Madrid, 3 sep (EFE).- España arde menos este año, tras unos datos que confirman un descenso del 46,3 % del terreno calcinado por incendios forestales respecto a 2023, con una similar reducción por el momento sobre la media de la década. Sin embargo, los expertos piden no bajar la guardia ante el exceso de combustible acumulado.
Unas lluvias más abundantes de lo habitual a finales de la pasada primavera y principios de un verano con olas de calor menos seguidas que en otras épocas estivales, a lo que se suman ahora sucesivos días de lluvias y tormentas, han propiciado, entre otros factores, menor virulencia de incendios forestales en lo que va de año.
Así lo ha explicado a EFE el ingeniero de Montes Víctor Resco de Dios, profesor de ingeniería forestal en la Universidad de Lleida, tras explicar que las condiciones meteorológicas este año están detrás de gran parte de la reducción de incendios, y ha advertido de que no debería limitarse al devenir de los elementos naturales la gestión del fuego en este país.
Según los últimos datos (hasta el 25 de agosto) del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), el número de hectáreas arrasadas por incendios forestales en lo que va de año asciende a 42.314,12 hectáreas, casi la mitad del promedio por estas fechas de la década (79.077) y asimismo de 2023 (78.852,88).
Comparados los datos con los de 2022, el ejercicio más virulento de la década, con 248.793,9 hectáreas arrasadas, la cifra este año de superficie forestal calcinada es por el momento casi seis veces menor.
En el lado opuesto, entre los años con menos superficie quemada hasta estas fechas, destacan 2018 con 19.835,62 hectáreas y 2020, con 33.277,4; en 2014 el dato era ligeramente superior al actual con 42.886,92 hectáreas arrasadas por incendios y en 2016 fue de 40.654,31.
Según el ingeniero Víctor Resco, España se está quemando menos este año a causa de una meteorología que está favoreciendo menos incendios forestales, una buena noticia, pero con la sombra del exceso de combustible acumulado por una masa forestal extendida sin gestionar que propicia “la gestación de lo que serán los próximos megaincendios”.
Los megaincendios, cada vez más frecuentes en países mediterráneos como España, se caracterizan por su grandes dimensiones y especial virulencia, y aunque suelen ser escasos respecto al resto, resultan cada vez “más dañinos” agravados por el efecto del cambio climático y “se nos escapan” a la hora de controlarlos, según el experto.
De acuerdo a los datos del Miteco, el número de grandes incendios superiores a 500 hectáreas hasta el momento este año es de 16, como el promedio de la década y uno menos que en 2023 (con 17).
Según las cifras, son reseñables años como 2018, con solo 3 de estos grandes incendios por estas fechas, y en el lado contrario, 2022, con 55.
Según el ingeniero Víctor Resco de Dios, “no puede ser” ni es recomendable que unos años se queme mucho bosque y otros mucho menos de lo que debería ser para la adecuada gestión de esos ecosistemas, porque eso añade combustible forestal acumulado, con el peligro de que acabe ardiendo en cualquier momento que sea propicio para ello.
Teniendo en cuenta ese factor, la reducción de la superficie forestal quemada “no debería entenderse necesariamente como una buena noticia”, ha dicho tras advertir de que el descenso este año se debe en gran medida a la casuística de unos factores climátológicos fortuitos, imprevistos, que han propiciado menos fuegos que otros años.
“Las políticas preventivas en la lucha contra los incendios son más efectivas y menos costosas que el recurso último de la extinción”, ha asegurado.
“No es aceptable que tengamos que vivir condenados a sufrir incendios que se desmadran” a tenor de los elementos, dependiendo de si hay muchas olas de calor, pocas u otros fenómenos naturales, cuando por el contrario, se pueden evitar muchas de sus consecuencias con políticas de prevención adecuadas, ha insistido.
“Sabemos qué tenemos que hacer para gestionar el fuego adecuadamente desde la prevención; sabemos cómo hacerlo y con qué coste”, ha explicado.
Las campañas de concienciación no pueden limitarse a “la fiscalización” de los incendiarios que prenden fuego al bosque, que aunque son necesarias por supuesto, deben acompañarse de otras medidas para evitar que los fuegos se hagan incontrolables.
La inmensa mayoría de los incendios forestales tienen su origen en la actividad humana por negligencias, accidentes o por intencionalidad, aunque el número de igniciones lleva años bajando y el foco debe dirigirse al control de los megaincendios.
En opinión del experto, el abandono rural, el inadecuado estado de la vegetación que propicia el fuego y otros motivos como el cambio climático son factores que requieren mayor atención por parte de los gestores para el control efectivo de los incendios forestales. EFE
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