Una economía competitiva, es una economía productiva. La productividad conduce al crecimiento, que permite niveles de ingresos más altos, con lo que es de esperar un mayor bienestar, de acuerdo con el Foro Económico Mundial. Mejorar la competitividad de una economía, implica ejecutar acciones en torno a múltiples temáticas, como por ejemplo aspectos macroeconómicos e institucionales, de calidad de servicios públicos, o de desarrollo de negocios.
En nuestro país, desde 2019, contamos con un Plan Nacional de Competitividad y Productividad (PNCP) al 2030, herramienta de gestión que contiene una serie de medidas de corto, mediano y largo plazo, que apuntan a mejorar el bienestar de la población. A la fecha, el plan registra un avance del 46%, aunque la mayoría de las medidas realizadas son de corte normativo y su impacto se vería en los próximos años.
En una reciente reunión del consejo directivo del Consejo Nacional de Competitividad y Formalización, conformado por organismos e instituciones del sector público, sector privado, academia y sociedad civil, se aprobó la propuesta de actualizar el PNCP, como parte de la estrategia para reactivar la economía peruana. Se establecerían metas ambiciosas. A 2026, estar entre las 50 economías más competitivas del mundo; y, a 2030, entre las 40. Esta herramienta, que articula políticas a través de consensos, incluiría un mecanismo ágil para incorporar nuevos aportes en el trayecto del plan.
En materia de competitividad estamos en la cola con respecto al resto de países del mundo. Es una realidad. En junio último se publicó el Ranking de Competitividad Mundial 2024, elaborado por el Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial de Suiza (IMD, por sus siglas en inglés) y Centrum, que ubica al Perú en el puesto 63 de 67 economías. Lo anterior evidencia un retroceso de 8 posiciones con respecto al año pasado, y 32 con relación a 2008, año en que alcanzó su mejor resultado, 35 de 55.
Venimos arrastrando deficiencias en diversas áreas. Desempeño económico, eficiencia gubernamental, eficiencia de negocios y desarrollo de infraestructura. Nos estaría costando mucho la inestabilidad política e incapacidad de nuestros gobernantes en los últimos años. El juego de poderes solo viene generando retrocesos, donde los más perjudicados son los más vulnerables. Sin competitividad nos alejamos del camino correcto, que es el de mejorar el entorno empresarial y la calidad de vida de la población.
Uno de los cuatro pilares que evalúa el ranking se refiere a la eficiencia del gobierno, y mide cómo la política contribuye o menoscaba la competitividad. En este pilar el Perú ocupó el puesto 55, lo que evidencia un retroceso de 5 posiciones con respecto a 2023, y 23 posiciones con respecto a 2008. Uno de los cuatro factores que evalúa este pilar es el marco social, referido al crecimiento equitativo y seguridad. Este ha mostrado un deterioro y estancamiento desalentador. Pasamos del puesto 26 en 2008, al puesto 60 en 2024.
Otro de los pilares es el de eficiencia de negocios, que mide cómo la productividad y la gestión empresarial afectan la competitividad. En este pilar el Perú ocupó el puesto 60, lo que evidencia un retroceso de 7 posiciones con respecto a 2023, y de 30 posiciones con respecto a 2008. Uno de los cinco factores que evalúa este pilar es el mercado laboral. Este ha mostrado un retroceso de 21 posiciones con respecto a 2023. Poco o nada se hace por levantar la rigidez que arrastramos por años, y que desalienta la contratación formal.
En definitiva, estos resultados reflejan que trabajar por la competitividad de nuestra economía debe ser tomado con sentido de urgencia, y el PNCP debe ser la punta de lanza para ello. Con la colaboración público-privada y voluntad política recuperaremos el crecimiento sostenido, el bienestar y la competitividad de nuestra economía.