El uso prolongado de dispositivos electrónicos en la infancia podría estar afectando gravemente el desarrollo cognitivo y emocional de los niños, según advierte la psiquiatra colombiana Laura Villamil.
La especialista señaló que el tiempo que los menores de edad pasan frente a las pantallas podría robar hasta 2.500 horas de interacción familiar en los primeros 12 años de vida, lo que equivaldría a tres años escolares completos sin el adecuado desarrollo comunicativo pertinente para el desarrollo.
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Villamil explicó a través de estudios y análisis que publica en sus redes sociales que la sobreestimulación sensorial provocada por sonidos e imágenes exageradas puede ser una fuente importante de trastornos de déficit de atención, hiperactividad y adicciones.
Además, el uso de pantallas por parte de los padres también disminuye significativamente la cantidad de intercambios verbales con sus hijos, así como los estímulos positivos que reciben, que resultan fundamentales en los primeros años.
En ese sentido, la profesional explicó que “cuanto más se utilizan los dispositivos digitales, más se debilitan las interacciones físicas”. Esta afirmación se basa en décadas de investigación de figuras como Winnicott, John Bowlby y Harlow, autores que se han encargado de darles peso y valor a las interacciones humanas para el desarrollo infantil y adolescente.
Contrario a la creencia popular, incluso los programas diseñados específicamente para niños pueden ser perjudiciales. La investigación de la experta evidenció que antes de los dos años, cada hora de programación supuestamente educativa puede reducir el 10% del desarrollo del lenguaje.
Además, el riesgo de necesitar terapia de fonoaudiología de lenguaje se multiplica por 2,5 por cada media hora diaria que un niño pasa usando una tableta digital, a los 18 meses. Este riesgo aumenta aún más cuando el consumo digital incluye televisión.
Incluso, el uso excesivo de dispositivos digitales está relacionado con alteraciones del sueño en niños y adolescentes. La luz emitida por las pantallas interfiere con la producción de melatonina, lo que puede generar problemas para conciliar y mantener el sueño. Esto, a su vez, afecta la atención, la memoria y el control emocional e inmunitario.
A pesar de estos hallazgos alarmantes, Villamil reconoce que la tecnología ha sido y sigue siendo positiva en áreas como la medicina y la industria. Sin embargo, enfatiza que el uso sin control en niños y adolescentes puede llegar a ser nocivo.
Así se evidencia este daño, según otra experta
Para complementar a la experta colombiana, Marián Rojas Estapé, médica española especializada en psiquiatría, indica que hay cambios conductuales en los menores que reflejan la sobreestimulación, que es perjudicial para sus cerebros.
Explica la científica europea que “si solo consigues que un niño esté quieto si tiene una pantalla, no sabrá gestionarse si se la quitas”.
Por medio de su pódcast, que se difunde en varias plataformas como Spotify, Rojas Estapé asegura que “la atención del bebé se activa con luz, sonido y movimiento. Y eso es lo que precisamente tienen los videos que pueden ver si les damos una tableta, o un teléfono. Esos videos de TikTok están llenos de, precisamente, de luz, sonido y movimiento”.
Así, con esa reunión de estímulos, el cerebro recibe toda la información procesada al mismo tiempo, y frente a esa información decide detener el procesamiento normal, de manera que “destroza” la atención, pues “si cuando un niño se aburre siempre tiene una pantalla disponible, se frena el centro de creatividad de ese niño”.
La explicación que entregó la médica a El País de España es que la corteza prefrontal del cerebro, que es la que se encarga de la atención, pierde el control ante los fuertes estímulos de luz, movimiento y sonido.
Esta corteza es fundamental no solo para la atención, según ella, sino para la concentración, la resolución de problemas y el control de los impulsos.
En consecuencia, si la sobreexposición sigue, “a medida que crecen, el efecto será más grave. Los videos acabarán por modificar su sistema de recompensa, el que nos permite sacar fuerza de voluntad para lograr algo, o para recuperarnos de un golpe grande”, expresó la doctora Estapé.