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La pareja de argentinos que recorre el mundo en un velero: “Menorca es el paisaje más impresionante que puedes ver”

En 2018, Wenceslao y Silvina decidieron dejar su vida en Argentina y embarcarse en una aventura que les cambiaría para siempre. La pareja, ambos natales de Verónica, un pueblo perteneciente a la provincia de Buenos Aires, abandonaron sus respectivos trabajos para dar la vuelta al mundo en su pequeño velero y ahora se han convertido en unos grandes aventureros. Desde el océano Atlántico hasta el Mediterráneo, pasando por la costa de África, han visto medio mundo, pero si algo les ha enamorado es España y su gente.

“La comunidad española nos recibió con las puertas abiertas”, señalan ambos a Infobae España. Y es que no es casualidad que su aventura comenzara en la ciudad de Barcelona, donde en ese mismo año adquirieron un velero y se recorrieron toda la costa mediterránea. Pero su andadura en los viajes tiene su origen mucho antes, concretamente hace16 años, cuando comenzaron la verdadera travesía: la del amor. Desde ese momento se dieron cuenta de que viajar era un punto que compartían y que siempre les ha gustado.

“Empezamos a estar en pareja cuando todavía íbamos a la escuela y siempre nos gustó viajar. Hemos viajado de mochileros por Argentina, hemos viajado en moto. Después nos compramos un coche, un 147 que en Argentina se utilizaba mucho, así que ahí empezamos a viajar por los países limítrofes, por Uruguay, Brasil, estuvimos en Paraguay también”, detallan. A la vez que recorrían el continente, ambos se encontraban estudiando en la universidad —Wenceslao es ingeniero y Silvina, abogada—, por lo que viajaban con lo que habían podido juntar en el año y hasta donde llegaba el dinero.

Wenceslao y Silvina (Cedida)
Wenceslao y Silvina (Cedida)

“Nos teníamos que volver a veces antes de que se nos acaben los días de vacaciones de la facultad. Entonces la idea era ver cómo solucionaba eso”, explican. Tanto es así, que ambos concedieron que lo que querían hacer con su vida era recorrer el mundo, más allá que ejercer de sus respectivas profesiones. “Entonces nos propusimos un objetivo de ver de qué manera podíamos viajar sin tener que tener muchos gastos y con los pocos recursos que teníamos en aquel momento. Analizamos alternativas y justo se había hecho el curso de timonel y de patrón allá en Argentina y nos dimos cuenta de que el barco era la forma más barata de viajar, porque dentro de la misma embarcación nosotros teníamos casa, teníamos transporte y teníamos trabajo”, afirma la pareja.

El inicio de la aventura desde España

El primer viaje que hicieron en barco fue a lo largo de toda la costa mediterránea. Salieron desde el puerto de El Masnou, una pequeña localidad próxima a Barcelona, donde adquirieron un pequeño velero de menos de 10 metros de eslora. “Nosotros compramos el barco en El Masnou, y como vinimos de Argentina con el dinero justo, le tuvimos que decir a la dueña que esa misma noche teníamos que dormir en el barco. Así que hicimos todos los papeles ese mismo día y a partir de ahí comenzó nuestra aventura”, destacan.

Sin embargo, como todo buen inicio y cambio, se necesita un periodo de adaptación previo. “Los primeros días fueron como conocimiento con el barco, conocernos nosotros dos en un nuevo rol que es estar todo el día juntos en un espacio pequeño. Así que el primer tiempo fue de adaptación y después con ese barco fue el que más millas hicimos. Recorrimos casi toda la costa del Mediterráneo de España”, señala la pareja.

Wenceslao y Silvina buceando (Cedida)
Wenceslao y Silvina (Cedida)

Una vez visto toda la costa española, se desplazaron a Italia y luego a Grecia, aunque en esa primera etapa, de todos los destinos que visitaron, destacan uno en especial. Se trata de Tabarca, una isla de alicante que “no es muy conocida en comparación con otras islas, pero tiene una belleza impresionante. Nosotros fuimos fuera de temporada, no había nadie y la encontramos alucinante. Tener una isla para nosotros dos fue increíble”, subrayan. Pero esto no es todo, pues gracias al mundo de la náutica se hicieron cada vez más conocidos entre los navegantes españoles.

“La hospitalidad de Paula, de Allende de los Mares, nos dejó la puerta abierta para conocer a un montón de gente en España. Estábamos llegando al puerto de Alicante y nos estaban esperando con paella porque habían escuchado nuestra historia. Íbamos a Cartagena y nos recibían con otra reunión. Hemos sentido mucha empatía y mucha fraternidad en el sentido de que los navegantes nos han invitado a pasar incluso fiestas con ellos, como las Navidades”, afirman.

Menorca: el paraíso para los navegantes

La travesía no se limitó a Europa y el mediterráneo, pues las islas del Caribe y países como Panamá han sido también destinos de esta pareja incansable. “El año pasado hicimos un cruce del océano. Salimos desde Valencia, pasamos el Estrecho de Gibraltar y estuvimos en Islas Canarias. Desde ahí pasamos a Cabo Verde y llegamos a las Bermudas. Y bueno, desde ahí ya estuvimos haciendo todas las islas del Caribe”.

De todos estos lugares mencionados, Wenceslao y Silvina destacan en especial las islas Canarias. “Es lo que más nos gustó, pues cada isla tiene su personalidad y su fisonomía es increíble. Algunas son volcánicas y otras son de elevación, una es toda árida, la siguiente es toda verde, la siguiente pequeña y redonda, cuenta con una variedad terrible”. Sin embargo, las islas Baleares, y concretamente Menorca, es la que enamoró a ambos, especialmente a Silvina.

Cala Galdana, en Menorca (Shutterstock).
Cala Galdana, en Menorca (Shutterstock).

“Nosotros estábamos haciendo una navegación nocturna porque a mí me gusta mucho navegar de noche y mirar las estrellas. Echamos el ancla y cuando nos despertamos para ver el amanecer era el paisaje más impresionante que puedes ver. Pasamos de estar con cientos de barcos en Mallorca e Ibiza a estar solo nosotros en el mismísimo paraíso”, explican. No es de extrañar que la isla balear haya cautivado a esta pareja, pues se trata de un destino caracterizado por sus aguas turquesas e incalculable riqueza natural.

A su vez, otro de los lugares que más les sorprendió fueron las islas de San Blas, en Panamá. “Allí, reina una cultura indígena que recibe extranjeros, pero no se mezclan, o sea, son una raza pura de indígenas americanos y se mantienen con esas reglas”, cuentan a Infobae España.

“La experiencia de una vida a bordo”

Una de las preguntas que pueden surgir es como, esta pareja de argentinos se costea los viajes y de donde saca los ingresos. Pues bien, desde que se embarcaron en esta aventura ofrecen lo que ellos llaman “experiencias de una vida a bordo”. Esto consiste en una vivencia donde los huéspedes conviven con ellos en el barco durante un determinado periodo de tiempo para que conozcan cómo es vivir en una embarcación, cómo se llevan los diferentes gastos y mostrándoles los lugares a los que puedes acceder navegando.

Wenceslao y Silvina buceando (Cedida)
Wenceslao y Silvina buceando (Cedida)

“Hoy en día nuestro ingreso depende de las redes, porque las personas que vienen a compartir tiempo con nosotros salen todos de nuestras redes sociales. Nosotros publicamos con tiempo por donde tenemos pensado navegar y son ellos los que se ponen en contacto con nosotros. En nuestro barco tenemos dos camarotes y un baño, entonces el año pasado recibimos todas parejas”, explican.

Normalmente, esta experiencia puede durar 15 días o tres meses, pues lo viajeros que se aventuran con Wenceslao y Silvina “viene con la expectativa de comprarse algún barco futuramente y a vivir la experiencia previa y ver si se adaptan como pareja, porque es un medio de vida muy en contacto con la naturaleza. Tiene que haber ciertas características que te tienen que gustar”, cuentan a este medio.

Una de ellas es la capacidad de adaptación, pues normalmente, cuando se hace un viaje de esas características, se hace una planificación previa. Sin embargo, viajar en barco permite cierta flexibilidad e improvisación, ya que existen muchos factores que pueden cambiar el rumbo como son las condiciones meteorológicas. “Obviamente teniendo en consideración lo que el huésped quiera y lo que viene a buscar en el barco. Pero nosotros tenemos esa flexibilidad de decir bueno, salgo tal día, pero no sabes cuando llegas, porque depende de las condiciones del tiempo o si se rompe algo del barco”.

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