La proteína es fundamental para llevar una dieta equilibrada que permita que nuestro organismo funcione correctamente. Es un macronutriente que se encuentra en todas las células y tejidos del cuerpo y cuya función es vital para el crecimiento muscular al ayudar a reparar y mantener el tejido muscular, pero también es necesaria para formar músculos, producir cabello, sangre, tejido conectivo, anticuerpos o enzimas.
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) establece que para los adultos sanos el requerimiento promedio es de 0,66 gramos de proteína por cada kilo de peso. De este modo, un adulto que pese 80 kilos debería consumir 52,8 gramos de proteína al día. Sin embargo, la EFSA recomienda ingerir proteínas por encima de este promedio para asegurarse las necesidades, ya que la alimentación y la absorción intestinal no siempre es del todo eficiente. Por ello, aconseja un consumo de 0,83 gramos de proteína por kilo de peso. Siguiendo con el mismo ejemplo, un adulto de 80 kilos debería ingerir 66,4 gramos al día.
No octante, los expertos recomiendan tener cuidado y no pasarse, porque una ingesta excesiva puede acarrear riesgos para la salud. Según Olimp Laboratories, una compañía farmacéutica especializada en el campo de los suplementos dietéticos, las consecuencias negativas para la salud son las siguientes:
Aumento de peso
Muchas personas que quieren bajar de peso, recurren a un mayor consumo de proteínas por su capacidad para saciar. Sin embargo, puede convertirse en un perjuicio, por lo que deberían ceñirse a cubrir sus necesidades diarias.
Riesgo de deshidratación
El consumo de una excesiva cantidad de proteínas intensifica el proceso de pérdida de agua, lo que en consecuencia puede provocar el riesgo de deshidratación. Esto se debe al exceso de nitrógeno que contienen las proteínas, que aumentan la excreción de agua del organismo.
Problemas renales
El exceso de nitrógeno afecta a los riñones porque hay una mayor excreción de calcio, que provoca que el elemento se deposite en las paredes de estos órganos y degenere en una condición muy popular llamada nefrolitiasis, más conocida como cálculos renales. “La ingesta excesiva de proteínas no solo puede causar dolor en los riñones, sino también dañar su funcionamiento y conducir a la alteración del funcionamiento óptimo de todo el organismo”, explica el laboratorio.
Acidificación del cuerpo
“La acidificación del cuerpo causada por el exceso de proteínas está inextricablemente ligada a la alta saturación del sistema con ácido úrico – este compuesto provoca el debilitamiento de la condición y el funcionamiento de los riñones y el hígado, que son responsables de los mecanismos de limpieza”, indican. Esto significa que una ingesta elevada de proteínas puede dar lugar a un alto nivel de metabolitos proteicos en la sangre, y luego provocar su acumulación en, por ejemplo, los tejidos blandos o las articulaciones. Esto aumenta el riesgo de desarrollar gota.
Olor desagradable
El amoníaco, que es uno de los metabolitos de las proteínas, tiene un olor característico e intenso. El aumento de su nivel provocado por el exceso de proteínas en la dieta puede provocar un olor desagradable en el sudor y la orina, mal aliento y gases intensos. También cabe recalcar que el exceso de proteínas acumuladas en el intestino sufre procesos de putrefacción lentos. Esto, a su vez, provoca la formación del amoníaco mencionado anteriormente, que aumenta el riesgo de cáncer gastrointestinal.