(Desde Washington, Estados Unidos) Kamala Harris se encerró en un hotel de Pittsburgh para entrenar su guión de debate presidencial: enfrente un asesor disfrazado de Donald Trump contestaba sus argumentos políticos sobre el valor de la democracia y a la importancia de preservar el derecho al aborto. A 3.500 kilómetros de allí, en su hotel de Las Vegas, Trump utilizó su propia suite para observar -una y otra vez- el discurso de Harris en la Convención Demócrata: buscaba su flanco débil para afilar su réplica política.
Con las encuestas arrojando un empate técnico, Los dos candidatos asumen que el debate presidencial en la cadena ABC será un punto de inflexión en la campaña electoral. Y se preparan para una puja mediática que tiene lógica de suma cero: solo quien gana se llevará cuatro años en el Salón Oval.
Harris y Trump nunca se encontraron. El expresidente republicano descartó una transición ordenada con Joseph Biden -denunció fraude electoral-, y no concurrió a la Casa Blanca para hacer los honores a su sucesor.
Ambos candidatos se tienen inquina personal, y una muestra de ese desagrado mutuo podría ocurrir cuando inicie la confrontación pública: no está claro aún si se darán la mano frente a los millones de estadounidenses que mañana a las 21.00 (hora del este) cenarán mirando un acontecimiento histórico.
La última encuesta publicada por The New York Times muestra a Trump con 48 por ciento de los votos versus el 47 por ciento a favor de Harris. Ese sondeo tiene un error estadístico del tres por ciento, un dato que afirma lo obvio: hay empate técnico entre los dos contendientes.
La estrategia electoral de Harris apunta fortalecer sus niveles de conocimiento público entre los votantes indecisos. Los sondeos propios aseguran que cerca de un 25 por ciento de ese segmento aún no sabe cómo piensa la candidata demócrata, mientras que Trump está en una cifra que ronda el 7 por ciento.
En este contexto, el debate de mañana es clave para Harris. Ella y su equipo definieron un guión que se apoya en sus ideas políticas más que en la confrontación directa contra Trump. Eso no significa que la candidata demócrata rehuya un debate caliente sobre un asunto disruptivo que presente su adversario republicano, como podría ser su genero, su etnia o su religión.
Harris quiere demostrar que puede liderar Estados Unidos con una agenda moderna, que Trump sería incapaz de ejecutar por su edad (78 años) y sus ideas políticas. La candidata demócrata -explicó su entorno a Infobae– desplegaría un discurso con posibles medidas económicas que van más allá del programa que lideró Biden en su mandato.
Desde esta perspectiva, la candidata oficialista tiene un paper que asigna importancia táctica a demostrar que aún es posible construir el denominado sueño americano, una aspiración social que millones de votantes no encontraban en la propuesta de Biden cuando todavía buscaba su reelección electoral.
La encuesta del New York Times exhibe al factor cambio y un mejor futuro como aspiraciones básicas del electorado indeciso: más del 60 por ciento de los encuestados opinaron que el próximo presidente debe modificar la actual coyuntura. Y a continuación, sólo un 25 por ciento coloca en ese rol a Harris, mientras que Trump aparece con un porcentaje del 53 por ciento.
Entonces, Harris tiene tres objetivos a cumplir durante el debate: presentar sus ideas al electorado indeciso que no la conoce, convencer a los independientes que exigen una nueva agenda presidencial, y desnudar las posiciones ideológicas (aborto y impuestos) que definen el discurso de Trump.
Trump estructura su guión de debate sobre la situación económica que deja Biden. El comité de campaña republicano tiene un sondeo propio que muestra Trump por encima de Harris en un 15 por ciento cuando se pregunta sobre economía, inflación y empleo.
Y la diferencia entre ambos adversarios crece al momento de consultar sobre la inmigración indocumentada: el expresidente obtiene una diferencia de 21 puntos sobre la vicepresidente, que se encargó del tema con escaso éxito en 2021.
A su vez, se prevé que Trump hará foco en el tablero internacional. Cuestionará la retirada de Estados Unidos desde Afganistán, criticará la estrategia de negociación de Biden respecto al cese del fuego entre Israel y Hamas, y argumentará que la guerra en Ucrania es consecuencia directa de la agenda geopolítica de la administración demócrata.
El candidato republicano usará la imagen publica de Biden para castigar a Harris. El presidente de los Estados Unidos tiene una imagen negativa promedio de 54,3 por ciento (acorde al sitio Realclearpolitics), y Trump intentará aprovechar este hecho político para erosionar el perfil electoral de Harris.
El debate presidencial tendrá una extensión de 90 minutos con dos cortes publicitarios. Harris y Trump sólo dispondrán de un bolígrafo, un anotador y una botella de agua. No habrá asesores en el estudio de televisión de la cadena ABC, y los periodistas David Muir y Linsey Davis conducirán este hecho histórico. Está previsto para mañana a las 21, hora del este