Hace aproximadamente 100 millones de años, durante el período Cretácico, las hormigas tenían estructuras microscópicas de comunicación muy parecidas a las de sus descendientes y parientes modernos, según hallazgos de un estudio publicado recientemente en la revista científica Scientific Reports.
La publicación de los resultados es la culminación del trabajo de un equipo de investigadores de las universidades de Hokkaido y Fukuoka, en Japón y científicos del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, Estados Unidos, según reportes de la agencia de noticias EFE.
Se centraron en un grupo de hormigas de la especie extinta conocida como Gerontoformica gracilis. En dicho fósil los animales estaban conservados unos muy cerca de otros; lo que le sugirió a los investigadores un comportamiento social que no podían justificar.
Tal conducta es considerada por los científicos como la “forma biológica de cooperación más compleja y avanzada”, debido a que requiere de comunicación con otros individuos.
Las hormigas antiguas también eran sociales
El comportamiento social avanzado, según lo detallado por los científicos en su estudio titulado “Evidencia sensorial de comunicación compleja y sociabilidad avanzada en las primeras hormigas”, es algo complejo y permitió que distintos animales como hormigas o abejas dominaran sobre especies solitarias durante el Cenozoico.
Al día de hoy se sabe que eran capaces de esto gracias a que poseían órganos especiales dedicados a la comunicación.
Las hormigas modernas dependen de este tipo de comunicación para diferentes cosas como cazar, defenderse y reproducirse y lo logran mediante la detección de feromonas utilizando órganos sensoriales llamados sensilas antenales ubicados en sus antenas, según EFE.
Al encontrarse conservadas en ámbar, los científicos encontraron un problema: las técnicas de imagenología tradicionales no funcionarían y no serían capaces de apreciar las estructuras microscópicas debido a las propiedades de dispersión de luz de la resina fósil.
Ante esta problemática, Ryo Taniguchi y su equipo desarrollaron una técnica denominada microscopía confocal de barrido láser (CLSM) que consiste en cortar las antenas y las cabezas de tres ejemplares de Gerontoformica gracilis, esmerilar y pulir el ámbar que las rodea hasta alcanzar un grosor aproximado de 100 micrómetros para después rotar a las hormigas y capturar así las imágenes.
Los fósiles utilizados provenían del estado de Kachin, ubicado al norte de Myanmar y se encuentran depositadas en el Museo Americano de Historia Natural. Uno de ellos contiene una hormiga fosilizada mientras que el otro tiene dos.
La falta de alas y la presencia de picaduras abdominales le sugirió a los expertos que se trataban de dos hembras adultas. Los especímenes fueron considerados por los investigadores como “ideales para reconstruir los sistemas de comunicación” de estos animales durante sus primeras etapas evolutivas.
Muy similares a las hormigas actuales
Una vez capturaron las imágenes, compararon los patrones de distribución de los sensilios de las hormigas extintas con los de las antenas de seis especies modernas pertenecientes a cuatro subfamilias diferentes.
Gracias a esta técnica encontraron cuatro morfotipos de sensilas en las ejemplares de G. gracilis con los que también contaban las hormigas modernas.
Los parientes actuales utilizan dichos sensilares para detectar feromonas de alarma y determinar a nivel molecular si un animal cercano se trata de una amenaza o no, de acuerdo con la agencia de noticias.
De igual manera, descubrieron que las estructuras microscópicas se encontraban en lugares similares en las antenas de todas las especies, extintas y modernas.
Tal hallazgo le permitió al equipo de científicos asegurar que las hormigas de hace 100 millones, que pisaron la tierra durante el período cretácico, pertenecientes al género más antiguo conocido de este tipo de animal, también eran seres sociales.