La Catharanthus roseus, conocida también como “isabelita” o “chavelita”, es una de esas plantas que se puede encontrar en algunos jardines o parques de la costa del Perú. A lo largo del tiempo, ha sido reconocida no solo por su belleza ornamental, sino también por sus propiedades medicinales. Es por ello que se suma a la amplia lista de especies vegetales del país con beneficios para la salud.
Esta planta, perteneciente a la familia Apocynaceae, es endémica de Madagascar. No obstante, y facilidad de cultivo le ha permitido extenderse en otros continentes.
Características
Esta planta puede presentarse como herbácea o subarbusto (arbusto enano), alcanzando alturas de hasta un metro. Sus hojas son de forma ovalada a oblonga, con tamaños que varían entre los 2.5 y 9 cm de largo y 1 a 3.5 cm de ancho.
Estas hojas, de color verde brillante, poseen un nervio central pálido y se disponen en pares opuestos. Las flores son una de las principales atracciones de la planta, con una corola de hasta 5 cm de diámetro formada por cinco pétalos.
En estado silvestre, estas flores suelen ser de un tono rosado claro, aunque en variedades ornamentales pueden presentarse en colores más intensos como el blanco, malva, anaranjado y escarlata. El fruto de la chavelita consiste en dos folículos de 2 a 4 cm de largo y 5 mm de ancho, con una sutura longitudinal que facilita la dispersión de las semillas, ayudada por un vilano que las transporta con el viento.
Hábitat y distribución
En su entorno natural, la isabelita está amenazada principalmente por la destrucción de su hábitat debido a la agricultura y la ganadería. Sin embargo, ha sido ampliamente cultivada y naturalizada en diversas regiones subtropicales y tropicales del mundo.
Se adapta bien a ambientes cálidos y templados, desde el nivel del mar hasta altitudes de 1000 metros sobre el nivel del mar, preferentemente en suelos arcilloso-arenosos y áreas perturbadas.
Por otro lado, esta especie es muy apreciada en jardinería debido a su resistencia a condiciones de sequía y suelos pobres en nutrientes. En zonas subtropicales, donde las temperaturas no descienden de los 5 a 7 °C, la isabelita florece durante todo el año.
En climas templados, su período de floración abarca desde la primavera hasta finales de otoño. Lo mejor para ella es la exposición al sol y estar en suelos bien drenados. De igual manera, existen numerosos cultivares con una amplia gama de colores de flores, que incluyen blanco, malva, anaranjado, escarlata y combinaciones de estos tonos.
Propiedades medicinales
La Catharanthus roseus no solo es valorada por su atractivo estético, sino también por su capacidad de para tratar diversas afecciones. Las raíces contienen alcaloides como ajmalina, serpentina y reserpina, que tienen importantes aplicaciones farmacéuticas.
Entre los alcaloides presentes en la planta, la vincristina y la vinblastina son especialmente relevantes por su actividad antineoplásica y se utilizan en el tratamiento del cáncer. Estos compuestos también han demostrado tener efectos hipoglucemiantes, siendo útiles en el control de la diabetes.
Además, las flores de la Catharanthus roseus se utilizan en la medicina popular como eméticas (que provocan el vómito), mientras que las raíces se emplean como purgativas y anticancerígenas. Las hojas y partes aéreas de la planta se consumen para reducir el apetito, siendo beneficiosas para los diabéticos.
Investigación y usos actuales
En la actualidad, la Catharanthus roseus es objeto de investigación en el campo de la fitopatología, siendo utilizada como huésped experimental para estudiar fitoplasmas.
Sus síntomas peculiares, como la reducción del tamaño de las hojas y la aparición de filodios, facilitan su uso en estos estudios. A pesar de su toxicidad y efectos adversos, que desaconsejan su uso interno tradicional, la planta continúa siendo una fuente valiosa de compuestos farmacéuticos.
En particular, la vinblastina y la vincristina extraídas de la isabelita se utilizan en tratamientos contra la leucemia y otros tipos de cáncer.