La historia de la Copa América está llena de giros y de una irregularidad constante. Desde su primera edición, en 1916, atravesó por diferentes situaciones. Aunque el torneo alcanzó cierto nivel de estabilidad a partir de 1975, no faltaron las dificultades logísticas, destacando particularmente la edición de 2001, celebrada en Colombia.
No solo era la primera edición que se disputaba en suelo nacional, sino que era el primer torneo de selecciones tras la fallida asignación del mundial de 1986 que albergaba el país. Como aval se tomó en cuenta las elecciones previas de Colombia para albergar varias ediciones del Sudamericano sub-20 – las de 1964 y 198 – y a la par se utilizaron la edición de ese torneo de 1992 y el Sudamericano sub-17 de 1993 como preparación para completar la infraestructura necesaria para las sedes elegidas para albergar el certamen.
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Todo parecía ir sobre ruedas con la organización, Colombia ya conocía sus rivales (Chile, Ecuador y Venezuela) tras realizarse el sorteo en enero, y la preparación corría a cargo del entrenador Francisco Maturana, que asumió el cargo tras la salida del Luis Augusto el Chiqui García en medio de unas eliminatorias algo irregulares en rendimiento, pero que todavía mantenían a la Tricolor en puesto de repechaje.
Sin embargo, en cuestión de meses las cosas se comenzaron a torcer por cuenta del recrudecimiento del conflicto armado interno en el país, hasta el punto que se convirtió en un problema de seguridad que ponía en duda la participación de varios países en el certamen.
El gobierno del presidente Andrés Pastrana mantenía conversaciones con la guerrilla de las Farc para intentar poner fin al conflicto armado que azotaba al país. Pero, a pesar de acordar una zona de distensión en San Vicente del Caguán, las acciones del grupo armado se intensificaron a lo largo del primer semestre de 2001 con secuestros y retenes ilegales en las carreteras del país.
Aunque a lo largo de las semanas se puso en duda la realización del torneo, la Conmebol ratificó a Colombia el 5 de junio. Apenas unos días después, los acontecimientos dieron un giro dramático cuando se produjo el secuestro de Hernán Mejía Campuzano, el 25 de junio, por parte de las Farc, en un retén ilegal en la vía entre Pereira y Quibdó.
Esto provocó que se suspendiera inmediatamente la candidatura de Colombia y que se convocara una reunión extraordinaria por parte del entonces presidente de la Conmebol, Nicolás Leoz, para decidir la suerte del certamen. Apenas unas horas antes de que la reunión tuviera lugar en un hotel de Buenos Aires (Argentina) en presencia de los presidentes de las federaciones sudamericanas, Mejía Campuzano fue liberado por sus captores y viajó con la comitiva liderada por el entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Álvaro Fina, para mediar en la delicada situación.
Estos contaban con el apoyo del propio presidente Pastrana, que adelantó gestiones diplomáticas para preservar la sede a toda costa, al punto que durante una alocución presidencial se refirió a la decisión de Conmebol de retirar la sede. “Quitarle a Colombia la Copa es el peor de los atentados”, afirmó.
Durante la reunión extraordinaria, Brasil presentó su candidatura para albergar el torneo. Hasta se barajó la posibilidad de aplazar su realización para 2002, pero debido a que podía generar un conflicto de calendarios con la realización del mundial de 2002 en Corea y Japón, Traffic, la empresa dueña de los derechos de televisión se negó a esta propuesta, llegando a amenazar con demandas por daños y perjuicios a la Conmebol si esto sucedía.
Finalmente, y pese a la oposición de Argentina y Brasil, se decidió ratificar a Colombia como sede de la Copa América en las fechas previstas, luego de recibir la garantía por parte del Gobierno colombiano de que no habrían afectaciones de seguridad por esta razón.
La decisión provocó que Argentina anunciara que no jugarían la Copa América, tras denunciar que recibió amenazas de muerte en los días previos a la inauguración del certamen, realizada en Barranquilla el 11 de julio. En el caso de Canadá, renunció a su participación en el torneo debido a que usaba el torneo como preparación para la Copa Oro de la Concacaf, y al ser aplazado para 2002, se decidió no llamar a sus titulares, a lo que se sumó la situación de inseguridad.
Los lugares de ambas selecciones fueron ocupados por Honduras y Costa Rica, que recibieron invitación de última hora para sumarse a la competencia.
Por su parte, Brasil, pese a que hizo presencia en el torneo, decidió no enviar sus jugadores titulares. De hecho, una de las estrellas que se especulaba que podía viajar, el atacante Romario, se negó a asistir pese a la petición del entrenador Luiz Felipe Scolari, hecho que a menudo se señala como el motivo por el que el Baixinho no fue convocado al mundial de 2002 que ganó la Verdeamarela.
Así fue como, en medio de un panorama enrarecido, con protocolos de seguridad estrictos para garantizar la seguridad de las selecciones nacionales y la entrega incondicional de los aficionados que acompañaron en los estadios que albergaron el campeonato (Barranquilla, Cali, Medellín, Manizales, Pereira, Armenia y Bogotá), el torneo se desarrolló sin mayores incidentes.
Curiosamente, los dos países invitados a última hora, Costa Rica y Honduras, completaron campañas destacadas. Mientras los Ticos avanzaron hasta los cuartos de final – donde los eliminó Uruguay en un partido cerrado –, los Catrachos sorprendieron al superar a Brasil en los cuartos de final y, tras caer con Colombia en la semifinal, se quedaron con el tercer puesto superando a Uruguay en los penaltis. De hecho, su volante Amado Guevara fue elegido el mejor jugador de dicha edición.
En lo que se refiere a Colombia, completó una campaña impecable gracias a la seguridad en el arco de Óscar Córdoba (que no concedió un gol en todo el torneo), la creación de juego de Giovanni Hernández y los goles de Victor Hugo Aristizábal (máximo artillero del campeonato con seis goles), que les permitieron llegar a la gran final ante México en el estadio El Campín de Bogotá. En un juego muy disputado, un gol de Iván Ramiro Córdoba decantó la victoria para los anfitriones que obtuvieron por primera vez el trofeo continental.
Uno de los hechos que más llamaron la atención durante la premiación tuvo como protagonista a Andrés Pastrana, pues subió al podio junto al plantel para recibir su medalla de campeón, a pesar de que no era jugador o parte del cuerpo técnico. También recibió una réplica de la copa, lo que le llevó a declarar que se había tratado de “la Copa de la Paz”, en tributo a las negociaciones que todavía se adelantaban con las Farc.
Sin embargo, esa Copa América fue un paréntesis para un amargo final tanto para las negociaciones de paz como para el proceso rumbo al mundial. En 2002, las acciones de las Farc seguían incrementándose y el secuestro de un avión en el que viajaba el senador Jorge Eduardo Gechem precipitó el anuncio de Pastrana de poner fin a las negociaciones.
Mientras tanto, la selección de Maturana intentó enderezar el rumbo en las Eliminatorias Sudamericanas, pero sufrió una derrota clave con Perú en Bogotá y no alcanzó con la goleada a Paraguay en Asunción, pues Uruguay y Argentina acordaron polémicamente ayudar a los charrúas para asegurar ese lugar y un empate 1-1 bastó para ello.