A lo largo de sus 15 años como dúo musical, Alejandro y Maria Laura han hecho discos que además de lograr una identificación con su público, también cuentan la propia historia de su vida. En sus canciones están plasmadas las sensaciones que han tenido desde que eran una pareja de enamorados en la universidad, hasta el día en que se convirtieron en músicos y padres de familia viajando por el mundo. En esa travesía han crecido dos cosas: su familia, mediante su pequeña hija Aurora; y su música, con un nuevo disco titulado ‘Dos Hemisferios’.
Su nueva producción, que acaba de salir en julio, es bastante especial, ya que se trata de su primer disco doble y su primera vez en vinilo. La primera parte, “Hemisferio I”, está compuesto por 10 canciones nuevas. La segunda, “Hemisferio II”, es un compilado de 10 temas antiguos reversionados que, según confiesan, a pesar del tiempo transcurrido, los “siguen representando”.
Si hay algo que caracteriza a la música de este par de cantautores peruanos, eso es la honestidad y lo personal que se sienten sus composiciones. Su primer álbum, “Paracaídas”, era una historia de amor. El segundo, “Fiesta para los muertos”, ilustraba una celebración de la vida y la muerte. El tercero, “La casa no existe”, se sentía como el sueño de una pareja viajera. Y su penúltimo, “Madre, Padre, Marte”, mostraba su conciencia sobre un mundo en caos visto desde los ojos de padres de familia.
En su nuevo disco, el dúo deja atrás los enredos del mundo para mirar más hacia adentro y recuperar aquella calma que, como confiesan, perdieron desde que la pandemia golpeó al mundo. Así, logran que su “paracaídas” toque el suelo; que su “fiesta para los muertos” sea una pequeña reunión sobre la vida; que ahora sí “su casa exista”; y finalmente, que no tengan que irse hasta el “planeta Marte para ser papá y mamá”.
Entre agosto y septiembre, Alejandro y Maria Laura estarán de gira por México, Colombia, Chile y Perú. En este último, su lugar de origen, se presentarán en el Gran Teatro Nacional el 21 de agosto, donde estarán presentes algunos invitados como Gian Marco, Renata Flores, La Lá y Nano Stern.
Pero antes de lanzarse al escenario, en la siguiente entrevista el dúo cuenta a profundidad de qué trata su nuevo álbum, qué historias se esconden detrás de temas como “Tu risa es mi casa” y cómo ha sido asumir sus roles como padres de Aurora y cantautores viajando por el mundo.
— Su música se siente casi como una historia personal de cómo han ido creciendo a lo largo del tiempo. ¿Sienten que su vida privada sale a la luz en su música siempre?
A: Ha sido un viaje intentar dividir nuestra vida familiar y personal de nuestra música. Entonces, a veces conscientemente hemos tratado de generar una distancia, como fue el caso de “Fiesta para los muertos”, que para mí fue un disco como súper narrativo, con un montón de historias, con mucha ficción. A lo largo de estos 15 años del proyecto juntos creo que ha habido un baile con eso, con la idea de qué mostrar sobre nuestra vida familiar y privada. Tampoco creo que nunca hemos hecho canciones como en una forma sensacionalista. No sé… ¿quién sabe…? Pero no me imagino haciendo el hit de Shakira con Piqué: ‘Que te salpique’ (risas)
ML: Eso es más como un reality show, ¿no? Siento que en nuestro caso somos lo suficientemente desconocidos para que a nadie le importe. Supongo que a algunas personas sí. La vida pasa y se refleja en las canciones que van saliendo. Y siento que para mí —lo he dicho muchas veces— las canciones son una manera de procesar y una especie de terapia. Para mí, en particular, es una manera de entenderme, de entender lo que estoy viviendo.
ML: “Muchas veces luego de las canciones es que entiendo qué cosa me estaba pasando. A mí se me hace muy difícil, por ejemplo, tener una discusión con Alejandro de manera verbal, pero se me hace mucho más fácil procesar lo que estoy sintiendo —sea respecto a Alejandro, a mi visión del mundo o lo que sea— cuando sale una canción. Es como: ‘¡Ah! Okay, ahí lo puedo ver. Entiendo de qué va esto y este rollo que estaba dentro’”.
— Han contado varias cosas en cada álbum. ¿Cuál es la historia y concepto ahora en “Dos Hemisferios”? ¿Qué están queriendo contar con todas estas canciones?
ML: El disco anterior era como cobrar conciencia. Yo siento que el disco anterior tenía una carga en la que estábamos ahí como removidos. Estábamos muy con todo a flor de piel, sintiendo el mundo cayéndosenos encima. Creo que estábamos abrumados con esta nueva conciencia o este despertar de mirar al mundo con otros ojos. Y siento que “Dos Hemisferios” es un poco bajarle a esa intensidad. Es volver a buscar la felicidad, nuestro punto de equilibrio, nuestra tranquilidad. Es volver a mirarnos el uno al otro como pareja, como familia y buscar sentirnos bien otra vez disfrutando de la vida. Creo que en ese momento nos encontró este disco.
A: Para mí tiene que ver con la búsqueda de la belleza en lo cotidiano. “Madre, Padre, Marte” fue construido en una época tan extendida de tiempo. En el nuevo disco hay canciones más recientes y más cotidianas. Hay canciones que vienen de un movimiento emocional fuerte… son canciones pandémicas muchas de ellas. Y la pandemia a nosotros nos tocó con Aurora cuando tenía dos años y medio. Entonces, la maternidad y paternidad está totalmente atravesada por ese disco.
A: “Para nosotros fue como fascinante hacerlo, pero la verdad que lo recordamos con poco cariño, porque fue una época muy densa y turbulenta. Entonces, en este disco (“Dos Hemisferios”) lo que hicimos fue volver a mirarnos. Volver a encontrar lo bello en lo cotidiano, en lo no extraordinario. En caminar desde nuestra casa al colegio de nuestra hija, algo que nos toma diez minutos, pero disfrutando esos diez minutos”
— ¿Cómo ha sido el proceso de composición de este nuevo álbum?
A: Fue también como un antónimo, porque el disco anterior fue todo de forma remota —o gran parte de esa manera— por la pandemia. Y este disco fue juntarnos cinco o cuatro días en un estudio en Lima, con nuestros amigos y nuestras amigas que conforman nuestra banda. Y fue muy tranquilo, muy en directo, muy en vivo, muy grabar todos en simultáneo en el mismo cuarto.
ML: Y tratar de registrar sin darle muchas vueltas al asunto. De hecho, nos faltaban algunas canciones. Queríamos grabar diez canciones nuevas, pero en el momento en que estábamos en Lima y que separamos el estudio todavía no teníamos esas diez canciones nuevas, sino siete. Y dijimos ‘Bueno, ya, no importa. Grabemos las que tenemos y después vemos’. Y así fue: 17 canciones se hicieron en ese momento y ya cuando nos mudamos acá a España compusimos esas otras 3 que faltaban y las grabamos. Fueron canciones muy recientes grabadas al poco tiempo de nacer.
A: Y grabadas de forma directa. Las voces con María Laura en su 98% las grabamos todas mirándonos uno frente a otro. Yo tocando la guitarra mientras cantaba eso… eso fue rico. De hecho, yo creo que también venía de que nuestra rutina venía siendo mucho de escuchar canciones y regresar a la música que más nos gusta. Y la música que más nos gusta —coincidimos no necesariamente en el mismo artista, pero sí en una época— es la de 1977 para atrás. Esa música también tiene cosas obvias, pero hay algo en el sonido, en la en la calidez y en lo directo que es a veces con pocos micrófonos grabando muchos instrumentos. Eso es algo a lo que nos sentimos muy atraídos a eso y eso es lo que tratamos de registrar, como si fuésemos músicos mayores de otra generación.
— Justo ahora que mencionas sobre el proceso de composición y de estar cara a cara, yo me acuerdo mucho de una anécdota que ustedes contaban sobre la composición de “Matrimonio”. Cuando hicieron esa canción ustedes estaban peleados. ¿Algo así les ha vuelto a pasar?
A: Nada tan…
ML: Nada tan sádico (entre risas).
A: Claro (más risas). Porque eso fue muy loco, no se lo recomiendo a nadie. Sí, fue como un poco intenso.
ML: Normalmente, si nosotros nos peleamos…
A: No nos provoca hacer canciones juntos.
ML: Claro. Lo último que queremos es ponernos a hacer algo así: trabajar juntos. En esos casos nos arreglamos o, no sé, nos ponemos a ver una peli.
A: Hay otros procesos (de reconciliación), digamos. No a través de ‘Hagamos una canción’.
ML: En ese momento no sé qué bicho nos picó.
A: Creo que lo que pasó es que la pelea nos agarró en un ensayo con la banda. Igual ha habido procesos distintos de composición y todos muy distintos. Y felizmente fue así, porque eso hace que el proceso se enriquezca y se renueve.
ML: “Lo que yo debo decir es que el ‘Alejandro que compone canciones’ es el Alejandro que más me gusta (risas). Nosotros nos dedicamos a componer canciones, pero lamentablemente no todos los días podemos componer una canción nueva, porque andamos haciendo otras cosas también. Como esto (la entrevista), que también es chévere conversar contigo. O no sé, pensar en el post que vamos a hacer. O salir de gira. O comprar un pasaje de avión, lo que sea. La vida nos lleva por otras obligaciones y otros deberes que tenemos que hacer más allá de estar buscando melodías y armonías en la guitarra. Nos encantaría poder hacer eso todo el día. Pero no, no podemos”.
— Ahora que son padres de Aurora, que tiene siete años, ¿cómo hacen para intercalar el tiempo entre la creación musical y su rol como padres?
A y ML: El colegio (risas)
A: Es que esa es una verdad completa. Por eso hablábamos un poco de la pandemia también, donde nuestra hija creo que fue al primer día del nido y de ahí salió por la pandemia; eso como que cambió los planes. Pero también creo que ha sido importante para nosotros explicarle a Aurora que nosotros —cada uno— tiene su espacio. Cada uno tiene su espacio para componer y claro, a medida que crece ella lo entiende mejor, y así requiere menos tiempo de atención directa. Lo que tratamos de hacer a la medida de lo posible es que cuando estamos con ella, estemos (realmente) con ella, no estar a medias.
ML: Yo creo que también una de las razones por las que nos mudamos acá a Europa fue por buscar ese balance. Poder estar en un lugar que nos permita seguir componiendo canciones y vivir al mismo tiempo. Poder comer, pagar la renta y tener tiempo de hacer canciones. Y es un balance muy difícil, pero ahí vamos buscando ese ideal.
— Pasando a hablar un poco más sobre las canciones, siento que este disco empieza muy optimista y cada vez se va haciendo un poco más melancólico e incluso hasta bastante reflexivo sobre el pasar de la vida. ¿Qué nos pueden decir, por ejemplo, de “Tu risa es mi casa” que suena como una especie de “duelo”?
ML: Para mí “Tu risa es mi casa” y “Dos Hemisferios” son un poco canciones hermanas. Hablan de volver a mirar a la persona que tienes al lado. Siento que hablan de una relación que tiene tanto tiempo que de pronto te acuerdas de que no estás volteando a mirar a la otra persona. La primera estrofa dice “¿Vas tú en el asiento de al lado o te di por sentado?”. Eso es: Yo asumo que vas a ir conmigo por esta vida, asumo que vas a estar ahí siempre, pero no. Es como un cambio de mirada en ambas canciones. Ambas son como darte cuenta de que las personas no vamos a estar ahí siempre, si es que no las miramos, si es que no les damos ese ese amor.
A: En esas dos canciones que mencionas en particular, creo que tiene que ver con el duelo, como mencionabas. Yo creo que al estar juntos hace 15 años, hemos tenido duelos el uno con el otro, porque somos dos personas que han cambiado y nuestra relación ha cambiado. Nosotros como músicos hemos cambiado, también. Entonces todo eso entra, creo, en este disco.
— En el disco anterior había una canción que se llamaba “Querido hombre del Perú”, que es María Laura cantando casi a capela. Y ahora en este disco nuevo hay una canción que se llama “Lo que se te antoje a ti”, que me recuerda un poco a esta onda de María Laura cantando sola y casi como exhortando al oyente. ¿Qué me pueden decir de esas dos canciones?
ML: De hecho, “Lo que se te antoje a ti” puede que haya sido anterior a “Querido hombre del Perú” en composición. Esta canción nueva fue como una rescatada de otra época, porque no la llegamos a grabar. Esta la compuse para un concurso que hubo de Ibermúsicas, cuya premisa era componer una canción pensando en la obra de Chabuca Granda. Creo que salió por la época que compuse “Sana, sana”, por ahí. Y sí, siento que hay una cosa en común en ambas canciones —quizá tiene que ver más con el disco anterior—, que es el despertar a la conciencia del feminismo y de los roles que tenemos mujeres y hombres en la crianza.
ML: “En particular, “Lo que se te antoje a ti” salió en el momento que vi esta entrevista de Chabuca Granda en la que ella decía que había descubierto que las mujeres también podían componer canciones. Y que claro, ella que era una mujer divorciada, no se sentía cómoda escribiendo canciones de amor o de amor romántico, porque ella era una señora divorciada que “no podía hablar de esos temas”; no estaba bien visto que ella hablara así. Pero descubrió que sí podía escribir sobre “el puente y la alameda”, sobre “el poncho y la guitarra” y sobre los paisajes del Perú. Y cuando la escuché diciendo eso en la entrevista, dije: ¡Wao! Esta señora que yo admiro tanto tiene incorporado ese patrón de comportamiento: “Lo que sí debo decir, lo que sí puedo o lo que no puedo. ¡Tú eres un artista y tú puedes decir lo que se te antoje!”. Ese fue mi pensamiento y la premisa con la que compuse esa canción”.
ML: Y sobre “Querido hombre del Perú”, justo lo hablábamos con Alejandro el otro día. Una amiga cantautora le preguntó directamente: “Oye, ¿ese ‘Hombre del Perú’ eres tú?, porque tú eres muy buen papá”. Y claro, yo le digo “Gracias” a Alejandro. Yo siento que para mí es un logro poder haber compartido esta canción, porque siempre nuestra obra es tan personal que obviamente lo van a mirar feo, como “este mal padre” (risas). Y Alejandro es muy buen padre.
AL: Tú eres buena madre.
— El penúltimo tema del disco se llama “Tiempo para el amor”, donde también canta La Lá. Hay un verso que dice: “Me volví señora de su casa y su casa no es mi casa. No me siento dueña de mi propio sueño”. ¿Qué historia hay detrás?
ML: Esa canción la compuse con La Lá. No solo es su voz la que suena, sino que ahí nos juntamos. Yo tenía un par de estrofas y después ella terminamos de componer la canción y ambas estábamos en “ese proceso”. Ella tiene una hija un año mayor que Aurora. La canción habla sobre el añorado tiempo que nos hacía falta para darnos cariño a nosotras mismas, porque creo que cuando estás tan inmersa con una criatura que ha nacido recién, que es totalmente dependiente de ti, que toda tu mente y tu cuerpo están ligados a ese ser pequeñito… es bien fuerte. Siento que es una lucha constante entre darlo todo y luego una falta de “¿Qué me reservo para mí? ¿Quién me va a dar ahora amor a mí? ¿Quién me va a criar a mí? ¿Quién me va a nutrir a mí si yo estoy siendo acá la persona que nutre y la persona que lo da todo?” Y entre mujeres —y comadres— es hermoso juntarnos y poder darnos ese cariño que nos hace tanta falta en esos momentos turbulentos.
A: Creo que hemos tenido la suerte de conocerla desde hace mucho tiempo (a La Lá), pero a medida que pasa el tiempo, la amistad y el cariño, el amor y la admiración que nos tenemos, solo crece. Así como con Maria Laura tenemos una historia, también tenemos una historia con Giova (Giovanna Núñez, nombre real de la cantautora) de muchos años y ha sido un regalo ver cómo crece su proyecto, sus canciones, ella, sus hijas e hijos.
— Justo que Alejandro mencionaba el hecho de que los artistas crecen, hay una canción en este disco que se llama “Crezco y no lo veo”, que de hecho tiene la peculiaridad de que suena la voz de Aurora. ¿Cómo fue grabar esa canción junto a su hija?
A: El proceso de esa canción fue muy particular, porque fue la última. Tuvimos un proceso creativo muy rico que fue entre enero y febrero del 2023, donde salieron la gran mayoría de canciones. Pero veíamos cómo también se nos estaba acabando el tiempo creativo, porque íbamos a hacer la presentación del disco anterior en Lima en abril y teníamos una gira no solo en Lima, sino también en otras partes de Perú y en otros países de Sudamérica. Entonces, veíamos cómo se nos acortaba el tiempo, porque para crear pues uno tiene que estar con el chip creativo. No puedes estar en el chip de gestor contestando llamadas. Entonces, como veíamos que esto se acercaba, estábamos buscando cualquier excusa como disparadores para hacer canciones. “Tenemos que hacer una más. Una más”.
A: “Y el disparador fue que esa mañana que estábamos ya empezando a estresarnos, Aurora se levantó —normalmente ella en esa época se levantaba y era una bala y hablaba a mil y te contaba sus sueños— y ese día recuerdo que estaba extrañamente como silenciosa y reflexiva. Y me dijo “Papá, me he dado cuenta de una cosa”. Y yo le digo. ¿Qué? Y me dice: “Me he dado cuenta de que nunca no hacemos nada”. Y yo le digo: ¿Cómo que nunca no hacemos nada? ¿Quieres decir que nunca hacemos nada? Y me dice: “No. Nunca no hacemos nada, porque todo tiene nombre”. Entonces yo me quedé como si me acabara de explotar el cerebro. Y entonces anoté la frase”.
A: Fue un poco a partir de ese concepto, utilizando las palabras de nuestra hija. Porque, claro, así como esa frase, a lo largo de los años ha tirado varias y las hemos ido anotando, pero ese fue el disparador. Y entonces empezamos a recuperar los cuadernos, teníamos las anotaciones, nos acordamos lo último que estaba diciendo. Y esa tarde, después de dejarla en el colegio, la recogimos y ya teníamos la canción y se la mostramos a Aurora. Toda la letra, absolutamente toda, son frases o ideas de ella, solo que puestas en verso y con rimas ordenadas. Y entonces, cuando se la mostramos, Aurora se sorprendió y nos miró con una sonrisita y nos dijo “Ya sé lo que han hecho” (apuntando con el dedo). Se reconoció a sí misma en la en la canción”. Entonces creo que fue muy claro cuando le preguntamos si quería cantarla y nos dijo que sí. Nos dijo que siente que esa es su canción. Y es que es su canción. Y es nuestra también por la música.
— Hay unos aplausos que se escuchan al final de esa canción, que me parece es un grupo de personas. ¿Eso fue real o lo han simulado con alguna herramienta?
A: Lo grabamos. Eso fue cuando grabamos allá en Lima e invitamos a Aurora a cantar ahí. Entonces, cuando Aurora cantó, todos los adultos, músicos y amigos que estábamos alrededor (de ella) cuando terminó su primera toma, todos le dijimos: ¡Buena! Y eso quedó grabado en el micrófono y nos pareció un detalle bonito, porque creo que este disco es eso: es muy en directo, es muy transparente y es muy casero.
— ¿Y creen que Aurora se animará a cantar otra canción? ¿O les gustaría ya grabar? ¿O se han imaginado quizás con Aurora un poco más grande cantando así una canción?
A: No lo sé. No lo sé, la verdad. A ella le gusta la música, pero es muy chiquita y quiere hacer otras cosas, obviamente. Ni ella ni nosotros tenemos ningún apuro en que decida cuál será su profesión, que la verdad en eso preferimos no generarle ningún tipo de presión. Así como fue una canción que salió como un juego, si salen otras cosas por ahí será de esa manera. Hay que dejar que los niños sean niños, que jueguen y que no tengan responsabilidades.
ML: Por lo pronto, ella a veces improvisa y a veces le salen melodías o letras improvisadas y nosotros ahí la grabamos, pero más por tener un recuerdo nuestro. Yo siento que ya va a tener esa herramienta. Ella va a tener la herramienta de la música de manera natural, porque lo ha escuchado desde muy chiquita. Nos ha escuchado cantar Y tocar los instrumentos desde muy pequeña. Entonces, yo creo que ya tiene eso como lenguaje.
— Ustedes se fueron de Perú por primera vez un poquito después de la pandemia, en 2021. Luego, regresaron para un par de conciertos aquí en 2023. Después, volvieron a salir y ahora van a volver otra vez este 2024. ¿Cómo toman ustedes esas idas y venidas junto a Aurora? Al tener siete años, me imagino que estar yendo y viniendo de país debe tener algún efecto sobre ella.
A: Tiene. Sí. Pues el viaje de vida de Aurora hasta el día de hoy ha estado lleno de movimiento. Entonces, ella tiene muy buena memoria a pesar de que solo tiene siete años. Tiene claro el Perú, pero también Santa Eulalia y Lima; la casa de su abuelo; y sus amigas de cuando tenía dos años y que las quiere ver ahora. Sabe que el mango —hemos probado mango en España y en México— no tiene comparación con el de Perú. Entonces está soñando con que todos los días quiere desayunar mango.
ML: Quiere comer mazamorra morada, arroz, con leche y ceviche (risas)
A: Pero creo que el tema de la identidad… ella y nosotros… yo creo es un proceso. Migrar no es solamente viajar, sino incorporarte a una sociedad distinta. Y creo que como la forma en que hemos llevado este proyecto de música nos ha permitido también conocer gente de distintos países y culturas, y eso tal vez nos da como algunas herramientas para entrar a los sitios donde hemos terminado viviendo. Pero claro, todos esos son procesos largos. Yo todavía extraño mucho Perú. Me da mucha nostalgia pensar en mis amigos. Creo que para caer fácil diría la comida, pero Perú vale mucho más que su comida.
— Quería preguntarles sobre el segundo disco, el “Hemisferio II”. Ha sido una sorpresa encontrarme con estas otras 10 canciones ya conocidas, pero como en una versión que suena a un MTV Unplugged. ¿Cómo fue grabar esta parte?
A: Creo que este álbum lo pensamos así por mudarnos a un sitio nuevo. No sé, lo que metemos en nuestro equipaje… nosotros viajamos con un poco del estudio de grabación, una guitarra, juguetes de nuestra hija, algo de ropa, fotos. Pero creo que algo que nos acompaña por todos lados son las canciones. Entonces ya al haber hecho varios discos, nos pusimos a pensar en las canciones que nos siguen representando de alguna u otra forma, o que nos identifican o nos emocionan. Entonces, creo que el segundo disco de “Dos hemisferios” está conformado por estas canciones —que son reversiones de temas que han aparecido en discos anteriores—, porque son canciones que todavía resuenan con nosotros y que también han cambiado mucho en vivo. Entonces creo que queríamos como conservar eso. De hecho, este segundo disco fue todo grabado con público.
— ¿Cómo se sienten ahora que van a volver otra vez? ¿Cómo sienten al público y cómo ven ese escenario en su regreso?
ML: Bueno, yo le decía a Alejandro el otro día que para mí va a ser bien bonito poder llegar a cantar las mismas canciones ante un público que ha escuchado nuestras canciones antes y que probablemente cante las canciones con nosotros. Porque últimamente estamos acá en España cantando frente a mucho público nuevo, que es chévere también. Es muy bonito presentarnos y conectar con un público que no tiene ni idea de quiénes somos. El fin de semana pasado estuvimos tocando en fiestas de pueblos, en Zaragoza, en plazas y hasta tocamos en un botecito.
A: Es muy lindo volver a Perú siempre. A mí me encantaría poder volver una vez al año. Es difícil, porque estamos lejos, pero ojalá se pueda. Yo en particular estoy muy emocionado con este disco, estoy muy orgulloso. No soy de caer en hipérboles, porque además no significa mucho mi apreciación, es más la del público, pero yo realmente creo que este es el mejor disco que hemos hecho. Y como creo que es el mejor disco que hemos hecho, me emociona tocarlo sintiendo eso. Le tengo mucho cariño a esas canciones y a este proceso y me parece muy emocionante poder presentarlo así, en este teatro tan bonito.