La mejora en las ventas de mayo en rubros como electrodomésticos o indumentaria y calzado, apalancados en gran medida por el hot sale y la mayor financiación a tasas más bajas no se replicó en el consumo masivo, a pesar de que los comerciantes tenían expectativas alentadoras. Las promociones agresivas y las bajas de precios que hubo en muchos productos para intentar traccionar ventas no fueron suficientes. De todos modos, los números de mayo mostraron una desaceleración en el nivel de contracción respecto de las cifras de abril, pero la caída se mantuvo en doble dígito y los analistas no avizoran cambios en el segundo semestre.
Los números son los proporcionados por la consultora Scentia, que mide la evolución de las ventas de los productos empaquetados en los supermercados y autoservicios independientes. De acuerdo con sus estadísticas, en mayo las ventas en el total canales se derrumbaron 10% en términos interanuales -en abril la baja había sido de 13,8%-, con una disminución de 10,5% en las cadenas y de 9,5% en los autoservicios. De esta manera, la contracción general acumulada en los primeros cinco meses del año roza el 8%. Y según fuentes de algunos súper, la tendencia este mes se mantiene y no hay expectativas de que se produzcan cambios bruscos. “Si hay una mejora, será hacia fin de año, pero eso no modificará el cierre del 2024, que vemos negativo entre un 7% y un 8% respecto del 2023, a partir de pronósticos que con nuestros datos modelizan consultoras en economía″, afirmó el titular de Scentia, Osvaldo del Río.
¿Qué es lo que los consumidores dejaron de comprar? Según el informe, y también las propias empresas productoras, las bebidas, con y sin alcohol, es la categoría más golpeada. Las que tienen alcohol, porque no son imprescindibles, y las otras, porque son reemplazables. De hecho, cayeron fuerte las ventas de agua mineral y el motivo es su reemplazo por el agua potable. Durante mayo, según Scentia, las ventas de bebidas con alcohol cayeron 19,1% interanual, mientras que las sin alcohol se derrumbaron 18,3%. Le ganaron los alimentos perecederos, con una merma del 20,5%, mientras que los productos de higiene y cosmética, limpieza y los impulsivos (golosinas, por ejemplo) registraron una disminución en sus ventas de entre 12 y 14%. Lo que menos cayó fueron los alimentos de desayuno y merienda (-6,5%) y el rubro alimentación en general (-1,2%), que incluye a los productos más básicos.
Cuando se observa lo sucedido en los comercios en las distintas geografías, mientras que en el caso de las grandes cadenas, la caída ronda el 10% tanto en AMBA como en el interior del país, en el caso de los autoservicios, se registró un escenario mucho peor en el interior (16,3% de caída) que en el AMBA, donde la cifra interanual fue positiva en 5,6%. Según el informe, no es menor la base con la que se compara cada canal, ya que las grandes cadenas venían de un 2023 con números muy positivos (+7,8% en mayo), a diferencia de los autoservicios, que ya mostraban un escenario crítico de contracción (-12%).
El año pasado, las ventas en el canal moderno estaban fogoneadas por varias cuestiones, pero fundamentalmente porque los altos niveles de inflación y la expectativa de una posible devaluación generaban en los consumidores el impulso de comprar y stockearse lo más posible. Lo mismo hacían los supermercados con los proveedores, y por eso hoy hay tanto stock en muchos distribuidores y comercios. Eso hace que la caída de ventas se siente peor aún en las empresas productoras que a nivel del público. Pero además de este escenario, que generaba una actitud precautoria, la brecha de precios entre canales llegó a niveles altísimos producto de que los “Precios Justos” sólo regían en las grandes cadenas, y ello hacía que los consumidores, y hasta los propios comerciantes pequeños, compraran en las mayores superficies.
La caída de 10 puntos porcentuales que viene registrando el consumo masivo respecto del año pasado no sólo se explica por la base de comparación del canal moderno, sino que es el fiel reflejo de lo que viene sucediendo con los salarios, especialmente desde diciembre pasado, cuando se desplomaron en términos reales tras la devaluación. Y aunque en los últimos meses, con la desaceleración inflacionaria y el cierre de las paritarias, están recomponiendo parte de lo perdido, aún están muy lejos de los niveles del año pasado y eso es sinónimo de menor poder de compra. Tanto es así que lo que menos se ha resentido son las categorías más básicas, cuyos proveedores tuvieron que bajar sensiblemente los precios para sostener los volúmenes. Es el caso del azúcar, el aceite o la harina, por ejemplo. El resto de los productos sigue con caídas pronunciadas, incluso cuando desde las empresas lanzaron promociones muy agresivas y desde los supermercados acompañan con todo tipo de estrategias comerciales.
Los precios de los alimentos en mayo registraron una fuerte desaceleración respecto de abril, aunque se ubicaron por encima del promedio del IPC. Mientras que la inflación general fue de 4,2%, los precios de ese rubro treparon 4,8% y los de las bebidas alcohólicas y tabaco, 6,7%. El mes anterior, los alimentos se habían incrementado 6%, según el Indec.