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Andrés Di Tella y un ensayo audiovisual sobre el mito fundacional de “la pampa”

La nueva película de Andrés Di Tella se llama Mixtape la Pampa y arranca con el pulso rockero-setentista de “Mañana por la noche” de Color Humano, mientras el narrador-director-personaje bastante presente a lo largo de la historia (Di Tella mismo) circula por un camino polvoriento de la pampa bonaerense. “Wide open space”, dice el subtitulado en inglés de la película, cuando se refiere a “la pampa”. Un amplio espacio abierto. “El vacío”, dice Di Tella parafraseando a Sarmiento. El lugar donde nació, se crió y trabajó Guillermo Enrique Hudson: “escritor, naturalista y ornitólogo británico”, según la definición de la Enciclopedia Británica.

La búsqueda de las huellas de Hudson, el guacho británico, en el amplio espacio abierto de la provincia de Buenos Aires (hoy dentro del partido de Florencia Varela) y fragmentos de la vida del realizador -cuya vida también transcurrió entre la Argentina y esa otra madre patria, no querida, odiada o idealizada según pueda elegirse- componen un fascinante viaje audiovisual que va hacia el pasado, reciente y del otro, retratado en el presente. “Cantata de puentes amarillos” de Pescado Rabioso (Spinetta solo en realidad, pero esa es otra historia), los pájaros que estudió y clasificó Hudson, la pampa bonaerense de noche, grabaciones caseras de tierna juventud, un amigo cantando “El hombre tiene miedo” de Moris en el asiento trasero de un auto en los años 70 y el monumento al escritor naturalista en pleno Hyde Park de Londres, se entremezclan y conforman lo que Di Tella acuerda en llamar “ensayo”.

“Cada vez se me hacía más difícil convivir con el artificio del documental tradicional”, le dice Di Tella a Infobae Cultura en la semana del estreno de su película en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (ver detalle de funciones al final de este texto). “Documental te remite un poco a esa idea de filmar las ballenas…. Me gusta la idea de la búsqueda, de no saber muy bien qué va a resultar”, completa el razonamiento en un larga charla donde se habló de Hudson, de una relación amor-odio con Inglaterra, de la pampa como mito fundacional de la argentinidad y, hablando de eso, de la familia Di Tella como protagonista de la historia cultural de la nación.

Andres Di Tella
Andrés Di Tella en una plaza del barrio porteño de Belgrano, otoño de 2024

—¿Por qué se te ocurrió ponerle “mixtape” a la película?

—Primero tiene ese origen en los mixtapes de rock nacional que me grababa y enviaba este amigo mío. También me parecía una metáfora de la película en sí misma, de esa mezcla de elementos. Primero es la definición de la metáfora: una moneda y el sol son dos elementos disímiles que se juntan en una imagen. Esa era la clave de la película, esa mezcla. Y por otro lado, me gustaba también que fuera una palabra en inglés. Esa mezcla de identidad de dos cosas, a veces antagónicas, que están conviviendo en la misma película, en la misma persona, la misma historia.

—Y después, dentro de la película, está la historia de este hombre Guillermo Enrique Hudson…. Pero también está tu historia. ¿Dónde encontraste la intersección?

—Aparece simplemente por el hecho de ser el narrador de la historia. Me parece que siempre que hay un narrador, se cuenta a sí mismo contando la historia que está contando. De hecho, como que me uso. Aporto mi libra de carne para darle entidad a un personaje que es este viajero. que soy yo, el narrador. Y que también se identifica con el objeto narrado. Así como yo creo que Hudson se identificaba con la Pampa cuando describe la pampa, yo me estoy identificando con Hudson al narrar. Pero al final todo es un vehículo para que ingrese el espectador. En realidad es eso: una forma de que vos te puedas identificar con algo. Entonces, ¿cuánto se sabe de mi personaje? No es tanto en el fondo… Hay ciertas cosas bastante íntimas. Y a la vez. ¿Quién es este amigo, Javier? Ese mundo se abre para cada espectador. También está hecho en base a los fragmentos. Y la obra se podría decir que está constituida de fragmentos. Son los que te obligan a vos como espectador a completar.

Mixtape La Pampa

—También está presente la idea de la pampa como vasto territorio ¿no?

—Primero que la idea de que la planicie es un vacío, es una cosa histórica. El vacío… La idea de Sarmiento… Hay una frase de Sarmiento en el Facundo que dice: “el habitante de la ciudad se asoma a la llanura interminable y ¿qué ve? El vacío”. Me interesaba también el carácter simbólico de la pampa. La idea de que un lugar, una región se ha convertido en símbolo de la nación.

Creo que es un símbolo que está en crisis. Creo que ya no tiene el mismo peso que tenía cuando nosotros éramos chicos Es otra cosa ahora. Y creo que se ha desgastado y ha sido un poco olvidado, un poco arrumbado en el rincón de las cosas que ya no sirven. Y ahí es donde para mí también se vuelve más interesante. Tiene esa energía subyacente de lo marginal, lo olvidado.

Está esa frase, creo que es de Faulkner: “El pasado está vivo, ni siquiera ha pasado”. La película también es eso: una búsqueda de la presencia del pasado. Como en un lugar quedan huellas y fantasmas. Entonces hay también una conexión con el registro. Las primeras fotografías sacadas en exteriores en la Argentina fueron casualmente en esa misma estancia de los ingleses, donde estuvo en Hudson en esa misma época. Eso me parecía una coincidencia increíble. Y que él hubiera hecho ese registro de ese mundo en vías de extinción a través de la escritura. Ni siquiera la escritura, la memoria. Porque él la escribió después, de memoria.

Mixtape La Pampa
Fotograma de “Mixtape La Pampa”: aquí, una de las especies de pájaros recolectados por Guillermo Enrique Hudson en la pampa bonaerense

—¿Cuánto sabías de Hudson al momento en que decidiste arrancar con este proyecto? ¿Cuánto te enteraste y qué cosas te asombraron al haber profundizado un poco?

—Él era muy famoso y después fue completamente olvidado. Es increíble. O sea, él muere en 1923. En ese momento era completamente desconocido. Entonces viene a la Argentina Rabindranath Tagore, el Premio Nobel de literatura. “¿Qué sabe de la Argentina?” le preguntan un periodista ni bien baja del barco y el tipo dice “Lo sé todo porque soy lector de Hudson”. El periodista no tenía idea, entonces se pone a buscar y a partir de ese momento empieza a haber un interés en Argentina. En Inglaterra, donde él murió, murió famoso. O sea: él se fue de la Argentina en 1873, a los 33 años. Y pasa muchísimos años como se cuenta en la película, en soledad, en la miseria. Y recién ya de grande, casi a los 70 años, es descubierto. Y de pronto se vuelve muy famoso. Virginia Woolf es la primera que escribe sobre él. También Joseph Conrad… Y cuando muere, le hacen un monumento en Hyde Park (no hay muchos monumentos de escritores ahí)

Pero ahora pasaron 100 años y está completamente olvidado. En Argentina, en los años 1930, 1940, justamente cuando se inventa este mito de la pampa como símbolo nacional, desde tipos de extrema derecha, extrema izquierda tradicionalista e izquierdistas, es reivindicado como el gran escritor de la pampa. Que lo es. Para mí es muy superior a todo salvo José Hernández, digamos. Pero aún así, José Hernández escribía desde su hotel en Tigre. Y no era un gaucho. En cambio Hudson tenía la visión de un gaucho. Por eso insisto que no está dentro del rubro de los viajeros ingleses, si bien puede parecerlo a veces. Él es un tipo que nació en Argentina, se crió en el campo, hizo todas las tareas desde arrear ganado a esquilar ovejas… Eso lo hizo durante años.

Guillermo Enrique Hudson - Los años perdidos
Guillermo Enrique Hudson, único retrato tomado en Buenos Aires, en1867 (Meeks and Kelsey. Belgrano 74. Buenos Aires. Cortesía Archivo fotográfico Smithsonian Institution)

Lo increíble es que era un tipo muy multifacético. Tenía esta capacidad de observación y había aprendido a escribir y a leer. Entonces, empezó a tomar notas de las cosas que veía. Empezó a mandar ejemplares de aves al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Después empezó a mandar al Smithsonian de Estados Unidos, al museo en Oxford, y ahí -yo creo aunque él nunca lo cuenta explícitamente- nace el sueño de convertirse en naturalista. Colabora con un científico inglés a la distancia, con informes. Y piensa “Bueno, ahí está mi mi futuro”. Entonces va a Inglaterra, se sube a un barco casi sin avisarle a nadie y se va. Ahí hay una escena muy linda que el hermano le dice cuando lo despide en el puerto: “Nunca supe menos de alguien tan cercano”. Como que tenía una cierta reserva, un cierto misterio, eso lo dicen muchos.

Se da a conocer en Argentina a través de Borges, de Victoria Ocampo, que lo convierten en el escritor que definió a la Argentina desde afuera. En realidad, desde afuera y adentro. Eso me interesó también: de afuera y de adentro. Pero después fue completamente distinto. Y vos hablás ahora con la gente joven y casi nadie sabe quién fue. A la gente le suena como el peaje, a la estación que fue nombrada en su honor. Eso sucede en ese momento de descubrimiento. Se leía en el colegio. Ahora está olvidado. También había algo de justicia poética en que Hudson se había convertido en “Hudson”. En el nombre de un lugar.

Andres Di Tella
“Al narrar la historia de la película, me identifico con Hudson”, dice Andrés Di Tella

—Entre la historia de Hudson y la tuya también, flota la intensa relación Argentina-Inglaterra, surcada en varios siglos ya por cuestiones económicas, literarias, bélicas incluso…

Alguien definió a la Argentina como “la colonia olvidada”. Y además esto es algo que yo descubrí ahora justamente en la provincia de Buenos Aires, lo que antes se llamaba “La Pampa”, digamos, había muchísimos ingleses y sobre todo escoceses, irlandeses y galeses, muchísimos viviendo en el campo. Antes de la conquista del desierto empezaron a venir y compraban tierras muy baratas, porque era peligroso. Así fue con los padres de él: vinieron como inmigrantes de Estados Unidos, compraron un terreno que es donde él nació y donde ahora está el Museo Hudson. Con esta historia empecé a entender esa parte inglesa que está un poco entre nosotros.

Eso más allá de mi caso particular. Yo viví en Inglaterra, entonces tengo una relación muy distinta. Es un poco el motivo que decía al principio sobre la identificación. Casi soy al revés que Hudson, en el sentido que yo viví con mis viejos de chico en Inglaterra, entre los 8 y los 14. Y después a los 18, cuando fue la dictadura. me fui a Inglaterra de vuelta. O sea, yo viví entre los 8 y los 22 buena parte de mi vida en Inglaterra. Entonces yo siento mucha conexión con Inglaterra, y a la vez también una relación amor-odio. A veces vuelvo a Londres, al barrio donde yo vivía y siento una conexión, como si estuviera “volviendo al barrio” si bien no soy de ahí, pero tengo amigos… Básicamente es un sentimiento particular. Porque tengo encapsulada una parte de mi vida. Si viajo a Inglaterra, vuelvo a ese lugar.

Mixtape La Pampa
“Mixtape La Pampa” se proyecta esta semana en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín

—Desde aquel documental hasta hoy, tu cine, tus películas son bien disímiles. Incluso lo pienso en función de Mixtape La Pampa en donde vos sos narrador. ¿Cómo llegaste a eso? ¿Qué pasó en el medio?

—Me choqué con las paredes del documental, digamos. Cada vez se me hacía más difícil convivir con el artificio del documental tradicional, donde se supone que no hay nadie detrás de la cámara. Ese artificio y que la película es una ventana sobre la realidad, es insostenible. Pero la sola presencia de la cámara modifica la historia. Muchas veces va un equipo de documentalistas a un lugar donde nunca fue nadie y se filma, suponete, no sé, a un campesino… Pero en realidad lo que está pasando en ese momento es que vino un equipo de cineastas (risas). Eso es lo que está pasando. Entonces vos en el documental no podes dejar de registrar lo que está pasando. Eso me llevó más a romper la cuarta pared en algún sentido y decir “Bueno, soy el narrador”, claro. A mí también me interesaba mucho la autobiografía. Me interesa como lector.

—Bueno, tenés una muy rica historia para contar.

—Sí, pero cualquiera también la tiene. Es verdad, es más evidente por mi viejo, no sé, pero creo que cualquiera la tiene.

Andres Di Tella
“La gente habla de mi apellido con cierto cariño”, cuenta Andrés Di Tella

—Se usa bastante la palabra ensayo para definir esta película ¿Estás de acuerdo?

—Sí, totalmente. Me siento más cómodo con esa palabra, quizás, que con la palabra “documental”. Porque “documental” te remite un poco a esa idea de filmar las ballenas…. En cambio, a mí me gusta la idea de la búsqueda, de no saber muy bien qué va a resultar. Yo creo que también en mi cine cada vez más aparece eso. Y esta película quizás sea la más libre. Asumir el azar de un viaje, de los descubrimientos, de las asociaciones.

—Siempre me da curiosidad esto: el apellido que portas es muy relevante en la historia cultural de la Argentina en los últimos 60, 70 años. ¿Cómo lo llevas y cuánto te ayudó o cuánto te condicionó el apellido que tenés?

—Es una pregunta difícil, porque… Es el apellido que tengo. Entonces es muy difícil pensar cómo sería si no lo tuviera. Pero eso es toda otra película. Yo lo vivo bien, siento que mi viejo en particular, bueno, quiso dejar algo para el país. Quizás ingenuamente, no sé. Bueno, un poco tiró su fortuna en eso, no? (risas). Y yo en algún momento por ahí me enojaba… Ahora tomo una actitud más filosófica, y por otro lado, me resulta un ejemplo lindo para la sociedad. Un gesto de generosidad de realmente creer que se puede hacer un país mejor. Lo que ellos entendieron como tal, mi viejo y mi tío. Sé que de pronto la gente puede pensar que soy millonario, que desgraciadamente no lo soy, pero a la vez creo que en general la gente habla con cierto cariño del apellido. El Siam Di Tella, el instituto, la misma figura de mi viejo medio político loco… En resumen, para mí simplemente son mi viejo y mi tío.

* Mixtape La pampa se proyecta el sábado 8 y domingo 9 a las 20.30; martes 11, miércoles 12 y jueves 13 a las 18 hs. en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530, C.A.B.A.). Y desde el 13 de junio en el cine Gaumont, Sala Hugo del Carril (Córdoba) y otras salas de Argentina.

[Fotos: Maximiliano Luna]
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