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Antonio López: “Igual el campo necesita ahora más ayudas que los artistas”

Adrián Arias

Medina de Rioseco (Valladolid), 8 oct (EFE).- Entre las turbinas, molinos, cernedores y tamices de una vieja fábrica de harinas, hoy convertida en museo, el pintor y escultor Antonio López celebra su vuelta a la impartición de talleres tras el parón de la pandemia con una reflexión sobre el estado actual del ‘quinto arte’: “Igual el campo necesita ahora más ayudas que los artistas”.

A orillas del Canal de Castilla, en el fin de uno de sus ramales en el municipio vallisoletano de Medina de Rioseco, e instalado por unos días en la antigua Fábrica de Harinas de San Antonio, el artista de Tomelloso (Ciudad Real, 1936) recibe a la Agencia EFE en su taller provisional, donde 55 alumnos seleccionados recibirán lecciones magistrales por parte del propio López, además de los también pintores José María Mezquita y Jorge Abbad.

La Asociación España Creativa, enmarcado en el ciclo ‘Agua, Arte y Vida. Canal de Castilla’, ha sido la ‘culpable’ de volver a colocar a López el mandil de instructor, papel que desempeña con devoción: “Aquí estamos, haciendo lo que nos gusta hacer, que es pintar, hablar de la pintura y eso es algo que me llena”.

A pequeños pasitos y con tiento de no tirar ninguno de las decenas de caballetes que se concentran en las tres plantas de la vieja fábrica, López supervisa y aconseja uno a uno a sus alumnos y, con apenas tres horas de trabajo, a alguno ya le felicita por sus avances: “Enhorabuena, le has dotado de alma a la expresión, ya tienes más de la mitad del trabajo hecho”.

A pesar de rozar los noventa años, el artista de Tomelloso asegura y muestra estar “muy bien” en términos generales y feliz por retomar sus talleres tras la covid, cuando en uno de ellos llegó a contagiarse, algo que no le gustó “nada”.

Con el sonido chirriante de los viejos listones de madera que soportan el peso de una fábrica decimonónica, López reivindica el papel de la ancianidad en la sociedad: “Los viejos todavía podemos decir cosas interesantes”.

Y es que para el artista, el final, la muerte o el más allá no son asuntos que copen su mente. “No, no, no, no, no pienso absolutamente nada en eso, nada, de verdad, nada. Tampoco sé si hay que pensar en ello”, asegura, mientras esboza una risa final reivindicando que aún le quedan pinceles para rato, como a Tiziano.

“A mí me gusta seguir trabajando, creo que puedo seguir aportando y es algo que me hace ilusión, dentro de lo que yo soy y de mi sensibilidad”, explica el artista, que añade: “A los 22 años tienes una visión de las cosas y a los 88 tienes otra. Entonces el viejo añade algo, algo que puede ser interesante”.

Sobre las mesas, unos pimientos, unas bolsas de patatas fritas, unas berenjenas y un pan. Todos ellos objetos tan cotidianos que ni tan siquiera merecen una foto en la nube de nuestros móviles, pero que para López y sus alumnos merecen la eternidad: “Hay muchos lenguajes en este momento, hay casi tantos lenguajes como pintores. Que cada cual haga lo que crea que deba de hacer”.

Y, precisamente, sobre lenguajes, a pesar de la brecha generacional, López no es ajeno a la explosión de la Inteligencia Artificial y sus derivadas en el mundo del arte, pese a lo que él lo tiene claro: “Yo veo al hombre como una amenaza, pero no a la Inteligencia Artificial”.

Con un nombre labrado con los años y con el sello de ser uno de los artistas que más vende en España, López se reconoce como un “afortunado”, por vivir de la pintura. “Hay personas que no viven de la pintura, hay otros que deberían vivir y otros que no se merecen vivir de la pintura porque no ofrecen algo que pueda tener valor para la sociedad”, reflexiona.

Y, preguntado sobre si las administraciones públicas deberían ejercer un mayor mecenazgo del arte y los artistas, López considera que “el Estado ahora, no el español, sino en general, es mucho más generoso con los artistas que nunca”.

“Yo creo que (el Estado) ha sido muy generoso con los estudiantes: dan becas, hay muchas escuelas de Bellas Artes, muchas facultades, muchas ayudas. Yo creo que a lo mejor necesita más ayuda el campo ahora mismo que los artistas”, manifiesta.

Además de maestro, a López le rodea un aura de profeta del quinto arte, como así reconocen los artistas congregados en su taller, que le muestran algunos de sus trabajos previos con el fin de conseguir una somera valoración del genio del realismo o hiperrealismo. “A este le falta algo de alma, yo creo que puedes trabajar un poco más en él”, le comenta a uno de ellos.

Y es ese, precisamente, uno de los temores del artista que el propio López reconoce, el saber cuándo una obra está acabada. “Terminar una casa, terminar una mesa o terminar un traje se sabe muy bien, pero ¿qué es terminar un cuadro? ¿Cuándo Van Gogh decidía dejar el cuadro por acabado?”.EFE

(foto)(vídeo)

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