Uno de los ‘duros’ de la tinta en Santander es Camilo Flórez, sus diseños los lucen futbolistas europeos de talla internacional y la gran cantidad de trofeos que reposan en su estudio avalan toda una década de experiencia.
Su pasión y talento por el tatuaje nació de un proyecto de colegio cuando tenía 15 años. El lapicero que funcionaba con un motor y una aguja para coser se convirtió en la primera máquina para tatuar que tuvo en sus manos.
Aquel invento que presentó para la materia de tecnología en el Colegio Metropolitano del Sur, fue el responsable de los primeros ‘rayones’ que hizo, primero en cáscaras de mandarinas y luego en su propia piel.
Conscientes del talento innato que poseía Camilo, sus padres, Sandra Villamizar y Juan Camilo Flórez, compraron con mucho esfuerzo la primera máquina profesional con el fin de que se puliera en lo que sabía hacer.
A partir de este punto, el joven se propuso vivir de su arte en donde fuera. El primer estudio donde comenzó a tatuar a sus clientes fue la casa familiar ubicada en el barrio Nuevo Villabel de Floridablanca, lugar donde nació y se crió.
Ya graduado del colegio y mientras cursaba el programa de Artes Plásticas en la Universidad Industrial de Santander, Juan Camilo dio el salto a uno de los estudios con mayor historia en Cabecera. Entre 2015 a 2018 el tatuador santandereano se especializó en un estilo enfocado al realismo con sombras en tonos blancos y grises.
Y a partir de 2019, el apellido Flórez ya adornaba las placas de algunos trofeos de primer lugar en exposiciones de tatuaje en Bucaramanga y Santa Marta. Casi un año después, Camilo dejó Colombia con destino a Países Bajos, país en el que trabajó para clientes exclusivos como los futbolistas Quincy Promes, Jeremain Lens y Ryan Donk.
Actualmente reside en ‘la ciudad bonita’ y es dueño del estudio Clan Tatto en Cabecera, pero lo más probable es que su talento emigre hacia Estados Unidos cuando se le otorgue la Visa de Artista, profesión que ha ejercido la mitad de su vida.
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