El bajo perfil que mantuvo Ismael El Mayo Zambada a lo largo de su vida criminal -a pesar de ser uno de los fundadores del Cártel de Sinaloa- fue un factor clave para que se conocieran pocos detalles de su trayectoria delictiva, situación que prevalece aún después de su captura, pues a casi tres semanas de su arresto en Nuevo México, no hay una versión sólida sobre cómo llegó a suelo norteamericano y si se trató de una entrega pactada o de una detención.
En la entrevista con Julio Scherer reveló que inició en el mundo del narco a los 16 años y lo que pensaba respecto a su posible captura o muerte: “nada cambia”. Gracias al diario de su hijo Vicente Zambada Niebla -retomado en el libro El Traidor de anabel Hernández- conocimos que El Mayo Zambada no era un hombre de armas, que fue su cuñado (Niko) quien lo inició en el trasiego de drogas hacia California y que fue él -no el Chapo Guzmán- el verdadero líder del Cártel de Sinaloa.
Otros detalles de su vida fueron revelados por el periodista Jesús Blancornelas en el libro El Cártel; en el texto se aborda la historia y el ascenso al poder criminal de la familia Arellano Félix; sin embargo, en el camino relata algunos pasajes que incluyen la guerra entre Ramón y El Mayo Zambada.
Al estilo Mayo Zambada
Jesús Blancornelas retoma dos asesinatos con características similares y que fueron identificados como el “sistema” utilizado por El Mayo Zambada para asesinar a sus rivales.
En 1996, en el entonces Distrito Federal, Marco Antonio Fernández Margáin -hijo importantes de empresarios de Tijuana- había asistido con otros amigos empresarios a la discoteca La Llorona, pero a la salida varios pistoleros le cerraron el paso al vehículo en que viajaba la víctima y se lo llevaron.
Su cuerpo apareció días después en la zona de Perisur: estaba encobijado y atado de pies y manos; los exámenes periciales comprobaron que sus asesinos lo torturaron, lo ahorcaron y le destruyeron el cráneo a batazos.
POLITICA
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Álvarez Machaín y El Mayo Zambada
El segundo caso involucra a un joven apodado “El Bóiler” pero que llevaba por nombre Alfredo Brambila Álvarez: perteneciente a la lista de narcojuniors que trabajaban para los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix, exlíderes del Cártel de Tijuana.
Jesús Blancornelas escribió que “El Bóiler” traficaba cocaína que le surtía Everardo “Kitty” Páez, pero por problemas económicos dejó de pagar y acumuló una importante deuda; para escapar de sus acreedores viajó a Guadalajara y -grave error- comenzó a traficar desde la capital de Jalisco sin el consentimiento de los Arellano Félix.
“El Bóiler” fue levantado por pistoleros de Ramón y Benjamín cuando regresó a su casa de Tijuana en septiembre de 1994; sus asesinos lo torturaron, lo ahorcaron, le arrancaron la piel de la cara y le destrozaron el cráneo a batazos. De manera oficial se adjudicó el crimen a “gente del Mayo Zambada”, pues era el mismo “sistema” utilizado para acabar con otros de sus rivales.
Es cuando menos curioso que “El Boiler” haya sido sobrino de Humberto Álvarez Machaín, el ginecólogo acusado de participar en el asesinato de Enrique “Kiki” Camarena” en 1985 y a quien agentes de la DEA, policías mexicanos y exmilitares habrían secuestrado en 1999 y trasladado a Estados Unidos. Una estrategia similar a la difundida 25 años después por el abogado del Mayo Zambada –según algunas versiones periodísticas- para nublar el caso y crear incertidumbre respecto a cómo llegó el exlíder del Cártel de Sinaloa a Nuevo México. Los detalles sobre su vida en libertad y en prisión, siguen siendo un misterio.
