Contar hasta 10, practicar la meditación o hacer yoga son algunas vías sanas para reducir nuestros niveles de agresividad. Lo que no se sabía es que la dieta también juega un papel fundamental en el control de la ira. Así lo ha comprobado un grupo de investigadores de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), que han demostrado que el consumo de ácidos grasos omega-3 puede reducir la agresividad.
Los omega-3 están disponibles tanto en forma de suplementos dietéticos en cápsulas de aceite de pescado como presentes en alimentos como el pescado o los frutos secos. Algunos estudios previos ya habían vinculado estos ácidos grasos con una prevención de la esquizofrenia y cierta relación directa entre lo que comemos y lo que ocurre en nuestro cerebro.
El estudio actual, publicado en la revista Aggression and Violent Behavior, se basa en un metaanálisis de 29 ensayos con un total de 3.918 personas, en quienes se observó un efecto a corto plazo de los omega-3 en sus niveles de agresividad: hasta un 28% menos. Los participantes se encontraban en edades comprendidas entre los 16 años y mayores de 60.
“Creo que ha llegado el momento de implementar la suplementación con omega-3 para reducir la agresividad, independientemente de si el ámbito es la comunidad, la clínica o el sistema de justicia penal”, afirma el neurocriminólogo Adrian Raine. “El omega-3 no es una solución mágica que vaya a resolver por completo el problema de la violencia en la sociedad. Pero ¿puede ayudar? Basándonos en estos hallazgos, creemos firmemente que puede ayudar y que deberíamos empezar a actuar en función de los nuevos conocimientos que tenemos”, continúa.
La investigación ha observado que estos ácidos grasos no solo reducen la agresión reactiva (que es la que se da en respuesta a una provocación), sino también la proactiva (un comportamiento planificado de antemano). Pese a que se necesitan más estudios y más prolongados en el tiempo, este descubrimiento abre la puerta a futuros investigaciones sobre el comportamiento. La razón detrás de todo esto, se cree, es que el omega-3 disminuye la inflamación del cerebro.
Alimentos ricos en ácidos grasos omega-3
Los pescados grasos, como el salmón, la trucha, el atún y las sardinas, son algunas de las fuentes más conocidas y concentradas de estos ácidos grasos omega-3. Son cruciales para la salud cardiovascular, ya que ayudan a reducir los niveles de triglicéridos en la sangre y a mantener la elasticidad de las arterias, promoviendo así la circulación sanguínea saludable y la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas.
Por otro lado, los alimentos vegetales ricos en omega-3 incluyen las semillas de chía, las nueces, las semillas de lino y el aceite de linaza. Aunque el ácido alfa-linolénico (ALA, un tipo de omega-3) no tiene los mismos efectos directos que el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), el cuerpo humano puede convertir parte del ALA en estos ácidos grasos más beneficiosos. Además, los omega-3 vegetales son importantes para la salud general y pueden ayudar a mantener una función cerebral óptima y a reducir la inflamación en el cuerpo.