La casa de papel, se tomó las cosas con más calma, pero ahora regresa con fuerza. Ha rodado una película internacional con una de las actrices de moda, es cierto, y participó en la serie de Prime Video La rueda del tiempo, también en inglés y junto a Rosamund Pike, pero sus siguientes proyectos, por ahora, se encuentran en nuestro país.
Así, tiene pendiente de estreno Raqa, de Gerardo Herrero y 8, de Julio Medem. Además, un proyecto latinoamericano en el que se metería en la piel de Hernán Cortés titulado, por el momento, Batman Azteca: Choque de Imperios.
“Mis inquietudes a la hora de elegir un proyecto son siempre artísticas, me gusta que supongan un reto. He rechazado papeles en películas interesantes porque me ofrecían hacer personajes que ya había hecho de forma muy parecida. Me queda, eso sí, hacer comedia, algo que me apetece mucho”.
Como líneas rojas, reconoce que tiene algunas. “Me ofrecieron un proyecto en el que tenía que hacer de pederasta, pero de una forma muy evidente, y no quise. Yo creo que todas las historias están contadas, pero lo importante es la forma en la que se abordan. Yo valoro hasta qué punto puedo o no hacer un papel, y me parece inteligente dejar espacio a otros que lo podrían hacer mejor, en lugar de empeñarme en defender algo que, a lo mejor, está fuera de mi alcance. Es muy ‘valorable’ en un actor la capacidad camaleónica y versátil, pero tampoco creo que podamos hacer todo bien”.