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Así desapareció Puigdemont: un sombrero de paja, un Honda HRV conducido por una mujer y los mossos que no le atraparon por 10 metros

Carles Puigdemont anunció el miércoles su regreso a España y convocó 24 horas más tarde un acto de bienvenida en plena calle en Barcelona. Con su mensaje avisaba también a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, responsables de ejecutar la orden de detención que pesa sobre el expresidente de la Generalitat de Cataluña. Puigdemont cruzó la frontera y se presentó a la hora y en el lugar previstos y se dejó ver ante 3.000 fieles, decenas de agentes uniformados y de paisano y millones de espectadores de las principales cadenas de televisión. “No sé cuándo nos volveremos a ver”, dijo, quizá anticipando un arresto, quizá guardando una sorpresa que confiaba saliera bien. Terminó, se giró y ahí estaba su abogado, Gonzalo Boye, que con un “vamos” le animó a abandonar rápido el escenario. Lo que ocurre a continuación es propio de una película.

La periodista Mayka Navarro da respuesta este viernes en La Vanguardia a una de las principales incógnitas: cómo pudo evaporarse, desaparecer, escapar. Junts per Catalunya transmitió que la intención de Puigdemont era, acabada su intervención, dirigirse junto a Josep Rull hacia el Parlament, donde apenas una hora después comenzaba el debate de investidura de Salvador Illa. Pero en la parte derecha del escenario, cuenta Navarro, esperaba con el motor encendido un Honda HRV blanco con una silla de ruedas en el asiento del copiloto y conducido por una mujer. Entre el escenario y el vehículo había una carpa de la organización del acto llena de asistentes con un mismo sombrero de paja. Allí llevó Boye a Puigdemont, que se deshizo de la americana y se puso un sombrero como el del resto, confundiendo su presencia. Entretanto, personal del evento formaba el pasillo por el que supuestamente la comitiva, Puigdemont incluido, iba a caminar hacia el parlamento.

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Carles Puigdemont, este jueves en su fugaz reaparición en España. (David Zorrakino/Europa Press)
Carles Puigdemont, este jueves en su fugaz reaparición en España. (David Zorrakino/Europa Press) (DAVID ZORRAKINO – EUROPA PRESS/)

Un semáforo en rojo

El Honda avanzó con Puigdemont y Jordi Turull con una gorra de deporte similar, ambos en la parte trasera. Agentes lograron presenciar esto pero no tenían tiempo de subirse a otro coche, por lo que trataron de alcanzarlos a la carrera, sin éxito. Según la crónica de La Vanguardia, apenas se quedaron a diez metros de poder dar alcance gracias a un semáforo en rojo, pero que tornó en verde antes de lo deseado. No era lo esperado, ni siquiera lo imaginable. En el parque de la Ciutadella, el comisario jefe de los Mossos y la responsable del cuerpo en Barcelona aguardaban a Puigdemont para formalizar la detención y darle traslado a la Ciudad de la Justicia. El pleno de investidura pudo celebrarse de forma ordinaria, pero fuera de las puertas de la cámara se había vivido uno de los acontecimientos más sonrojantes que se recuerdan.

Informa Jose Sánchez en Infobae que la cúpula de los Mossos prepara una “caza de brujas” para restaurar la imagen del cuerpo tras el “ridículo” de este jueves. Hay que recordar que dos de sus miembros fueron detenidos por supuestamente haber cooperado en la huida. Por esto y por todos los errores que han derivado en lo visto, hay una investigación abierta a fin de depurar responsabilidades. Ya en 2017, Puigdemont contó con la colaboración de mossos para lograr fugarse a Bélgica. Han hecho falta siete años para que volviera a ponerse a tiro, hasta el punto de exhibirse en un baño de masas en la vía pública. Boye ha confirmado que su cliente ya se encuentra “fuera de España”.

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