En la madrugada del domingo 29 de septiembre, un helicóptero de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) sufrió un accidente en la vereda Garabato, ubicada en el municipio de Cumaribo, en el departamento de Vichada, resultando en la trágica muerte de ocho militares.
La aeronave, un Huey II FAC-4441, había sido reportada como desaparecida alrededor de las 9:00 a. m., según informaron las autoridades militares.
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La localización del helicóptero se logró mediante el uso de sistemas electroópticos de otras aeronaves de la FAC, lo que permitió confirmar el siniestro en la mencionada vereda. Tanto la institución militar como el presidente Gustavo Petro confirmaron el accidente poco después de que se reportara la desaparición de la aeronave.
En medio de la despedida de los militares que se llevó a cabo en la iglesia del Cantón Norte de Bogotá, César Augusto Gil Lozano, artillero de la FAC, uno de los militares que no abordó el helicóptero, y que perdió a su esposa en el accidente, compartió los difíciles momentos vividos tras el trágico suceso.
En la capital se dio el último adiós a cuatro de las víctimas del accidente aéreo. Los féretros contenían los cuerpos del capitán Julián David Perilla, el técnico segundo Jhonatan Caro Rincón, la técnico cuarto Ana María Gutiérrez y la técnico tercero Liceth Daniela Duarte Barbosa, cariñosamente apodada “Chimuelo”, por lo que en su caja fúnebre se colocó un peluche.
El esposo de esta última, quien se encontraba en la base aérea del Vichada el día de los hechos, no fue enviado a la misión según el cronograma, expresó su desilusión al intentar rescatarlos en otro helicóptero, siendo impedidos por el mal clima.
“Faltando 10 millas para llegar a las primeras coordenadas que nos dieron, nosotros ya estábamos volando como a 400 pies, pero empezó a llover. Y nosotros intentando llegar al punto, nos quedamos a 3 millas, es como un minuto volando, no es nada… Y no se pudo, llegué y yo dije ‘pues no cumplí la misión’, porque yo tenía que salir con todos y volver con todos. Yo iba por el cuerpo de mis compañeros y yo iba por el cuerpo del amor de mi vida”, expresó entre lágrima el militar de la FAC.
El emotivo testimonio de Cesar Gil resaltó además la valentía de aquellos que arriesgan sus vidas para servir a sus compatriotas. En sus declaraciones, Gil pide a las familias de los caídos no guardar rencor hacia la institución. “Gracias a Dios yo estuve ahí y váyanse muy tranquilos y no le cojan odio a la Fuerza Aérea, a nada, los designios de Dios son perfectos”, indicó.
La FAC ha sido alabada por su compromiso y heroísmo, especialmente en misiones de rescate donde el riesgo es parte del trabajo. “Es la perfecta descripción de lo que es un ángel de acero”, afirmó Gil destacando la profesionalidad y valentía de sus colegas.
Finalmente, el esposo de Liceth Duarte destacó que los miembros de la FAC no titubean en sus acciones cuando se trata de salvar vidas. “Ellos no preguntaron quién era ni que había hecho ni dónde estaba. Ellos solo se fueron y lo hicieron”, concluyó Gil.