En las últimas horas la opinión pública colombiana centró su atención en Javier Acosta, de 36 años, que pidió la eutanasia luego de que una bacteria ingresara en su cuerpo, destruyendo varios de sus tejidos, contaminando su sangre y convertirse en la causa de múltiples posibles amputaciones.
En entrevistas con varios medios de comunicación, Acosta relató el modo en que dicha bacteria se apoderó de él y lo llevó al límite de tomar la decisión.
Acosta reveló que la bacteria que ingresó a su cuerpo hace cinco años y no ha hecho sino crecer pese a los tratamientos aplicados es la Candida auris.
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Una bacteria que resiste los antibióticos
Uno de los aspectos más alarmantes de Candida auris es su resistencia a los tratamientos antifúngicos convencionales. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, muchas cepas de esta bacteria son resistentes a las tres principales clases de antifúngicos utilizados para tratar infecciones por hongos, lo que limita las opciones de tratamiento y aumenta el riesgo de brotes en entornos clínicos.
Daños al cuerpo
Cuando Candida auris invade el cuerpo puede causar infecciones severas en el torrente sanguíneo, el sistema nervioso central, los órganos internos y otras partes del cuerpo. Estas infecciones son especialmente peligrosas para personas con sistemas inmunológicos debilitados, como pacientes en unidades de cuidados intensivos, personas con diabetes, o aquellos que han sido sometidos a procedimientos médicos invasivos.
La infección por Candida auris puede llevar a complicaciones graves como:
- Septicemia: Una respuesta inflamatoria extrema del cuerpo a la infección, que puede causar un daño severo a los órganos y poner en peligro la vida del paciente.
- Endocarditis: Inflamación del revestimiento interno del corazón, lo que puede llevar a insuficiencia cardíaca.
- Meningitis: Inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, con consecuencias potencialmente mortales.
- Abscesos y lesiones en órganos internos: Que pueden dificultar la función normal de órganos vitales. es su resistencia a los tratamientos antifúngicos convencionales. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, muchas cepas de esta bacteria son resistentes a las tres principales clases de antifúngicos utilizados para tratar infecciones por hongos, lo que limita las opciones de tratamiento y aumenta el riesgo de brotes en entornos clínicos.
La pesadilla que vivió Javier Acosta
La bacteria la contrajo el joven en una piscina en Melgar, Tolima, en 2015. “Ese hongo le puede dar a cualquier persona, pero en cinco días tenía una llaga que se me pasó al hueso del glúteo izquierdo y luego al derecho. Y ahí empezó todo. La infección comenzó a agrandarse”, relató el joven afectado.
Asimismo, comentó que los médicos le realizaron intervenciones para evitar que se expandiera, pero no fueron suficientes: “Me tuvieron que raspar el glúteo izquierdo y me pusieron un injerto, pegó bien, pero luego se pasó al derecho. No hay tratamiento que valga. Además, me salió un ganglio interno en la cabeza. La infección ya me llegó a la cabeza, lo que no me permitiría hablar”.
Adicional a estos diagnósticos, los especialistas detectaron que tenía cáncer en la sangre, lo que empeoró su situación de salud, por lo que tomó la decisión de solicitar el procedimiento.
“Estaré alentando desde lo más alto. Mi familia me apoya. Saben que es lo mejor. No es fácil tener una infección así. Pero no puedo más. Me duele no ver crecer a mi hija. Les pido me acompañen el día de mi funeral y la misa. Gracias por su amistad. Me voy agradeciéndoles. Desde el cielo le voy a jalar las patas a todos los jugadores de Millonarios a ver si ganan”, declaró como palabras de despedida que quedaron en el corazón de todos sus allegados y aquellos que conocen su caso: “Nos veremos en el cielo”.