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El desafío del Sahel para la UE: no quemar puentes pero tampoco dar un cheque en blanco a las juntas

La UE se encuentra en una encrucijada en lo que se refiere a su relación con el Sahel, una región fundamental para su seguridad en la que los yihadistas han ido ganando terreno en los últimos años y en la que los golpes de Estado se han sucedido. El desafío actual es cómo relacionarse con las juntas que gobiernan Malí, Burkina Faso y Níger sin quemar puentes pero tampoco sin brindarles un cheque en blanco.

La concatenación de golpes de Estado, que empezaron por Malí, continuaron por Burkina Faso y culminaron en julio pasado en Níger, ha venido acompañada por una búsqueda de nuevos socios por parte de las juntas militares gobernantes, en han visto en todos los casos a Rusia como la mejor opción, pero que tampoco ven con malos ojos a Turquía o Irán.

Junto a este proceso de diversificación de alianzas, se ha producido un distanciamiento de Occidente y, más en concreto de Francia y por extensión de la UE. El pasado colonial sigue estando muy presente en estos países, según resaltó Ulf Laessing, director del Programa sobre el Sahel de la Fundación Konrad-Adenauer, en un reciente ‘webinar’ organizado por el Programa sobre Extremismo de la Universidad George Washington.

Además, en la población local se creó la “percepción errónea” de que el despliegue de los “ejércitos más potentes del mundo” –por la presencia de la operación Barkhane francesa, la misión de la ONU en Malí MINUSMA o de tropas estadounidense en la región– debían ser capaces de “derrotar a los terroristas”, algo que no ha ocurrido, como tampoco el Gobierno maliense supo brindar los servicios necesarios en el norte de Malí cuando Francia ayudó a repeler a los yihadistas en 2012.

Rusia ha sabido explotar esta frustración ya que llevaba un tiempo intentando labrarse “una imagen más positiva” en contraposición con la que tenían los “colonialistas” de Occidente, destacó Laessing, incidiendo en que también Turquía e Irán están intentando abrirse camino, entre otras cosas mediante el suministro de drones con los que combatir a los yihadistas.

El riesgo ahora, en opinión de este experto, es que ocurra lo mismo con Chad, “el más estrecho aliado” de Francia en la región, al que Moscú ya ha empezado a cortejar y cuyo Gobierno ha solicitado la marcha de las tropas estadounidenses. Según Laessing, en el caso de Níger ha sido en buena medida la UE la que ha enviado a la junta militar en brazos de Rusia. “No querían trabajar más con Francia por motivos históricos, pero estaban dispuestos a hacerlo con otros países europeos” si bien la UE prácticamente ha paralizado todo, sostuvo.

PAPEL MÁS ACTIVO DE LA UE

Para este experto de la Konrad-Adenauer, “la UE debe desempeñar un papel más activo” y no dejarse llevar por lo que marque París. “Es muy fácil criticar a Francia”, denunció, cuando demuestra ser el único país dispuesto a hacer algo mientras que otros como España, Alemania o Italia parecen esconderse detrás.

“Es difícil diseñar una nueva política en un contexto tan fluido e impredecible”, reconoció por su parte Philippe van Amersfoort, director de la Secretaría de la Asociación para la Seguridad y la Estabilidad en el Sahel (P3S) dentro del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE). La UE se enfrenta actualmente a “autoridades hostiles” en estos países en los que “la cooperación internacional no es bienvenida”.

“Nos enfrentamos al dilema de que queremos mantener la puerta abierta a la cooperación”, a seguir “comprometidos en el Sahel”, “pero hay estrategias antiterroristas que no queremos respaldar” en estos tres países, subrayó Van Amersfoort. “Hay regímenes a los que no queremos dar legitimidad”, admitió.

Aunque la UE pueda aceptar la idea de que los países del Sahel diversifiquen sus socios, “la gran pregunta” está en si puede aceptar “coexistir con competidores estratégicos que tienen una agenda que no compartimos”, incidió. Además, agregó, la UE debe ser consciente de que su papel solo puede ser “modesto” puesto que “muchas de las soluciones a los problemas regionales solo pueden venir desde dentro” y deben ser los países africanos quienes los resuelvan.

REFLEXIÓN SOBRE EL CAMINO A SEGUIR

Así las cosas, la UE está inmersa en una reflexión para decidir el camino a seguir en un momento en que “las oportunidades de cooperación están disminuyendo” y al mismo tiempo es evidente que el enfoque militar para combatir el terrorismo no está funcionando. Para Van Amersfoort, “es importante aprender de las lecciones de la anterior implicación”.

En una región tan volátil como el Sahel, en opinión de este funcionario del SEAE, “deberíamos diseñar misiones militares o civiles con un menor despliegue” que “sean más reactivas, reversibles y escalables”. “Deberíamos desplegar equipos avanzados rápido cuando consideremos que se dan las condiciones”, puntualizó.

En este sentido, a su juicio el modelo a seguir podría ser la iniciativa de cooperación con los países del golfo de Guinea que prevé misiones de asesoramiento militar en Togo, Benín, Ghana y Costa de Marfil y no de entrenamiento como la que había en Malí y que se dio por concluida el mes pasado. Este modelo, que requiere un escaso despliegue, “es probablemente la mejor manera de avanzar”.

Al mismo tiempo, se deben mantener “algunas iniciativas de mediación a nivel local, que no impliquen apoyo a las autoridades nacionales en Níger, Malí y Burkina Faso” y, dado que la práctica disolución del G5 Sahel con la marcha de estos tres países ha dejado a la UE sin su principal socio, debería explorarse al mismo tiempo la vía bilateral.

NO QUEMAR TODOS LOS PUENTES

En este sentido, Beatriz de León, directora del Foro de Diálogo Social Sahel Europa en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), sostuvo en el citado ‘webinar’ que la UE debe mirar hacia el Sahel “a través de una nueva lente” y sobre todo “no quemar todos los puentes” que tanto trabajo costó construir, como algunos países occidentales están haciendo.

“Debemos seguir desarrollando el máximo posible la relación en este complejo panorama, pero no a cualquier precio y asegurándonos que conseguimos de ellos lo que buscamos”, defendió esta experta, para quien la UE debería mostrarse “más transparente y más clara” en lo que espera de los países del Sahel. “No podemos decir sí a todo, seguimos teniendo estándares y valores”, incidió.

Con todo, en opinión de Laessing, Occidente, y Europa en particular, debería mostrar “más humildad” si quieren que otros países como Rusia, Turquía o Irán, que ponen todo “más fácil”, ganen terreno. La UE, según él, “ha tentado a la suerte” pensando que si no les apoyaban estos países volverían “suplicando”. “No creo que eso vaya a ocurrir porque hay otros actores como Rusia o Irán” y porque las nuevas generaciones no sienten el apego hacia la metrópoli que había antes, advirtió.

Así las cosas, Beatriz de León sostuvo que España, al igual que el resto de países europeos, “debería seguir trabajando a nivel bilateral con estos países”, sobre todo en materia de cooperación y humanitaria para que la población civil no se vea castigada.

“Con suerte estos gobiernos no durarán para siempre y tenemos que prepararnos para el día después y no romper todos los puentes que teníamos en el Sahel”, incidió. También hace falta “una estrategia europea cohesionada” respecto a esta región puesto que “actualmente los países europeos están compitiendo entre sí”, reivindicó.

“Los canales de comunicación de la UE siguen estando abiertos con todos los países del Sahel” y existe “consenso” entre los Veintisiete en que “la UE debería seguir implicada”, de ahí el que no se han suspendido todos los programas con estos países, solo “los que implican trabajar” con las juntas militares. “Muchos programas que prestan apoyo directo a la población siguen en marcha”, puntualizó.

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