Un equipo de investigadores liderado por Dani Clode y Tamar Makin ha revolucionado la idea de los implantes robóticos con el desarrollo del “tercer pulgar”, una prótesis controlable que llamó la atención en las redes sociales y podría transformar la relación del cuerpo humano con el entorno o la productividad.
El proyecto intenta responder cómo el cerebro humano se adapta al uso de una parte adicional del cuerpo. La investigación, publicada en Science Robotics, ha demostrado que las personas pueden usar la prótesis como si fuera un dedo más.
La Universidad de Cambridge y otros colaboradores han impulsado esta innovación, destacando por mejorar la productividad en tareas manuales complejas y detalladas. Tamar Makin, profesora de neurociencia cognitiva, explicó que la prótesis puede ser útil en entornos laborales que exigen alta destreza manual, desde trabajos de soldadura hasta cirugías.
La propuesta de Clode, según su página web, está inspirada en el origen etimológico de la palabra “prótesis,” que proviene del griego y significa “añadir o poner sobre algo.” Esta visión lleva la innovación más allá de la reparación de miembros perdidos, hacia la extensión y mejora de las capacidades humanas.
Makin afirmó a NPR: “Queríamos entender cómo el uso extensivo de una parte extra del cuerpo cambia la forma en que el cerebro representa y controla su propio cuerpo biológico”. Para probar esta teoría, desarrollaron un pulgar robótico que se controla mediante presión ejercida con el dedo gordo del pie, transmitiendo señales a través de Bluetooth. Esta señal permite que el movimiento del pulgar postizo se sincronice con los movimientos del pie, logrando así un control intuitivo.
Aaron Scott, presentador del podcast “Short Wave” de NPR, detalló dos tipos de movimientos que habilita el tercer pulgar. “El tercer pulgar puede sostener algo contra la mano del usuario, permitiendo que los dedos y el pulgar original realicen otra tarea,” mencionó. Agregó que la prótesis también puede colaborar con los dedos cercanos para sujetar y manipular objetos en forma simultánea.
Las pruebas realizadas durante la Exposición Científica de Verano de la Royal Society en 2022 demostraron que el dispositivo es fácil de usar para la mayoría del público. De los casi seiscientos miembros que lo probaron, solo cuatro no pudieron utilizarlo adecuadamente debido a problemas de ajuste o control.
En cuanto a la aplicabilidad práctica, Makin y su equipo son optimistas sobre su uso en entornos profesionales especializados. Makin señaló que el dispositivo también podría ofrecer apoyo en situaciones de discapacidad, mejorando la tecnología de asistencia tradicional.
Dan Clode explicó: “Cualquier herramienta requiere formación y experiencia diaria. El pulgar no es diferente, pero lo emocionante es que parece complejo y en realidad no lo es”. Clode añadió que la adaptación del usuario ocurre en minutos, sin necesidad de años de aprendizaje.
La investigación ha revelado que el tercer pulgar cambia verdaderamente la forma en que el cerebro responde a nuevas capacidades físicas, un hallazgo sustentado por escaneos cerebrales por fMRI. Estos estudios mostraron que el cerebro puede adaptar su actividad neuronal para incluir el uso de esta prótesis, lo que sugiere un potencial significativo para la augmentación prostética humana en el futuro.
Finalmente, el equipo planea seguir investigando y perfeccionando la tecnología para explorar un abanico de aplicaciones potenciales. Su meta es “romper con las limitaciones de carne y hueso” y permitir que los humanos interactúen con su entorno de una manera completamente nueva, ampliando las capacidades físicas y mentales.
Esta innovación coincide con otro proyecto similar, “Jizai Arms”, desarrollado por la Universidad de Tokio, que descubrió que las personas pueden adaptarse a tener hasta cuatro brazos adicionales. Ambas iniciativas abren nuevas posibilidades en el estudio del comportamiento humano ante el aumento de sus capacidades.