En el corazón de Empordà y rodeado de preciosas playas y calas, la localidad de Begur se alza como uno de los destinos más singulares de Girona. Este pueblo ha sabido conservar su esencia mediterránea, ofreciendo a los visitantes un equilibrio entre la tranquilidad de sus calas escondidas y la riqueza cultural de sus calles empedradas. Pero no solo eso, pues su término municipal está dominando por el imponente Macizo de Begur, el cual contrasta a la perfección con su conjunto litoral.
Pero más allá de sus características naturales, la localidad atesora un casco antiguo lleno de historia, dando lugar a un pintoresco patrimonio monumental que es digno de visitar. Así, de entre todos sus atractivos destaca el pequeño núcleo románico de Esclanyà, un espacio perteneciente al término municipal de Begur y que constituye una ventana al pasado medieval de la región. A día de hoy, todavía se conservan algunos de sus principales construcciones como la torre y el castillo.
Casas tradicionales, una iglesia y una torre
El origen de la población medieval de la Esclanyà se desconoce, pero de lo que sí se tiene constancia es de que la iglesia de San Esteban está citada documentalmente en el año 1280. Este edificio románico es el punto en torno al cual se distribuye la localidad. Además, presenta trazados propios del románico de otros siglos, por lo que se piensa que puedo haber existido un templo anterior. Al lado de la iglesia, se levanta la torre de defensa medieval, otro de los emblemas del pueblo.
Así, la primera referencia documentada del castillo de Esclanyà se remonta a 1362, cuando ya pertenecía a la baronía de Begur, entonces en manos de la familia Cruïlles-Peratallada. De todo el conjunto original, solo se conserva la mencionada torre, una robusta estructura de planta rectangular que mide aproximadamente seis por diez metros, con una altura actual de 13 metros. En el centro de su fachada este, destaca un matacán con una estrecha abertura en arco de medio punto adovelado, que refleja las características defensivas de la época.
Las demás aberturas visibles en la torre corresponden al siglo XVIII, cuando se añadieron varias edificaciones anexas, probablemente al integrarse el castillo en las estructuras de una explotación agrícola de la zona. De hecho, el principal motor económico de este enclave se basó en el cultivo de la vid y de los olivos, aunque posteriormente, la producción de azulejos representó la principal actividad industrial.
Actualmente, el ambiente en Esclanyà es muy diferente al de otros puntos turísticos cercanos. Aquí, el ritmo de vida es pausado y el turismo masivo parece haber pasado de largo. Pasear por sus calles empedradas, rodeadas de casas tradicionales de piedra y pequeñas plazas, permite a los visitantes disfrutar de la calma y la serenidad del entorno rural. Además, su cercanía a Begur y a las calas más famosas de la zona lo convierte en un destino ideal para aquellos que desean combinar la tranquilidad del interior con la belleza natural de la costa.
Cómo llegar
Desde Girona, el viaje es de alrededor de 55 minutos por las carreteras C-65 y C-31. Por su parte, desde Barcelona el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 30 minutos por la vía AP-7.