Durante el feriado del 30 de agosto, un pozo antiguo se oculta entre las calles del Centro Histórico de Lima. En medio del fervor religioso, este rincón parece ofrecer un cúmulo de promesas y esperanzas a fieles y laicos. Su presencia, tranquila y discreta, invita a los visitantes a detenerse y contemplar su historia, que evoca una devoción y misterio.
Antaño, Isabel Flores de Oliva, conocida posteriormente como Santa Rosa de Lima, arrojó la llave de un candado en un acto que se ha convertido en una tradición el 30 de agosto, día en que se conmemora a la santa, patrona de América y Filipinas. Este evento, transmitido principalmente a través de la oralidad, ha sido recordado por generaciones que vivieron tanto en el virreinato como en el Perú republicano. Aunque no se dispone de evidencia documental que confirme este episodio específico, la historia continúa siendo una parte integral de la celebración.
De un tiempo a esta parte, personas de distintas latitudes del Perú e incluso del mundo arrojan cartas —y no llaves— en el pozo ubicado en el cruce de los jirones Chancay y Conde de Superunda, en el Cercado de Lima. Este gesto se lleva a cabo con el anhelo de que sus peticiones lleguen a la patrona de América. Las cartas, cuidadosamente escritas y depositadas en el hoyo, representan las esperanzas y anhelos de las personas.
El hoyo en cuestión lleva un nombre peculiar que invita a la esperanza: el ‘Pozo de los Deseos’. Cada año, se arrojan cartas en este lugar, muchas de las cuales se desintegran debido a la humedad y el calor. Sin embargo, lo que permanece intacto es la historia que encierra este sitio, considerado sagrado por muchas personas.
La historia detrás del ‘Pozo de los Deseos’
Mientras millones de fieles conmemoran la festividad anual de Santa Rosa de Lima, una historia de sacrificio y penitencia asociada con la santa peruana destaca con la misma fuerza que en años anteriores. Una de las narraciones más recordadas, inmortalizada en una placa del Santuario de Santa Rosa en el jirón Chancay 223, Cercado de Lima, relata cómo Isabel Flores de Oliva arrojó al pozo la llave de un candado después de colocarse una cadena de hierro. Este sacrificio lo realizó para perpetuar su penitencia por los pecadores.
Santa Rosa se impuso esta cadena alrededor de la cintura en un acto de penitencia. Los miembros de su orden religiosa, alarmados al ver las heridas en su cuerpo, le pidieron que se quitara la cadena, pero ella se negó. Posteriormente, se dice que un milagro ocurrió cuando, tras un período de tiempo, se acercó al pozo y por intervención divina fue liberada de la cadena.
Ahora bien, respecto a esta historia que ocupa la mente de millones de personas, es menester presentar versiones que contrasten con lo tradicionalmente aceptado. En el programa ‘Sucedió en el Perú’ de TV Perú, se planteó la posibilidad de que Santa Rosa de Lima no hubiera conocido el pozo donde hoy se depositan las cartas.
“Este no era el pozo original. Parece que el pozo original se encontraba a la entrada de la casa, cerca de la ermita. Este lo construyeron después. Y como les decía, de acá se sacaba agua para el consumo humano. El agua para regadío se sacaba de una acequia que quedaba no muy lejos de acá. (…) No se sabe si Santa Rosa llegó a conocer este pozo”, dijo el presentador del programa cultural.
Cabe recalcar que el pozo donde se arrojan cartas en la actualidad no sería el pozo original e incluso podría no haber sido conocido por Isabel Flores de Oliva.
En el artículo “Santa Rosa de Lima, la ciudad y el pozo de los deseos” del magíster en Arquitectura Walter León Távara, también se hizo referencia al ‘hoyo sagrado’: “Hoy se conservan en el jardín-huerto testimonios vivos de Santa Rosa: la minúscula ermita construida de abobe con sus propias manos, el leño seco del naranjal testigo de su fortaleza espiritual y su lucha con la tentación y un pozo cilíndrico y vertical de ladrillo de 19 metros de profundidad”.
Finalmente, es importante señalar que el 30 de agosto, el público en general puede acceder al ‘Pozo de los Deseos’ a través de la entrada ubicada en la intersección de jirón Callao y avenida Tacna. Tras depositar sus cartas, los visitantes saldrán por el jirón Conde de Superunda.