Según la Organización Mundial de la Salud, el número de personas que viven con demencia está aumentando aceleradamente. Se calcula que para 2050, las personas que presentarán esta enfermedad se triplicará hasta alcanzar los 139 millones.
El Alzheimer es la causa más común de demencia en adultos mayores, por lo que los expertos consideran que el mundo se está enfrentando a una pandemia emergente de esta enfermedad y están abocados a su investigación, tratamiento y prevención.
En busca de las probabilidades de padecer demencia, un reciente estudio, publicado en Annals of Neurology, determinó que los acontecimientos estresantes de la vida, como la muerte de un ser querido o el divorcio, exponen a una persona a un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad en el futuro. El descubrimiento se dió sólo si el evento estresante había ocurrido en la niñez o en la mediana edad.
Según la organización benéfica Race Against Dementia la demencia afecta el cerebro y provoca problemas de memoria, pensamiento y comportamiento. Al tratarse de una enfermedad progresiva empeora con el tiempo.
Si bien el Alzheimer es la demencia más conocida y representa la mayoría de los casos, existen al menos 200 tipos diferentes de esta enfermedad, cada uno con sus propios síntomas, causas y tratamientos.
Cómo se realizó el estudio
La investigación incluyó a 1.290 personas con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Los investigadores observaron 18 acontecimientos estresantes y en qué momento de la vida de las personas sucedieron, describe Carol Opdebeeck, profesora titular de Psicología de la Universidad Metropolitana de Manchester, en un artículo de su autoría en La Conversación.
Los científicos tomaron muestras de líquido cefalorraquídeo de un subconjunto del grupo (393) para buscar proteínas anormales (llamadas amiloide y tau) que están asociadas con el Alzheimer. También buscaron signos de inflamación cerebral, que se cree que contribuye a la enfermedad, y examinaron el volumen de materia gris. La materia gris es crucial para pensar y procesar información y tiende a reducirse en personas con Alzheimer.
Aunque los investigadores encontraron que los acontecimientos vitales estresantes en la infancia y la mediana edad se asociaban con “marcadores biológicos” del Alzheimer (amiloide y tau anormales), no encontraron ninguna asociación entre los acontecimientos vitales estresantes y las reducciones de la materia gris.
El doctor Alejandro Andersson, médico neurólogo, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires, INBA explicó a Infobae en una nota reciente que el alzheimer es una enfermedad de comienzo muy gradual, “siempre evoluciona lentamente, tanto en la fase preclínica como en la clínica. En la fase preclínica se van muriendo las neuronas, porque se va acumulando sobre ellas el beta amiloide, que destruye de a poco el esqueleto interno de las neuronas”.
La presencia de marcadores de la enfermedad de Alzheimer podría indicar que la infancia y la mediana edad son períodos en los que los efectos del estrés en términos de sustancias químicas y respuestas en el cerebro son particularmente fuertes. La infancia es una época de importante desarrollo cerebral y los investigadores creen que el estrés en esta época puede tener efectos duraderos, incluido el aumento del riesgo de Alzheimer.
La mediana edad es el momento en el que los biomarcadores de esta enfermedad comienzan a acumularse en el cerebro, por lo que esta podría ser la razón por la que también es un momento vulnerable.
Los acontecimientos vitales estresantes totales también se asociaron con biomarcadores de amiloide, inflamación cerebral y disminución de la materia gris, pero solo en aquellos con antecedentes de trastornos psiquiátricos.
Resultados diferentes en hombres y mujeres
Los investigadores también estudiaron las diferencias entre mujeres y hombres en las relaciones entre eventos vitales estresantes y biomarcadores del Alzheimer. Los acontecimientos vitales estresantes se asociaron con una reducción de la materia gris en las mujeres, pero no en los hombres. Por el contrario, todos los acontecimientos vitales estresantes se asociaron con biomarcadores de tau en los hombres, pero no en las mujeres.
Los científicos creen que estas diferencias podrían estar relacionadas con la forma en que responden hombres y mujeres al estrés, ya que lo hacen de manera diferente tanto psicológica como biológicamente. Por ejemplo, mientras que es probable que los hombres adopten una respuesta de lucha o huida ante el estrés, se ha demostrado que las mujeres tienen una “respuesta de atención y amistad”: cuidar a los niños y confiar en las redes sociales”, explicó Opdebeeck.
Existen muchos estudios que investigan las causas de estas diferencias. En uno muy importante, recientemente detallado en una nota de Infobae y publicado en la revista Cell Reports, los investigadores del laboratorio conjunto del profesor Alon Chen del Instituto Weizmann y el Instituto Max Planck de Psiquiatría en Munich, descubrieron que una subcategoría de células cerebrales responde al estrés de una manera totalmente diferente en hombres y mujeres. Otros estudios apuntan a las hormonas como causantes de estas diferencias.
Los investigadores dijeron que identificar de forma temprana a quienes padecen mayor riesgo de padecer alzheimer podría hacer posible la prevención mediante intervenciones tempranas, como cambios en el estilo de vida.
“Existen algunas limitaciones a los hallazgos. Los científicos confiaron en que las personas recordaran qué y cuándo ocurrieron eventos estresantes, a veces muchos años después. Tampoco hay una medida de qué tan estresantes encontraron las personas estos eventos. Algunas personas pueden verse afectadas de manera diferente por eventos estresantes que otras. Además, el estudio solo informa los marcadores físicos tempranos de la enfermedad, no el diagnóstico”, dijo Opdebeeck.
Y agregó: “Lamentablemente, no podemos garantizar que nadie esté expuesto a acontecimientos estresantes de la vida, pero podemos centrarnos en cómo reducir los efectos negativos de estas experiencias. Esto podría hacerse de diversas maneras. Una opción es ayudar a quienes experimentan acontecimientos vitales estresantes a desarrollar estrategias de afrontamiento, como ejercicio, meditación o buscar ayuda de un terapeuta”.
Finalmente, concluyó: “Continuar construyendo perfiles de las diferentes experiencias relacionadas con cambios cerebrales negativos podría ayudar a identificar quién se beneficiaría más de las intervenciones o incluso de los tratamientos tempranos. La nueva generación de fármacos que eliminan amiloide, como lecanemab y donanemab, son más eficaces en las primeras etapas del proceso de la enfermedad”.
Según los investigadores, comprender las asociaciones entre los acontecimientos vitales estresantes y el desarrollo de la demencia ayudará a intervenir de forma temprana y probablemente a reducir el número de personas que desarrollan demencia.