Si de algo puede presumir Euskadi, además de ser una región repleta de paisajes espectaculares, es de su increíble gastronomía, variada y completa. Una opinión que muchos críticos apoyan y que la guía Michelín sostiene: cuatro restaurantes vascos ostenta el máximo galardón de esta guía y ha entregado 28 estrellas a 10 restaurantes repartidos por los tres Territorios Históricos, tal y como explica el portal Bizkaia Talent.
Pero, para disfrutar de la cocina vasca no es necesario acudir a un restaurante y probar todos los platos de la carta. Basta con realizar algo que los locales adoran: irse de poteo. Esta práctica consiste en ir de bar en bar en compañía de los amigos o la familia, bebiendo zuritos (cerveza pequeña) o txikitos (pequeños vasos de vino) y tomando en cada local su pintxo estrella.
Los pintxos son únicos y aunque muchas regiones los quieran imitar, son una seña de identidad de Euskadi. Están elaborados con los productos típicos de la gastronomía del País Vasco, como el bacalao, los champiñones, los chipirones, las anchoas o el txangurro. Originariamente, se llamaba pintxo a una pequeña rebanada de pan sobre la que se colocaba una ración de comida al pan con un palillo. Hoy en día, han evolucionado tanto que esto no es una característica obligatoria. Hay todo tipo de variedades, aunque todos tienen una característica común: son una explosión de sabor y un manjar. Algunos de los más populares son la gilda o el bilbainito.
La gilda
La gilda es el pintxo más icónico de Donostia. Se cree que este homónimo comenzó a escucharse en el bar Casa Vallés, ubicado en la Calle Reyes Católicos de la ciudad guipuzcoana en los años 40. Los propietarios de este local, acompañaban las consumiciones de su clientela con aceitunas, otro tipo de encurtidos o anchoas. Uno de los más habituales del establecimiento, Txepetxa, comenzó a ensartar en un palillo la aceituna, con una piparra y una anchoa mientras bebía su txikito. La gente no tardó en imitarla y apodaron esta creación como Gilda, por la película que en ese momento proyectaban los cines. La protagonista, Rita Hayworth, tenía escandalizada a la audiencia de esa época, ya que, representaba a una mujer muy lejos de la idea de lo que una chica hacía por aquel entonces, tal y como explica la página Gilda.
La simplicidad de su creación y la facilidad de su conservación ha hecho de ella uno de los pintxos de referencia en las barras de los bares vascos. Tan sólo se necesita: aceitunas, anchoas, piparras y un palillo.
El bilbainito
Por su nombre, no es difícil de adivinar su origen. Este pintxo procede de lo que antiguamente se conocía como banderilla: huevo, cocido, pimiento rojo y una aceituna, todo ello atravesado por un palillo de madera. Sin embargo, la elaboración fue evolucionando hasta reducirse a huevo cocido, langostino y mayonesa. Se dice que el que fuera alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, era un gran degustador de este bocado y qeu fue quien le puso el nombre de bilbainito.
El mejor pintxo de Euskadi
Aunque los dos pintxos anteriormente mencionados sean los más populares, no alcanzan la maestría a la que llega la muselina de jamón. Es un clásico de la cocina vasca que combina la riqueza del jamón serrano con una muselina suave y esponjosa, creando una deliciosa mezcla de sabores y texturas. Puede variar en su preparación, pero una de las versiones más tradicionales consiste en una base de pan crujiente, una muselina ligera hecha con huevo y nata, y lonchas finas de jamón serrano de alta calidad. Se sirve caliente, lo que permite que la muselina se derrita ligeramente, intensificando el sabor del jamón. La clave está en lograr una textura ligera pero consistente, que al morder se funda con el jamón sin opacar su sabor. Acompañado de un buen vino tinto, este pintxo es un verdadero placer gastronómico.