Óscar Maya Belchí
Burdeos, 31 jul (EFE).- La selección española de fútbol olímpico se descose en la parcela defensiva. Cuatro goles encajados en tres partidos, recibiendo más remates de los que genera en ataque en dos de ellos. Una cifra de tantos recibidos en la fase de grupos con la que solo una selección ha logrado ser campeona, desde que los Juegos Olímpicos pasaron a ser un torneo sub-23: Camerún, en Sídney 2000.
“Está claro que los goles en contra marcan la clasificación. Hay que tratar de mejorar ese aspecto defensivo. Si atacamos bien vamos a defender mejor, que es una seña de identidad nuestra. Porque mejoramos las vigilancias y presión tras pérdida”, dijo Santi Denia a EFE tras la derrota 1-2 ante Egipto.
Un partido en el que el técnico rotó a todos sus futbolistas menos uno, Aimar Oroz, buscando recuperar energía en las piernas de sus jugadores, pero tras el que perdió el primer puesto del Grupo C y, sobre todo, dejó las peores sensaciones hasta la fecha.
Y eso que no fueron del todo buenas en los dos partidos precedentes, a pesar de las victorias 1-2 ante Uzbekistán y 1-3 contra República Dominicana, que jugó con uno menos toda la segunda mitad, impidiendo al equipo entrenado por Ibai Gómez mantener el empate.
En dichos encuentros, faltó, en palabras del técnico, fluidez en la circulación de balón, pero también solidez defensiva.
Doce remates recibidos -siete a puerta- ante Uzbekistán, tres remates -uno a puerta- ante República Dominicana, y 20 remates -diez de ellos a puerta- por parte de Egipto. En total: 35 remates recibidos, 18 a puerta y cuatro goles encajados; una cifra, esta última, que pudo ser aún mayor si Alejandro Iturbe, quien debutaba en los Juegos Olímpicos, no hubiese realizado hasta cuatro paradas de mérito.
Un bajo nivel defensivo que se traslada también a errores individuales. En el primer partido, Pau Cubarsí vio cartulina en el minuto siete tras verse obligado a hacer una falta por un error en la salida de balón, y justo antes del descanso cometió penalti tras no estar contundente en el despeje. Y se quedó en el banquillo para la segunda parte.
Y contra Egipto, Jon Pacheco erró en un pase atrás, sin colocación ni fuerza, y sirvió en bandeja el 0-2 de Egipto.
Dos errores graves de dos de los centrales con más minutos, junto a Eric García. Eso sí, Santi Denia volvió a defender a sus futbolistas tras la derrota ante Egipto.
“A Pacheco le digo que siga. Creo en él. El año pasado nos dio mucho en el Europeo y por eso está aquí. Seguimos creyendo en él, como cuando hablábamos de Cubarsí. Estoy encantado con Jon y verás cómo nos va a seguir dando mucho”, declaró.
Unos malos números a nivel defensivo con los que los precedentes no son nada halagüeños. Desde que se instauró que el fútbol fuera sub-23 en los Juegos Olímpicos, en Barcelona 1992, solo una selección ha logrado colgarse la medalla de oro al cuello tras encajar cuatro goles en la fase de grupos: Camerún, en Sídney 2000; torneo en el que encajó cuatro en la fase de grupos, uno en cuartos de final, uno en semis y dos en la final.
Es más, de ocho ediciones, solo otras tres selecciones han ganado el torneo encajando los mismos o más goles de los que suma España; claro que con tres partidos más disputados, incluyendo prórrogas: Brasil en Tokio 2020 con cuatro -tres en fase de grupos, ninguno en semis y cuartos y uno en la final-; México en Londres 2012 con cuatro -ninguno en fase de grupos, dos en cuartos, uno en semis y uno en la final-; y Nigeria en Atlanta 1996 con seis -uno en fase de grupos, ninguno en cuartos, tres en semis y dos en la final-.
Esa es la premisa de Santi Denia, el aspecto a mejorar de su equipo para llegar lejos, al menos a la lucha por las medallas, para la que tendrá que superar a Japón, selección que cerró la fase de grupos marcando siete goles y sin recibir ningún tanto.
La única, junto a Francia, que ha conseguido meterse en cuartos de final sin encajar gol; mientras que España, con cuatro, se une a Estados Unidos, también con cuatro, y Paraguay, son siete, marcada por la goleada 5-0 recibida ante Japón en el debut, en un partido en el que jugó desde el minuto 25 con un futbolista menos, como las selecciones en cuartos con más goles recibidos.
Y en tantos anotados, España, con seis, está entre las mejores -solo superada por Japón y Francia con siete-, a pesar de no generar más ocasiones que sus rivales en dos de los tres partidos de la fase de grupos.
Frente a Egipto -19 a 20- y Uzbekistán -9 a 12-, los de Santi Denia se marcharon del terreno de juego sin dominar en el ataque. Ni en el juego, ya que la posesión -53% a 47% y 50% a 50%-, una seña de identidad de España para ser superior a sus rivales, tampoco le sonríe.
Datos que no favorecen a España en su lucha por las medallas, con el objetivo de repetir el oro de Barcelona 1992 en el horizonte, pero Santi Denia se mostró confiado.
“Yo sigo creyendo en ellos, me toca recuperarlos y convencerles de que tenemos que jugar mejor al fútbol”, aseguró.
Mensaje positivo del técnico antes de partir a Lyon para enfrentarse a Japón en los cuartos de final, con un pase a semifinales en juego que asegura la lucha por las medallas. EFE
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