La mañana del 30 de agosto de 2015, el sereno paisaje del Pinhoti Trail en el Parque Estatal de Cheaha, Alabama, se convirtió en el escenario de un crimen horrendo. Loren Bunner, un joven de 20 años, se dispuso a dar un paseo con su exnovia, Jolee Callan, una joven de 18 años que acababa de comenzar a escribir las primeras páginas de su vida adulta. Lo que parecía ser una simple caminata entre dos antiguos amantes, culminó en un asesinato a sangre fría. Bunner disparó a Jolee en la cabeza, primero por la espalda y luego entre los ojos. Después, arrojó su cuerpo por un acantilado de más de 12 metros.
Horas antes del trágico suceso, Jolee había enviado un mensaje inquietante a una amiga: “Si me pasa algo, ya sabés con quién estaba”. Era un presagio oscuro de la brutalidad que seguiría. Loren Bunner, en un acto de frialdad y premeditación, tomó fotos de Jolee durante la caminata, inmortalizando los últimos momentos de su vida en imágenes que luego publicó en Instagram. La última de estas fotos mostraba a Jolee disfrutando de la vista, ajena al destino que le aguardaba.
El asesinato de Jolee Callan no solo conmocionó a su familia y amigos, sino que también sacudió a la comunidad de Alabama. Loren Bunner, tras cometer el crimen, llamó a la policía y confesó haber asesinado a su exnovia. A pesar de su confesión, inicialmente alegó que ambos habían pactado un suicidio conjunto, versión que fue rápidamente desacreditada por los investigadores.
Los detalles del brutal crimen de Jolee Callan
Jolee Callan, nacida el 29 de diciembre de 1996, era una joven vibrante, conocida por su naturaleza dulce y su amor por teñir su cabello en tonos punk. Sus amigos y familiares la describían como una chica popular, pequeña en estatura pero grande en espíritu, con sueños y un futuro prometedor. Había comenzado una nueva relación y estaba a punto de iniciar sus estudios universitarios cuando Loren Bunner, su exnovio posesivo, la contactó para una última caminata “como amigos”.
Loren Bunner, por otro lado, era conocido por su carácter celoso y controlador. Había intentado mantener a Jolee aislada, insistiendo en que pasara tiempo solo con él y sus amigos. Sus intentos de reconciliación habían fracasado repetidamente, con amenazas de suicidio cada vez que Jolee intentaba romper con él definitivamente. Finalmente, su rechazo culminó en una decisión fatal para Jolee.
El día del asesinato, mientras caminaban por el sendero, Bunner documentó el paseo en su cuenta de Instagram. Publicó cuatro fotos, cada una mostrando a Jolee en diferentes puntos del sendero, completamente ajena a su inminente destino. “Oh, ya sabes. Solo disfrutando de la vista”, escribió en una de las imágenes, una ironía macabra que resonaría profundamente después de los hechos.
Durante el juicio, Bunner mantuvo una compostura fría. Respondía con monosílabos a las preguntas del juez, sin mostrar remordimiento. Las cintas del 911 revelaron su voz calmada mientras confesaba el asesinato: “Quiero entregarme por el asesinato de mi exnovia Jolee Callan que ocurrió hace un rato en el Monte Cheaha”. Su intento de defenderse alegando un pacto suicida no convenció a los investigadores ni al jurado, quienes descubrieron que sus motivos eran mucho más oscuros y egoístas.
Bunner fue finalmente sentenciado a 52 años de prisión. La lucha de la familia Callan por justicia había encontrado una resolución, aunque la herida de perder a Jolee jamás sanaría del todo. “Era una chica dulce, dulce, dulce”, recordó su padre, Michael Callan, después del veredicto. “Creo que hoy está sonriendo”.
Evidencias y testimonios
La escalofriante narrativa de los últimos momentos de Jolee Callan quedó plasmada no solo en las fotografías tomadas por Loren Bunner, sino también en los mensajes y llamadas que siguieron al asesinato. Bunner, después de disparar a Jolee, intentó justificar sus acciones con una mentira elaborada. Afirmó que ambos habían pactado un suicidio, pero las evidencias pintaban un cuadro muy diferente.
La policía encontró el cuerpo de Jolee aún con la mochila puesta, señal de que la emboscada fue rápida y calculada. Las fotos publicadas en Instagram, donde Jolee aparecía sonriente y despreocupada, fueron una de las pruebas más contundentes de la premeditación del crimen. Cada imagen, acompañada de comentarios casuales, reflejaba la normalidad de un día de senderismo que, en realidad, escondía la intención mortal de Bunner.
Durante el juicio, las cintas de la llamada al 911 fueron reproducidas en la sala, revelando el tono tranquilo con el que Bunner confesó su crimen. Su falta de emoción y la frialdad con la que detalló el asesinato estremecieron a los presentes.
Michael Callan, el padre de la víctima, expresó su desdén por la falta de remordimiento del asesino y su deseo de que la pena hubiera sido más severa. “Si fuera por mí, él habría recibido la silla eléctrica o cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional”, declaró con firmeza.
Las declaraciones de la abuela de Jolee, Joan Brannon, subrayaron la injusticia inicial cuando Bunner fue liberado bajo fianza: “Saber que caminó libre durante dos años sin consecuencias…” Esa sensación de impunidad finalmente se disipó cuando la sentencia de 52 años fue pronunciada.
Cobertura mediática y respuesta pública
El asesinato de Jolee Callan rápidamente llamó la atención de los medios de comunicación. La brutalidad del acto y la frialdad del perpetrador hicieron que la historia resonara en todo el país. Los medios fueron importantes, no solo en la difusión del caso, sino también en el cambio de su curso judicial.
Inicialmente, Bunner fue otorgado el estatus de delincuente juvenil, lo que significaba una sentencia máxima de tres años de prisión. La indignación pública, impulsada por la cobertura mediática y el fervor de las redes sociales, llevó a una apelación y posterior revocación de este estatus. La familia Callan, especialmente tras contactar con el programa Fighting For You, vio en los medios una plataforma para exigir justicia.
“Es gracias a todos ustedes que estamos aquí hoy”, dijo Michael Callan tras la sentencia final. “Sin la cobertura y el apoyo, no sé dónde estaríamos”. La comunidad local y los medios nacionales siguieron cada desarrollo, desde los testimonios en el juicio hasta la sentencia final, amplificando la voz de la familia Callan y asegurando que se hiciera justicia.
Las reacciones del público fueron de una mezcla de tristeza y alivio. La historia de Jolee se convirtió en un símbolo de la lucha contra la violencia de género y la importancia de la intervención temprana. En redes sociales, el hashtag #JusticeForJolee unió a miles de personas que expresaron su apoyo a la familia y su repudio al crimen cometido por Bunner.
A medida que los detalles del juicio se difundían, la respuesta pública presionó a las autoridades para garantizar que Bunner recibiera una sentencia acorde con la gravedad de su crimen. La condena de 52 años, aunque no podía devolver la vida de Jolee, fue vista como un paso importante hacia la justicia.