El bolo criollo es un deporte que nació en las altas montañas de Santander, más específicamente en un pequeño terruño de Molagavita.
Lo que nació como una actividad autóctona del campo colombiano, emigró a las capitales del país y justo en ‘la ciudad bonita’ fue donde nació la idea de darle un día para conmemorar su existencia.
A principio de siglo, Héctor Hernández Mateus, quien era conocido como ‘el apóstol del bolo criollo’, logró que en la Asamblea de Santander lo escucharan y se declarara el primer domingo de junio como el gran Día del Bolo Criollo en el departamento.
Este año, se celebró la décimo octava edición de esta fecha con un torneo masculino y femenino, acompañado de un delicioso mute, premios y hasta ponqué. También, hubo poesía a cargo de Alfredo Vesga, ‘el capellán del Atlético Bucaramanga’ y se cantó con orgullo la música del campo, lugar donde nacieron todas nuestras tradiciones.
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