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La investigación de la ONU sobre los crímenes del EI termina, pero “queda mucho por hacer”

El Cairo, 16 sep (EFE).- Tras siete años de incansable trabajo para recolectar elementos de prueba sobre los crímenes que el Estado Islámico (EI) cometió en Irak, el equipo de investigación de la ONU para promover la rendición de cuentas por esas acciones termina su mandato, aunque todavía “queda mucho trabajo por hacer”.

La denominada UNITAD, creada por el Consejo de Seguridad mientras el EI estaba siendo derrotado territorialmente en Irak a finales de 2017, pone fin a su labor este martes “con muchos resultados”, dice en una entrevista con EFE la jefa de la misión, Ana Peyró Llopis, que lamenta que la misión haya tenido que cerrar “de forma prematura”.

El equipo ha elaborado 19 informes y ha recopilado más de 20 millones de documentos con elementos de prueba de actos que constituyen crímenes de guerra, de lesa humanidad e incluso de genocidio -como en el caso de la comunidad yazidí- perpetrados por el EI durante su expansión en Irak entre 2014 y 2017.

También ha cooperado con las autoridades iraquíes para la excavación de 68 fosas comunes, de donde se han recuperado los restos de un millar de víctimas de las que se han identificado hasta el momento unas 250, explica la española.

“Nunca será suficiente”, asevera Peyró, que recuerda que la UNITAD también ha capacitado a las autoridades locales para que sigan con el trabajo y utilicen los resultados de las investigaciones para poder juzgar a los responsables de esas atrocidades, un esfuerzo “tremendo” que debe hacer Bagdad.

En total, la misión ha conseguido juntar 52 terabytes con documentos de distinta naturaleza, el equivalente a más de 10.600 películas de hora y media en alta resolución o cuatro veces superior al catálogo completo de la plataforma HBO.

Peyró afirma que su misión ha sido “única a nivel mundial porque no existe otro mecanismo con capacidad para investigar y recolectar elementos de prueba que esté directamente establecido dentro del Estado en el que se han cometido los crímenes”, algo que asegura que es “extremadamente raro que ocurra”.

La UNITAD también ha capacitado a las autoridades iraquíes en ámbitos como el derecho internacional penal e investigaciones, pero especialmente en “las excavaciones de fosas comunes y la devolución de los restos de las víctimas” a sus familias.

Pero a pesar de que fue invitado en su momento por Irak, ahora el equipo de la ONU se ve obligado a cerrar a petición del Gobierno iraquí, tanto por que “la comunicación no siempre fue clara” como por la determinación de Bagdad de poner fin a las misiones extranjeras en el país, al alegar que ya no necesita asistencia del exterior.

De momento, las evidencias recogidas por la UNITAD han servido para dictar unas 15 condenas en países terceros que solicitaron información específica, pero no es el caso en Irak, cuyos representantes han alegado que no se les ha entregado ciertas informaciones y nombres de testigos protegidos por Naciones Unidas.

El fin de la misión pone en duda el futuro de las evidencias recogidas, que han sido entregadas a Bagdad y también salvaguardadas en la sede de Naciones Unidas en Nueva York.

Uno de los problemas es que el Gobierno iraquí no tiene las herramientas o el software necesario para navegar un archivo tan masivo, mientras que para acceder a los documentos de Nueva York “hace falta una decisión del Consejo de Seguridad”, según Peyró, que recuerda que el contenido del archivo es extremadamente sensible.

Por esto, desea “que estos 20 millones de documentos en el archivo se puedan utilizar en el futuro”.

Irak no cuenta con una legislación sobre crímenes internacionales, pero la UNITAD “ha puesto una semilla” para que las autoridades la desarrollen, asegura Peyró, que afirma que algunos casos que se juzgan en el país por terrorismo “caen dentro de la categoría de crímenes de guerra, lesa humanidad e incluso genocidio”.

Sin embargo, los más afectados por el cierre de la misión son los supervivientes y las familias de las víctimas de las atrocidades del EI, una organización que dejó unas profundas heridas en la sociedad iraquí que no cicatrizan con el paso de los años.

“Ahora se preguntan quién va a seguir con nuestro trabajo. Quedan fosas comunes, quedan muchos restos aún por encontrar y por identificar. Quedan muchas personas por juzgar, y esa es su principal preocupación. Ellos quieren justicia y verdad, es lo que han estado pidiendo”, sentencia Peyró.

Carles Grau Sivera

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