El Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) lanzó una nueva alerta sanitaria referente a los enormes riesgos que representan los productos fraudulentos promocionados como toxina botulínica en el mercado colombiano. Se ha reportado la comercialización de estos productos sin registro sanitario vigente, lo que suscita graves preocupaciones sobre su calidad, seguridad y eficacia. Desde el comienzo de 2023 y hasta la fecha, se han documentado 44 casos de posibles eventos adversos relacionados con estos productos fraudulentos.
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La toxina botulínica, conocida popularmente por su uso en tratamientos estéticos como la reducción de arrugas y materia prima esencia de la marca Botox, es un agente neuromuscular que tiene múltiples indicaciones médicas en Colombia. Estas van desde el tratamiento del estrabismo y ciertas distonías en oftalmología, la hiperactividad del músculo detrusor de la vejiga en urología, padecimientos espásticos, dolor en espalda, cuello y espina dorsal asociados a contracturas patológicas en ortopedia y traumatología; temblor palatal esencial o disfonía espasmódica en otorrinolaringología.
Además, su uso se extiende a otros campos médicos como la dermatología para tratar la hiperhidrosis y neurología para tratar parálisis cerebral, tremor, espasticidad, distonías, mioclonías, espasmo hemifacial, cefalea tensional, tortícolis espasmódica o alternativo en la profilaxis del dolor de cabeza en migraña crónica severa que no ha respondido a la terapia convencional.
Peligros de los productos no regulados
El uso inadecuado de la toxina botulínica puede generar diversas reacciones adversas. Las más comunes, clasificadas como leves a moderadas, incluyen dolor en el lugar de la inyección, debilidad muscular, dificultad para hablar y fiebre, entre otras.
En casos más graves, los pacientes podrían sufrir disfagia, convulsiones e incluso botulismo, una parálisis potencialmente mortal ocasionada por la bacteria Clostridium botulinum, la cual produce síntomas como dolor abdominal, dificultad para respirar, problemas para tragar y al hablar, visión doble, náuseas, vómitos y parálisis en una o ambas partes del cuerpo.
El Invima ha emitido las alertas sanitarias 174-2023 y 108-2023 para advertir sobre estos riesgos. Los productos fraudulentos que se publicitan como toxina botulínica carecen de las evaluaciones necesarias en términos de calidad, seguridad y eficacia.
Recomendaciones para la población
La comunidad y las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud (IPS) deben seguir una serie de recomendaciones para evitar los riesgos asociados a estos productos. Se sugiere, en primer lugar, adquirir y realizar procedimientos estéticos solo con profesionales autorizados en entornos aprobados por las autoridades de salud. Además, verificar el registro sanitario de los productos a través del sitio web del Invima antes de su adquisición.
Es importante no comprar medicamentos sin registro sanitario vigente, ya que pueden contener ingredientes peligrosos para la salud. Muchos de estos productos fraudulentos se venden en internet, redes sociales y cadenas de WhatsApp, lo cual incrementa su accesibilidad y, por ende, el riesgo para los consumidores.
Las IPS deben cumplir rigurosamente con las normas de selección, adquisición y recepción de medicamentos. Se alienta a la comunidad a comprobar la autenticidad de cada envase antes de administrar el medicamento y a reportar al Invima cualquier lugar donde se distribuyan o comercialicen estos productos sin registro sanitario.
Colaboración internacional
El problema de los productos fraudulentos de toxina botulínica no es exclusivo de Colombia. Agencias sanitarias internacionales como la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA) de Brasil, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) de México, la Dirección General de Medicamentos Insumos y Drogas (DIGEMID) de Perú y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han emitido advertencias similares respecto a la administración de toxina botulínica fraudulenta.
Estas organizaciones, al igual que el Invima, instan a la población a ser cautelosa y a asegurar la legitimidad de los productos adquiridos. La colaboración entre estos organismos busca minimizar los riesgos a la salud pública y garantizar que los tratamientos sean seguros y eficaces.