Orlando Molano, director actual del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), manifestó serias inquietudes respecto a la situación en que heredó varios proyectos de infraestructura de la gestión pasada. En especial, señaló los múltiples retrasos y ajustes en los plazos de ejecución de la troncal alimentadora de la avenida 68, un proyecto crucial para optimizar la movilidad en Bogotá. Este retraso costaría 8 billones de pesos.
Molano explicó que, al tomar posesión del cargo, descubrió que más de 75 proyectos estaban sujetos a reprogramaciones y extensiones de plazo: “Cuando llegamos, efectivamente, hay contratos que nos ha tocado prorrogar un año más. Varios, efectivamente con el tramo 68, que estamos trabajando y revisando”.
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El director del IDU también explicó que, al iniciar su gestión, se encontraron con cerca de 76 proyectos que estaban en situación de atraso. Según Molano, “ninguno de estos proyectos estaba al día”, lo que refleja una serie de complicaciones que afectaron su desarrollo.
Todos los proyectos, sin excepción, habían experimentado reprogramaciones y se habían solicitado prórrogas para completar las obras. Molano explicó que esta situación pone en evidencia los grandes retos que su administración deberá superar para poner al día la infraestructura de la ciudad y cumplir con los plazos establecidos.
Diego Sánchez, que salió del cargo a principios de 2024 tras la transición del gobierno de la exalcaldesa Claudia López al actual mandatario Carlos Fernando Galán, reaccionó ante las críticas brindando un análisis sobre la forma en que se habían estructurado y desarrollado los contratos durante su administración. En su respuesta, Sánchez ofreció un contexto minucioso, destacando los procesos que se llevaron a cabo para la planificación y ejecución de los proyectos.
Diego Sánchez detalló que los contratos relacionados con la troncal de la avenida 68 fueron diseñados y sometidos a licitación en 2019, con la firma oficial de los mismos llevándose a cabo en 2020. En su explicación, dijo que estos contratos contemplaban una fase inicial de preconstrucción con una duración de ocho meses, durante la cual se realizarían estudios técnicos, ajustes de diseño, y otros preparativos necesarios antes de comenzar las obras propiamente dichas.
Posteriormente, la fase de construcción tenía plazos variados que oscilaban entre tres y cinco años, dependiendo de la complejidad y las características específicas de cada tramo de la avenida. Estos plazos, explicó Sánchez, fueron establecidos tomando en cuenta las necesidades de ingeniería y las condiciones del terreno, así como otros factores que podrían afectar el ritmo de la obra.
El exdirector Sánchez explicó que, a lo largo del desarrollo de las obras, surgieron diversas contingencias que no habían sido anticipadas en los estudios iniciales. Entre estas dificultades se encontraban ajustes necesarios debido a la pandemia de COVID-19, suspensiones impuestas por órdenes judiciales relacionadas con medidas ambientales, así como los impactos generados por el paro nacional y el “estallido social.”
Además, el proyecto enfrentó interferencias con redes de servicios públicos, especialmente con el alcantarillado, y también experimentó demoras significativas en la adquisición y gestión de los terrenos necesarios para avanzar con la construcción.
Por último, Sánchez comentó que, durante el proceso de empalme con el actual alcalde, Carlos Fernando Galán, en diciembre de 2023, se identificó la necesidad de asignar 500.000 millones de pesos adicionales para completar las obras de las avenidas 68, Cali y Caracas en los años 2024, 2025 y 2026. Resaltó que los principales factores que contribuyeron al aumento de los costos incluyeron problemas con las redes de servicios públicos, el aumento en el precio de los materiales de construcción, y los ajustes técnicos requeridos por TransMilenio.