388 días después de entrar en prisión, Daniel Sancho está a pocas horas de conocer el futuro que le marcará la justicia tailandesa. El tribunal de Koh Samui, isla donde se encuentra encarcelado desde el 7 de agosto de 2023, está a punto de dictar sentencia por la muerte del cirujano colombiano Edwin Arrieta. El horizonte del acusado es impredecible: el fallo puede condenarlo a pena de muerte o dictar su absolución. Quizás por eso dijo recientemente que estaba “preparado para lo mejor y lo peor”.
Lo mejor -para sus intereses- sería una improbable absolución, ya que el propio Daniel Sancho se confesó culpable en el juicio de haber descuartizado y ocultado el cadáver de Edwin Arrieta, lo que le aseguraría una pena mínima de un año de prisión. Por lo tanto, quedaría descartado el escenario de la absolución como llega a reconocer la defensa del cocinero español.
La estrategia del acusado durante el juicio fue tratar de convencer al tribunal de que acabó con la vida de Arrieta de una forma involuntaria y para defenderse de una agresión del cirujano colombiano. De considerarlo así la Corte de Koh Samui, Daniel Sancho sería condenado por un homicidio imprudente, que en el Código Penal tailandés supone una pena de entre seis y ocho años de prisión. Este es precisamente el pronóstico que han hecho públicamente sus abogados en sus últimas manifestaciones. Se trata de un escenario que se interpretaría como favorable al acusado.
El escenario cambiaría radicalmente si el tribunal aprecia dolo (como se denomina a la intencionalidad en el Derecho Penal) en los hechos presuntamente cometidos por Daniel Sancho. En ese caso, cabe esperar una condena por un delito de asesinato doloso, lo que incrementaría la pena a imponer al acusado hasta una horquilla que oscilaría entre 15 y 25 años de prisión. Esta condena apreciaría la intencionalidad de Sancho a la hora de causar la muerte a Edwin Arrieta, pero descartaría que hubiera una planificación, como sostienen tanto la Fiscalía como la coacusación ejercida por la familia de la víctima.
Si el tribunal cree probada la premeditación en el crimen, Daniel Sancho estaría ante el peor horizonte posible. Dado el caso, y según la legislación tailandesa, el castigo sería el más grave: cadena perpetua o, incluso, pena de muerte. La familia de Edwin Arrieta, de fuertes creencias católicas, se decanta por la primera de las dos opciones, aunque nadie puede descartar la segunda. Prueba de ello es que otro español, Artur Segarra, fue condenado a pena de muerte en Tailandia por cometer un crimen premeditado.
Punto y aparte en el caso
La esperada sentencia no será el final del caso, ya que tanto los abogados de la familia Arrieta como de Daniel Sancho han afirmado que recurrirán el fallo -tienen un plazo de un mes para hacerlo- si no les resulta favorable para sus intereses. Además, si se confirman los peores pronósticos para el acusado, podría solicitar el indulto al rey de Tailandia para que le conmutase la pena de muerte por cadena perpetua, un perdón excepcional que ya concedió al propio Artur Segarra.
El acto de lectura de la sentencia se celebrará a puerta cerrada en la Corte de Koh Samui a partir de las 10:00 horas de Tailandia (5:00 horas en la madrugada española). El acusado será trasladado hasta la sede judicial para escuchar de primera mano el dictamen, aunque no estará solo. Su padre, el actor Rodolfo Sancho, volverá a estar a su lado. También está autorizada por el tribunal su madre, Silvia Bronchalo, aunque está por confirmar si finalmente acudirá a la lectura de la sentencia.
El abogado de la familia Arrieta en España, Juan Gonzalo Ospina, ha reconocido a Infobae España a pocas horas de conocerse el fallo que existe “preocupación e incertidumbre” en el entorno de la víctima por una posible sentencia favorable a Daniel Sancho. Esa inquietud, explica Ospina, viene provocada por la posibilidad de que el tribunal de la Corte de Koh Samui haya dictado un fallo “manipulado o parcial” en favor del acusado. Sea cual sea la resolución, no será más que un punto y aparte en uno de esos casos que trasciende fronteras.