El vigesimoctavo capítulo de la rivalidad más grande del fútbol europeo ya está aquí. Real Madrid y Bayern de Múnich velan armas antes de su batalla definitiva de este miércoles en las semifinales de la Champions League, tras decretar el resultado de la ida (2-2) que todo debía decidirse en el templo por excelencia de las noches de Copa de Europa: el Santiago Bernabéu. ¿Hará su magia por enésima ocasión, dejando a los suyos al borde de la decimoquinta Orejona? Que la ‘ballena’ en la que se ha convertido el estadio con su reforma sea un Moby Dick imposible de capturar para los bávaros es el deseo unánime que reina en la parroquia merengue.
“Se vive con la misma tensión e ilusión de siempre por parte de los dos equipos y con una entrega extraordinaria. Es un partido que despierta una expectación, a nivel mundial, yo diría que única”. Lo confiesa Paco Buyo, icónico guardameta del Madrid durante una década (1986-1997) y buen conocedor de lo que significa medirse a la que siempre se ha considerado bestia negra continental del madridismo. Aunque de un tiempo a esta parte, como ha dicho otro mito en este caso del Bayern, Karl-Heinz Rummenigge, quizá haya que hablar de bestia blanca.
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Lo cual no quita para que haya que restarle ni un ápice de igualdad al choque. “A pesar de que el Madrid puede tener una ligera ventaja por el factor campo, el empuje que el equipo tiene en el Bernabéu y el apoyo de su público, el Bayern es un equipo físicamente fuerte, que en ataque también es muy peligroso”, advierte Buyo a Infobae España. Eso sí, reitera que ve “ligeramente favorito” al conjunto dirigido por Carlo Ancelotti.
“El Madrid es un equipo goleador, que juega muy bien en ataque y en el que cualquiera de sus jugadores puede ser, en un momento del partido, decisivo. Tiene ese potencial ofensivo que le hace ser un equipo temible”, explica. Si a esto le unimos la mística del Bernabéu en jornadas señaladas como la que nos ocupa, la combinación puede ser perfecta. “Tiene ese embrujo, esa magia de empujar, de apoyar al equipo. Y este sabe que tiene una fuerza extra con el apoyo de esta magnífica afición, que siempre está al lado de su equipo. El Madrid se transforma en ese tipo de encuentros, que lo hacen un club superpeligroso”, añade el otrora portero gallego.
Así se vivió el clásico europeo en los 80
En los 27 enfrentamientos previos entre estos dos trasatlánticos del deporte rey en el Viejo Continente, el Madrid ganó 12 veces, el Bayern hizo lo propio en 11 y se dieron cuatro empates. Ciñéndonos a la penúltima ronda de la máxima competición europea, los muniqueses se clasificaron en cuatro ocasiones y los madrileños en tres. Fue en la antesala del duelo por el título cuando Buyo tuvo que sufrir hasta cuatro goles del Bayern (4-1), que no pudieron ser contrarrestados en la vuelta (1-0).
“Siempre han sido enfrentamientos duros, de mucha tensión, donde había, en alguna ocasión, más que palabras. Porque los alemanes siempre han sido un equipo muy físico y duro. Siempre era difícil jugar contra ellos”, apunta el ex del Madrid antes de volver sobre aquella goleada de la temporada 1986-1987. “Con dos menos, es más fácil. Y con un penalti absurdo por parte del colegiado, también. Nos pitaron dos penaltis en contra. Dos jugadores menos. Claro, así es fácil que pierdas 4-1. Si sería al revés, posiblemente pasaría lo mismo”, echa la vista atrás.
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Hay una escena de aquella derrota blanca que Buyo vivió en primera persona: el famoso pisotón de Juanito a Lothar Matthäus, que provocó la expulsión del añorado ‘7′. “Hubo una entrada tremenda, criminal, de Matthäus a Chendo. Y Juanito se tomó la justicia por su mano pisando. Salimos perjudicados con la expulsión. Pero bueno, era la tensión del momento y la tensión con la que se disputaban ese tipo de encuentros”. Al final, hubo “demasiada ventaja para un rival tan poderoso como el Bayern”.
Una campaña más tarde, la 1987-1988, el Madrid se vengó en cuartos de final: aunque cayó 3-2 en Múnich en el primer asalto, salió airoso en el segundo y se clasificó, con un 2-0 que constituyó una de las grandes veladas europeas de su historia. “11 contra 11 es más fácil, claro. Cosas extrañas. Fue una remontada en la que el Bernabéu empujó mucho y nosotros teníamos un gran equipo. Con justicia, pasamos”, recuerda alguien que conoce bien tanto la sensación de medirse al Bayern como las dos caras de la moneda al jugar contra los germanos.
De vuelta a la actualidad, Paco Buyo tiene claro qué debe hacer Lunin para rayar a gran nivel bajo palos: tener una “concentración máxima”. Esta se traduce en “estar muy atento a todas las evoluciones tanto de compañeros como de atacantes, tener esas dotes de mando y esa personalidad para ordenar a tu defensa”. Porque, “al mismo tiempo, te va a hacer entrar a ti el primero en el partido y, luego, tener un día bueno y estar acertado”. Eso sí, la leyenda sabe que si el Madrid triunfa, lo hará en comandita. “No creo que vaya a ser un solo jugador el que decante la balanza, sino más bien el conjunto”, sentencia, a las puertas de una resolución que se presume épica.