Decenas de vecinos del barrio San Bernardo de la comuna de Belén, en el suroccidente de Medellín, atraparon a un ladrón que intentaba hurtar las pertenecias a un ciudadano y decidieron tomarse la justicia por su propia mano.
De acuerdo con los videos que lograron grabarse, el hombre, cuya identidad no fue revelada, recibió patadas, golpes y requisas de los vecinos que, mientras otros acudían a las autoridades, no dudaron en castigarlo con maltrato físico mientras le proferían gritos e insultos.
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Las piezas gráficas que fueron publicadas en el canal de la red social X que recoge las denuncias del departamento antioqueño @DenunciasAntio2 mostraron al joven herido, con su rostro cubierto de moretones y sangre, producto no solo de las fuertes patadas que recibió en su tronco y cabeza, sino de los impactos en contra del andén y el asfalto que resultaron de los empujones que le propició la comunidad airada.
El hombre apenas podía pestañear en medio de la reiteración de golpes e improperios y gritos de dolor de los ciudadanos que no querían ver más violencia. Otros vecinos de la zona se preguntaban por otro presunto ladrón, ya que, al parecer, eran dos los que estaban atracando. “Se voló, mor, el otro se fue en la moto”.
Unos hombres, incluso, le preguntaron por “el amigo”: “Papi, entonces, vamos a coger a tu amigo, o no. Quién es el amigo tuyo. Nombre, nombre. Papi, el nombre (sic)”.
“Rata, rata”; “Gordo, tenés que trabajar. Papi, no más. Denuncienlo para que no salga, pero ya, gordo, ya”; “No le peguen más que lo van a matar”; “Hay es que matarlos (sic)”; “Ya, ya, que eso sale es por la razón”; “Ya la pena se la dieron, estuvo buena, pero no más”; “Ya, ya, dejénlo así que no tiene nada”; se oye en las fuertes grabaciones.
En las redes sociales los internáutas más que condenar el acto de violencia, celebraron la “paloterapia” que fue aplicada al asaltante.
En los comentarios se percibió el descontento que existe en el país por cuenta de la inseguridad en las calles, en especial en las ciudadades, con el agravante del sistema judicial, que suele soltar a los ladrones con rapidez, en algunos casos, como se leyó en las interacciones.
“Si lo dejan vivir, en una semana regresará”; “Me fascinan los vídeos de paloterapia a petristas, que bendición”; “Pero tampoco para asesinarlos porque entonces nos igualamos al malo”; “La mala para esas viejas que dicen ya. Lo dicen porque no las han robado es una sensación muy fea cuando apenas compraste el cel y ya te lo roban”; “Lo mejor del día”; “Adoro los finales felices”; “Gente que le pone el alma”, etc.
La justicia propia puede ser un delito muy grave: esto dice la ley
La ley colombiana establece parámetros para pdoer determinar en qué casos la justicias por mano propia es pertinente, y en qué escenarios ya debe intervenir el sistema judicial, o las autoridades.
La Fiscalía General de la Nación sostiene que, de acuerdo con la legislación colombiana, las acciones de justicia por mano propia, al no cumplir con los requisitos de la legítima defensa, pueden ser catalogadas como delitos.
En ese sentido, los expertos recalcan que la legítima defensa sólo es aplicable en situaciones inmediatas de peligro, donde no hay otras opciones y la respuesta es proporcional al ataque recibido. En contraste, las acciones de linchamiento y agresión a sospechosos, que no se ajustan a estas condiciones, son punibles bajo la ley colombiana.
Alejandro Benavides, secretario general de la Universidad Manuela Beltrán y doctor en derecho, le explicó a El Tiempo que la ley colombiana, de hecho, no contempla lni reconoce la justicia por mano propia. En sus palabras, “esta se refiere al acto en el que la comunidad por sucuenta y para castigar a presuntos delincuentes, sin acudir a las autoridades, desempeña acciones ampliamente ilegales”.
La situación se complica debido a la percepción de inseguridad y la desconfianza en las autoridades, factores que contribuyen a que algunos ciudadanos se sientan obligados a tomar la justicia en sus propias manos.
Sin embargo, el Comité Internacional de la Cruz Roja ha subrayado que estas respuestas no sólo ponen en peligro el estado de derecho, sino que también podrían escalar en violencia, provocando un ciclo de represalias y mayor inseguridad.