Carlos Alberto Fernández
Betanzos, 16 ago (EFE).- El globo de Betanzos (A Coruña), el más grande del mundo hecho en papel, ha recuperado este viernes el vuelo después de un año de ausencia y de haber servido, o al menos así lo consideran los betanceiros, como inspiración para el pebetero de París 2024 en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos.
De Betanzos es, precisamente, uno de los medallistas españoles de la cita olímpica, el piragüísta Carlos Arévalo, bronce en k4 500 -y plata en esa misma modalidad en Tokio 2020-, que bromeó esta semana en la lectura del pregón sobre el supuesto plagio.
“Nuestras fiestas son tan reconocidas que hasta en unos Juegos Olímpicos nos copian el globo (…) No tendremos un pebetero, pero nuestro globo vuela más alto y con mucha más historia”, llegó a decir Arévalo antes de declarar el inicio de unas fiestas que tienen en el lanzamiento del globo uno de sus momentos centrales.
No pudo darse en la edición de 2023. Entonces, con una polémica con tintes políticos entre el Ayuntamiento y la familia Pita, el globo se quedó en tierra. Las causas no fueron aclaradas y se enzarzaron en un rifirrafe la alcaldesa, María Barral (PSdeG), y el exconselleiro de Manuel Fraga, candidato del PPdeG y nieto de Claudino Pita, que inició la tradición, Jaime Pita.
La Fundación Globo de Betanzos, que incluye al Ayuntamiento y a la familia Pita, alegó que una falta de previsión impidió fabricar el artefacto a tiempo y ambas partes se culparon de que los betanceiros no tuvieran globo.
Este año, el artefacto empezó a confeccionarse en junio, como manda la tradición, y estuvo listo para el día de San Roque. Solo restaba que las condiciones atmosféricas acompañaran. Una lluvia ligera apareció antes de las 23:00 horas y se convirtió en amenaza.
Tras haber estado a cubierto en la iglesia de Santo Domingo el globo fue trasladado al exterior, entre aplausos, minutos antes de la medianoche para iniciar la ceremonia del lanzamiento, el momento más delicado.
A continuación, fue amarrado al campanario de la iglesia, en la abarrotada plaza de los Hermanos García Naveira, para iniciar el inflado. La clave está en el cesto de alambre, separado tras un aro de madera, en el que se enciende el fuego con una mecha de mezcla de paja y aceite que, debido a la diferencia de temperatura, hace que el globo coja impulso.
Ese proceso se prolongó unos tensos 45 minutos, de nuevo con la lluvia como compañera de viaje en tierra, hasta que por fin pudo ser soltado para surcar el cielo. Lo hizo a un cuarto de hora para la 1 de la madrugada. Al ritmo del repique de las campanas que acompañan la suelta del aerostato, lo celebraron las cerca de 50.000 personas que se dieron cita en Betanzos.
El artefacto mide 25 metros de alto por 50 de circunferencia y es la familia Pita la que se encarga de colocar uno a uno los 160 kilos de papel que componen los 16 cuarterones del artefacto, pegados con un ungüento especial -una mezcla a base de harina de centeno macho- decorados con motivos de actualidad.
El regreso del Deportivo al fútbol profesional cuatro años después -“2024, volven os grandes” (2024 vuelven los grandes), con la piña que simbolizó el ascenso de los blanquiazules- y la Eurocopa conquistada por la selección española de fútbol tuvieron su espacio en el de este año, al igual que Carles Puigdemont, la Moncloa y los Juegos de París.
La tradición de los globos de papel viene del medievo y, supuestamente, fue uno de los ayudantes de Marco Polo quien introdujo en Betanzos la pasión por ellos. En la localidad coruñesa, fueron utilizados en el siglo XIX para conmemorar las celebraciones y acontecimientos significativos hasta 1875.
Ese año, el albardero Claudino Pita instauró la tradición del globo y sus descendientes cumplen cada año con su homenaje a San Roque en su festividad con excepciones como la Guerra Civil o la pandemia -el próximo será el 150 aniversario-.
Tras despedir el aerostato, los betanceiros quedan pendientes de dónde aterriza. El anterior, fletado en 2022 -el primero tras dos años de ausencia por la pandemia- voló 58 minutos y cayó en Ordes (A Coruña) después de recorrer 26 kilómetros. EFE
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