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Radiografía de los chinos en España más allá de los mitos: sí pagan impuestos y abren nuevos negocios fuera de los bazares

Fábrica de baterías de BMW Brilliance Automotive en Shenyang (China)
(Europa Press)
Fábrica de baterías de BMW Brilliance Automotive en Shenyang (China)
(Europa Press)
(BMW/)

España se ha convertido en las últimas décadas en un destino cada vez más recurrente para los migrantes chinos. De hecho, la población china registrada en el país ha pasado de 6.482 personas registradas en 1991 hasta las 223.999 en 2023, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), ocupando la séptima posición en cuanto a la nacionalidad de los inmigrantes en el país -un ranking que lideran Marruecos, Rumanía, Colombia y Reino Unido-.

Como explica la profesora de Antropología China en la Universidad Autónoma de Madrid, Gladys Nieto, para la revista CIDOB, este fenómeno de migración se ha visto facilitado por la relajación de los controles de movilidad implementados por las autoridades chinas desde 1978 y la reacción a cambios políticos y económicos en varios países europeos.

Sin embargo, pese a su notable incremento, la integración social de este colectivo presenta desafíos particulares. Las asociaciones voluntarias chinas, como la Asociación de Chinos en España y la Organización General de Chinos, han jugado un papel fundamental en este proceso, aunque sus esfuerzos y resultados han sido objeto de debate y análisis. Y es que, a nivel institucional, todavía existe la percepción de que los chinos muestran poco interés en integrarse en la sociedad española.

Mitos y estigmatización de la sociedad china

Como ya explicó el asesor de la Asociación de Empresarios Chinos en Andalucía, José María Espín, para EFE, uno de los mitos más arraigados en la cultura popular española es que los chinos solo se dedican a gestionar bazares, como hicieron muchos de ellos cuando llegaron a España. “Al intentar iniciar una conferencia o hacer una reunión con el empresariado sevillano, se escuchan ciertos comentarios que no vienen a cuento”, argumenta. Sin embargo, destaca que “en la globalidad de la sociedad, en el día a día de las personas de la calle, la convivencia es perfecta, cada día más, y el conocimiento cada vez es mejor”.

Otro de los bulos que se extendió hace muchos años es el de que estos trabajadores chinos no cotizan en la Hacienda española. Cualquier persona que resida en España por más de 185 días, de origen chino, o de cualquier otra nacionalidad, está obligada a pagar impuestos en el país. Además, desde 2021 existe un convenio entre China y España para eliminar la doble imposición en el Impuesto de Sociedades y el Impuesto sobre la Renta de No Residentes, el cual también se ha suscrito con otros 70 países a nivel mundial, y sirve para prevenir la evasión fiscal.

Pero si hay un mito que muchos españoles se creen, este es el de que los chinos comen carne de perro o gato. Como explican desde la World Animal Protection, “comer perros nunca ha sido una tradición generalizada en China, sino la elección de algunas personas” o de algunos pueblos concretos, que, de hecho, ya suponen menos del 20% de los habitantes. Se trata de una acción que las nuevas generaciones están eliminando, ya que, hoy en día, los perros se consideran más como animales de compañía que como ganado.

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