Las autoridades del estado de Rio Grande do Sul, en Brasil, comenzaron a planificar formas de contener la crisis en el mediano plazo que dejaron las inundaciones. Es por ello que este jueves se ordenó la construcción de ciudades “de tiendas de campaña” para albergar a cerca de 8.000 personas.
La iniciativa del Ejecutivo local prevé el establecimiento de estructuras temporales totalmente acondicionadas -con dormitorios individuales, baños, cocinas y lavanderías colectivas- en Porto Alegre, Canoas y Sao Leopoldo, y no se descarta una más en Guaiba. En todos estos lugares, miles de personas están refugiadas en edificios públicos -como escuelas, iglesias y estadios deportivos- que, eventualmente, deberán volver a sus funciones, dejándolos nuevamente sin un lugar para vivir.
“Parte de esta gente, lamentablemente, no tiene a dónde ir”, explicó el vicegobernador, Gabriel Souza, al comentar la idea sobre la que no dio fechas o mayores especificaciones. Sí se supo, sin embargo, que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) donará al Estado unas 108 unidades de estas estructuras.
Según estimaciones del Gobierno, de las cerca de 50.000 personas que están en refugios públicos en las cuatro ciudades antes mencionadas, cerca del 15% necesitará alojamiento a largo plazo en estas estructuras temporales ya que sus hogares quedaron completamente destruidos y no cuentan con una alternativa de hospedaje, como la casa de un familiar.
Desde el inicio de las intensas lluvias, en abril, al menos 151 personas han perdido la vida y aún hay otras 100 desaparecidas. Asimismo, medio millón de habitantes de la zona se vieron obligados a dejar sus hogares y, de ellos, unos 77.000 están en refugios provistos por el Estado.
Unas 250.000 viviendas siguen sin electricidad y más de 136.000 personas han perdido el acceso al agua, agregó un funcionario local.
De todas formas, las cifras siguen aumentando. En las últimas horas, los rescatistas encontraron a varias personas que seguían atrapadas en sus casas, en estado de hipotermia. Uno de ellos fue identificado como Carlos Fortunato y estaba en el techo de su hogar en el barrio Matias Velho, en Canoas, donde las temperaturas bajaron hasta los nueve grados en los últimos días. Fue llevado al hospital.
Otro, cuyo nombre no trascendió, llevaba cinco días con la pierna rota y se negaba a dejar su residencia pero este jueves debió hacerlo luego de ser derrotado por el frío y la falta de agua.
“Tienen mucho miedo de que la casa sea saqueada y se quedan todo lo que pueden. En las últimas dos noches la temperatura cayó absurdamente y ahora están saliendo, están viniendo”, explicó la doctora Beatriz Rapieri.
En medio de esta crisis, la víspera el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, anunció también un nuevo paquete de ayudas destinado a unas 200.000 familias afectadas por la enorme destrucción. El valor total de la iniciativa será de USD 235 millones e incluirá un bono para la adquisición de utensilios domésticos dañados por el agua así como el acceso de forma anticipada a un fondo de garantías laborales y facilidades para la toma de crédito público destinado a la reconstrucción de las viviendas o la compra de nuevas residencias.
(Con información de EFE y Reuters)