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El sofisticado laboratorio que conserva las últimas papas nativas del Perú: alberga más de 4.000 variedades de este tubérculo

Hace al menos 5.400 años, los antiguos pobladores del altiplano en Perú y Bolivia cultivaron las primeras papas del planeta. Actualmente es uno de los alimentos más consumidos en cada continente. Sin embargo, factores como las plagas, la alteración del uso del suelo y el cambio climático están causando la desaparición de muchas de esas especies.

No obstante, aun si en el peor escenario sucumbieran todos los cultivos de papas nativas, no todo estará perdido: el Centro Internacional de la Papa (CIP), ubicado en el este de Lima, alberga un laboratorio donde se conservan muestras de las diversas variedades de este tubérculo, las cuales podrían ser las últimas en aquel futuro catastrófico.

Infobae Perú visitó estas instalaciones para conocer cómo se resguarda este tesoro ancestral.

El respaldo de los cultivos

El CIP fue fundado en 1971 para investigar los cultivos de papa y otros tubérculos andinos, por lo que comenzaron a recolectar muestras en los campos de cultivo del país.

En el caso de la papa, hoy poseen alrededor de 4.500 variedades, lo cual representa más del 90% del total. Pero, ¿cómo han logrado conservarlas en más de medio siglo?

Los científicos extraen una sección de cada planta de papa. Luego, tras asegurarse de que no posee ningún tipo de enfermedad, la insertan en un tubo in vitro con nutrientes y una sustancia para que crezca más lento. Todas las muestras se almacenan en cuartos estériles con una iluminación que imita la radiación solar que hay en el altiplano, su hábitat natural.

Las muestras de papa se alojan en tubos con nutrientes.
Las muestras de papa se alojan en tubos con nutrientes. (Paula Elizalde / Infobae Perú)

Estas plántulas madre demoran entre 2 a 3 años en alcanzar su madurez. Llegado ese momento, se extrae un fragmento, el cual es insertado en un nuevo tubo para que se desarrolle con las mismas características que su predecesora. Lo mismo se hace con la nueva planta cuando cumple su ciclo de vida.

En tanto, otros fragmentos son colocados en tanques con nitrógeno líquido para su preservación a largo plazo.

Pero las plantas no son el único respaldo de los cultivos de papas nativas.

Los investigadores del CIP han recolectado miles de semillas de las diversas especies de papa en su hábitat silvestre. Una vez en el laboratorio, son deshidratadas para luego ser almacenadas en una cámara a -20 grados. Esta temperatura gélida permite que la semilla se preserve durante unos 40 años.

“Después de eso hay que regenerar la semilla o rejuvenecerla: se saca la semilla, se siembra en invernaderos y se hacen cruzamientos entre las plantas mediante polinización, lo cual produce nuevas semillas”, explica Iván Manrique, curador senior del CIP.

Servicio a la comunidad

De acuerdo con los estudios del CIP, algunas de las variedades que comenzaron a recolectar hace más de medio siglo ya no existen en los campos de los agricultores.

Esas extinciones, según Manrique, pueden ser causadas por diversas razones: “Ya sea por una sequía, una inundación o por lo que sucedió en la época del terrorismo, cuando los agricultores se vieron desplazados de sus comunidades por muchos años. Cuando retornaron, algunas variedades de papa”.

Es por ello que el CIP comenzó un proceso de repatriación, mediante el cual proveen a los agricultores las semillas de la especie que han perdido.

El CIP también exhibe las papas producidas en sus invernaderos a partir de las plantas y semillas almacenadas.
El CIP también exhibe las papas producidas en sus invernaderos a partir de las plantas y semillas almacenadas. (Paula Elizalde / Infobae Perú)

No les otorgan cualquier semilla. Estos productos están libres de enfermedades.

“Cuando siembras papa en el campo, después de unas cinco generaciones, se infecta de virus, los cuales afectan la calidad del cultivo significativamente”, explica Manrique. “Entonces, aparte de restituir la diversidad, lo que hacemos es incrementar la productividad de sus cosechas de papa”, agrega.

En las instalaciones del CIP no solo almacenan muestras de papa, sino que también las estudian. Analizan aspectos como el rendimiento, resistencia a plagas y enfermedades, valor nutricional, calidad para el procesamiento a nivel industrial, etc.

En ese sentido, buscan las variedades que destaquen en una o más características para realizar cruzamientos. El objetivo es conseguir una variedad que concentre la mayor cantidad de virtudes posible. Pero, ¿cómo se realiza este procedimiento?

Papas mejoradas

El primer paso es sacar el polen de una planta de papa y polinizar las flores de la otra. De ese modo, se obtienen frutos con cientos de semillas, los cuales son como hermanos diferentes entre sí.

Después de sembrar todos los hermanos, la tarea de los investigadores es estudiar cada uno de ellos para identificar los que combinen mejor las características de sus progenitores. Los hermanos elegidos serán cruzados y así sucesivamente hasta obtener la mejor variedad posible.

“No es algo que se logre en una sola generación. Hay que volver a cruzar hasta obtener un descendiente que mejore las características que nos interesan y eliminar las que no”, detalla Manrique.

Los científicos del CIP se aseguran de que las plantas de papa crezcan sin presentar signos de enfermedad.
Los científicos del CIP se aseguran de que las plantas de papa crezcan sin presentar signos de enfermedad. (Paula Elizalde / Infobae Perú)

De esa manera, tras 10 años de trabajo de cruzamiento y selección, un equipo de científicos del CIP ha obtenido dos nuevas variedades de papas biofortificadas, ‘Kallpa Yawri’ y ‘Puka Yawri’, las cuales poseen un alto contenido de hierro y mejor capacidad de absorción de este elemento en el cuerpo humano.

“La deficiencia de hierro causa principalmente anemia en los humanos. Por ello, el CIP planea distribuir estas dos nuevas variedades en poblaciones donde hay una alta incidencia de este problema y a su vez un alto consumo de papa”, indica Gabriela Burgos, investigadora asociada del CIP.

Estos factores se presentan en las zonas rurales de la sierra del Perú, donde, según Burgos, una persona suele consumir entre 500 gramos y un kilo y medio de papa al día.

La organización espera producir una cantidad considerable de semillas de las nuevas variedades para distribuirlas a los agricultores de las zonas seleccionadas. Se estima que este proceso tomará un plazo aproximado de tres meses.

Asimismo, Burgos resalta que los beneficios de la papa en la salud van más allá de sus valores nutricionales. “Hay estudios preliminares en las papas de pulpa morada que muestran propiedades anticancerígenas y antihipertensivas. Estos hallazgos deben ser confirmados mediante pruebas en humanos”.

Por último, la especialista alienta a la población a dejar los prejuicios sobre la papa y consumirla en sus diversas variedades.

“Contrariamente a lo que se suele pensar, la fibra y el almidón resistente de la papa pueden ayudar a contrarrestar la obesidad, ya que producen saciedad”, apunta.

Sin duda, el consumo de la papa sigue tan vigente como en tiempos ancestrales, y los científicos del CIP se asegurarán de que lo siga siendo en el futuro.

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