Cuando desembarcó en el puerto de Nueva York del buque que lo había traído desde Rio de Janeiro, el serbio Dusko Popov, un espía al servicio del MI6 británico que había logrado infiltrarse en la inteligencia militar alemana, llevaba tres días sin dormir, oscilando entre la furia y la depresión. Estaba así desde el momento en que el capitán del barco les había informado a los pasajeros que los japoneses habían atacado las instalaciones militares de los Estados Unidos en Pearl Harbor, en el Pacífico.
En el sector de migraciones lo esperaba el agente del FBI Charles Lehman, su “niñero” estadounidense, que le facilitó los trámites migratorios. Apenas estuvieron solos, Popov escupió la pregunta que llevaba tres días torturándolo.
-¿Qué pasó, Charlie?
En sus memorias, Popov cuenta que el agente del FBI lo miró en silencio, como si no entendiera, y que entonces insistió:
-Pearl Harbor, Charlie. ¿Por qué?
-¡Ah! Supongo que nos han vencido. Nos tomaron por sorpresa. Esos japoneses traidores… negociando con Washington hasta el último momento, mientras su flota se preparaba para atacar…
Popov no lo dejó terminar. La explicación del norteamericano acababa de multiplicar su furia y su indignación.
-Charlie, ¿qué carajo está diciendo? Me está hablando a mí, Charlie, no al New York Times. A mí, a “Triciclo”, a Dusko Popov, el tipo que llegó a Estados Unidos hace cuatro meses y les dijo que los japoneses atacarían Pearl Harbor antes de fin de año. Incluso les dije como lo harían…
-Voy a informarme… – trató de interrumpirlo Lehman.
-Sí, ya lo sé, todo lo que yo diga irá de tu boca a los oídos de Alá.
-¿Los oídos de quién?
-Los oídos de Hoover.
El agente del FBI miró horrorizado al espía del MI6. Acababa de cometer un pecado capital: nombrar de manera burlona al intocable jefe del FBI, J. Edgar Hoover, uno de los hombres más poderosos de los Estados Unidos, quizás más que el presidente. Apenas se repuso, atinó a contestar con una velada amenaza:
-Olvide todo esto, Dusko; buscar una verdad fuera de su alcance puede ser peligroso. Puede inspirar una idea a míster Hoover…
Dusko Popov no dijo nada más. Años después contaría que no fue por temor a la amenaza, sino porque se dio cuenta de que era una pieza de un juego cuyas reglas estaban fuera de su alcance. Él había avisado lo de Pearl Harbor, pero las decisiones sobre qué hacer con su información se tomaban en otro lugar.
El ataque a Pearl Harbor
La conversación de Popov con Lehman tuvo lugar el 10 de diciembre de 1941. Tres días antes, a las 7.48 AM, hora de Hawái, 353 aviones de la flota japonesa habían atacado la base naval de los Estados Unidos en Pearl Harbor, en el Pacífico. Los japoneses habían hundido 8 grandes navíos y destruido 188 aviones. La cifra de muertos era escalofriante: unos 2.400 militares y más de 50 civiles.
El ataque buscaba destruir buena parte de la flota estadounidense en el Pacífico para que no resistieran las acciones que los japoneses planeaban en el sureste asiático contra las posesiones ultramarinas de Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos y Estados Unidos. El objetivo final era apoderarse de islas estratégicas en el Pacífico para conseguir petróleo y otro tipo de suministros.
El ataque empujó a Estados Unidos a una guerra que había logrado esquivar durante más de dos años. Al día siguiente, el presidente Franklin Delano Roosevelt pidió al Congreso una declaración de guerra contra Japón y el 11 de diciembre, Alemania e Italia le declararon la guerra a los Estados Unidos. Se abrió así un nuevo frente de la Segunda Guerra Mundial, con el que llegó a su máximo nivel de expansión.
La prensa estadounidense, la de los Aliados y buena parte de los medios mundiales se hicieron eco de la versión que el gobierno de los Estados Unidos dio del ataque: que se trataba de una acción artera de los japoneses mientras estaban negociando con Washington. En otras palabras, que había sido un ataque inesperado que los tomó por sorpresa.
Fue lo mismo que primero Charles Lehman y después el asistente de Hoover, Percy E. Foxworth, le dijeron a Dusko Popov, mintiéndole en la cara. El primero en advertirles a ellos y al jefe del FBI sobre el ataque japonés era precisamente él, el agente Triciclo, uno de los espías más informados y confiables que tenían los británicos.
Doble agente y play boy
Dusko Popov había nacido en un pequeño pueblo serbio en 1912 y cuando era niño su familia se mudó a Dubrovnik, una ciudad aristocrática ubicada sobre el Adriático donde los Popov tenían una hermosa casa de verano.
A principios de los años treinta, con el auge del nazismo, Popov fue a estudiar Derecho a Belgrado. Su vida de bon vivant y su figura atractiva lo convirtieron en un Don Juan. Sin embargo, su afición por el estudio no le impidió mudarse al suroeste de Alemania, más precisamente a Friburgo, una ciudad de fuerte corte universitario.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Popov fue contactado por la Abwehr – la inteligencia militar alemana – para que utilizara sus conexiones en Gran Bretaña con el objetivo de obtener información política, económica y militar. Antinazi no confeso, Popov aceptó pero al mismo tiempo se puso en contacto con los británicos, que le propusieron operar como doble agente. Esto es: pasarles información a los alemanes – en parte verdadera, en parte falsa – y utilizar ese juego para obtener información de ellos.
Operó en Londres, en Madrid y, sobre todo en Portugal, donde tuvo su base en Estoril, con la cobertura de ser un empresario exitoso a quien, además, le gustaba la buena vida. Hacia principios de 1941, Portugal llevaba varios años de una dictadura con buenos vínculos con los fascistas italianos, los falangistas españoles y con los nazis alemanes. Sin embargo, el autócrata Antonio de Oliveira Salazar no descuidaba los buenos vínculos históricos con Gran Bretaña.
De allí que en el Palacio Estoril se hospedaban famosos millonarios, judíos refugiados en el Portugal neutral y espías de muy diversos orígenes, nombres y nacionalidades ficticias que tenían propósitos ultrasecretos. Cuando estaba en Estoril, Popov se mostraba fundamentalmente como un playboy y jugador empedernido. Tal vez por eso, años más tarde hubo quienes pensaron que Ian Fleming – también agente inglés – se inspiró en él para su personaje de James Bond. Años después, Popov negó rotundamente esa posibilidad. “Dudo que un Bond de carne y hueso hubiera logrado sobrevivir más de 48 horas como agente del espionaje”, explicó.
A mediados de 1941, los alemanes le propusieron crear una nueva red de espionaje en los Estados Unidos y los británicos se mostraron encantados por la posibilidad que siguiera con su juego de doble agente en Nueva York. Además, para entonces, Triciclo había obtenido una información altamente sensible que debería comunicarle a la contrainteligencia estadounidense con suma urgencia: los japoneses preparaban un ataque contra los Estados Unidos en el Pacífico.
Objetivo Pearl Harbor
Para indicarle a Popov – a quien llamaban Iván – qué información debía obtener, los alemanes le daban largos cuestionarios que tenía que responder. Entre esas preguntas, el doble agente descubrió que dos de ellas podían tener una conexión.
Una de ellas apuntaba a que consiguiera todos los detalles posibles sobre el exitoso ataque británico del 12 de noviembre de 1940 al puerto italiano de Tarento, cuando un pequeño grupo de aviones británicos bombardeó a los navíos italianos estacionados allí. La facilidad con que los torpederos pudieron poner fuera de combate a grandes buques de guerra italianos había llamado la atención de los alemanes, pero también de los japoneses, que poco después enviaron una delegación naval para que estudiara las instalaciones del puerto y cómo se había desarrollado el ataque.
En un segundo cuestionario, que Popov recibió poco antes de viajar a los Estados Unidos, los alemanes le pidieron que obtuviera toda la información posible sobre la base naval de Pearl Harbor, en Hawái, sus instalaciones, las fuerzas con que contaba y las defensas que la marina estadounidense desplegaba.
Dusko Popov dedujo que los japoneses buscaban tomar modelo del ataque británico contra Tarento como referencia o bien como guía para un ataque contra Pearl Harbor. Cuando expuso esta conclusión frente a sus jefes en la inteligencia militar británica, éstos no solo coincidieron con su análisis sino que le encomendaron que transmitiera esa información a los estadounidenses aprovechando que se instalaría – ahora como triple agente: alemán, británico y norteamericano – en Nueva York.
Popov nunca supo por qué la persona a la cual debía dar la información era el todopoderoso jefe del FBI, J. Edgar Hoover, en lugar de algún alto jefe de la inteligencia militar estadounidense, como indicaba la lógica más básica.
Era previsible que tuviera que tratar con Hoover, que se ocupaba de la seguridad interior del país, sobre la supuesta red de espías alemanes que le habían encargado montar, ya que necesitaba que el FBI le diera “información” para alimentar a los alemanes, pero no entendía qué tenía que ver el FBI con la prevención de un ataque extranjero a una base naval.
Popov y Hoover, frente a frente
El agente Triciclo supo que la relación con Hoover no sería fácil cuando el jefe del FBI demoró durante semanas la reunión que le había pedido a través de la inteligencia británica. Cuando finalmente pudo verlo frente a frente no solo lo confirmó, sino que descubrió que sería peor que la que había imaginado.
Hoover lo recibió en su despacho escoltado por el director asistente Percy E. Foxworth. Sin dejarlo siquiera exponer la información que Popov quería darle, Hoover lo atajó reprochándole la vida de playboy que estaba llevando adelante. Para Popov, eso era parte de su cobertura, para el jefe del FBI una muestra acabada de su degradación moral.
-Yo dirijo la organización policial más impecable del mundo. Usted aparece de pronto, se instala en un piso lujoso de Park Avenue y se dedica a perseguir estrellas de cine. Y ahora viene a que yo le ayude a pasarle información a los alemanes. Es como todos los agentes dobles, está pidiendo información para venderla a sus amigos alemanes y así ganar mucho dinero para seguir con su vida de playboy – le reprochó Hoover con tono despectivo.
Popov relataría después en sus memorias que no podía creer la actitud de Hoover, sobre todo cuando le estaba dando información estratégica. Tuvo que controlar su indignación para contestarle.
-No he venido a los Estados Unidos a infligir la ley ni a corromper su organización. He venido a contribuir en el esfuerzo de guerra. He traído una grave advertencia que indica exactamente dónde, cuándo, cómo y por qué va a ser atacado su país – le respondió.
El jefe del FBI dejó de hablarle a Popov y se dirigió a su colaborador Foxworth.
-Este hombre pretende enseñarme a hacer mi trabajo. Dígale que se vaya – le ordenó.
La carpeta con información confidencial que Popov había llevado quedó sobre el escritorio. Hoover ni siquiera se dignó a abrirla en su presencia.
La reunión tuvo lugar a mediados de agosto de 1941, casi cuatro meses antes de que los japoneses lanzaran su “inesperado” y “sorpresivo” ataque contra Pearl Harbor.
Las confirmaciones
J. Edgar Hoover fue director del FBI durante 48 años, hasta su muerte ocurrida el 2 de mayo de 1972. Se mantuvo intocable en el poder haciendo uso de la información confidencial que tenía sobre los ocho presidentes cuyas órdenes, supuestamente, debía obedecer.
Quizás la mejor definición sobre su personalidad y su modo de gestionar la organización que manejó a su imagen y semejante fue la que dio el ex presidente estadounidense Harry Truman poco después del final de la Segunda Guerra Mundial. “No queremos una policía secreta o Gestapo. El FBI está avanzando en esa dirección. Está interviniendo en escándalos sexuales y usando el chantaje (…) J. Edgar Hoover daría su ojo derecho para aferrarse al cargo, y todos los representantes y senadores tienen miedo de él”, dijo. Sin embargo, no lo desplazó.
Dusko Popov murió en Cannes, Francia, donde seguía llevando su vida de playboy, en 1981. Poco antes de su muerte – con la autorización de la inteligencia británica – publicó “El Doble Agente: Triciclo”, donde relató todas sus misiones durante la guerra y tras la victoria de los Aliados. Allí contó, por primera vez, el affaire con Hoover sobre el ataque japonés a Pearl Harbor. Ninguno de sus antiguos jefes lo desmintió.
La confirmación estadounidense sobre el encuentro del jefe del FBI con Popov y de su contenido, vino de mano de una investigación de The Washington Post. En un artículo publicado el 2 de diciembre de 1982, el periodista Thomas O’Toole aseguró que Hoover tuvo la información del ataque a la base naval estadounidense en el Pacífico por parte de Popov y citó documentación que corroboraba que un alto oficial del FBI llamado John Foxworth – el ex director adjunto de Hoover – escuchó en esa reunión de boca de Popov: “Ustedes deben esperar un ataque en Pearl Harbor antes de fin de año”.