Los partidos políticos inician este lunes en Francia las difíciles discusiones para nombrar a un nuevo gobierno, después que la izquierda arrebatara inesperadamente la victoria a la extrema derecha en las elecciones legislativas, sin mayoría absoluta.
El presidente francés, Emmanuel Macron, conmocionó a Francia con el sorpresivo adelanto electoral a raíz de la victoria de la extrema derecha en los comicios europeos del 9 de junio, con el objetivo de pedir una “aclaración política” a los electores.
Su respuesta fue reconducir los tres bloques surgidos de las elecciones de 2022 –izquierda, centroderecha y extrema derecha– pero con una nueva relación de fuerzas y sin que ninguno logre la mayoría absoluta de 289 diputados.
La coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) obtuvo unos 190 escaños, seguida de la alianza de centroderecha Juntos de Macron (unos 160) y del partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN) y sus aliados (más de 140).
Los líderes del NFP ya aseguraron que están listos para “gobernar”. “Vamos a gobernar”, “la esperanza” generada por la coalición de izquierdas “no puede ser defraudada”, aseguró la líder ecologista, Marine Tondelier.
Emmanuel Macron debe “irse o nombrar a un primer ministro” del Nuevo Frente Popular, afirmó de forma más expeditiva Jean-Luc Mélenchon, el veterano líder de La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical), primer partido de la coalición.
Pero para gobernar necesitarán una mayoría y, en el seno de esta coalición que abarca desde socialdemócratas a anticapitalistas, sus integrantes discrepan sobre la actitud a adoptar ante posibles alianzas parlamentarias.
“Vamos a tener que comportarnos como adultos”, expresó Raphaël Glucksmann, símbolo del ala socialdemócrata del NFP, para quien “dialogar” es “un cambio de cultura política” en una Francia poco acostumbrada al parlamentarismo.
El partido de derecha Los Republicanos (LR), que logró mantener unos 60 diputados después que una parte pactara con la extrema derecha, ya aseguró que “no habrá ni coalición ni compromiso” por su parte.
“La marea sigue subiendo”
Tras una tensa campaña, en la que Macron acusó a LFI de “antisemita” y “antiparlamentario”, su alianza de centroderecha tiene difícil apoyar a un gobierno que incluya a este partido o incluso llegar a acuerdos con él.
El programa del NFP también incluye varias líneas rojas para la alianza oficialista y para la derecha, como la derogación de la impopular reforma de las pensiones de 2023 y la aprobación de un impuesto a las grandes fortunas.
Edouard Philippe, ex primer ministro y aliado de Macron, llamó a las fuerzas políticas a “favorecer la creación de un acuerdo”, pero sin RN ni LFI, ya que una “ausencia de mayoría y de gobierno expondría a Francia” a “temibles peligros”.
A la espera de un eventual acuerdo, el primer ministro, Gabriel Attal, quien debe presentar este lunes su dimisión, aseguró que está dispuesto a continuar “mientras el deber lo exija”, a menos de tres semanas de los Juegos Olímpicos de París.
Pero el proceso podría llevar tiempo. Macron ya anunció que esperará a ver cómo se “estructura” la Asamblea Nacional, que se instalará el 18 de julio, para decidir a quién nombra como próximo primer ministro, según la Presidencia.
Aislada y derrotada, gracias al “frente republicano” que tejieron en la segunda vuelta la izquierda y la alianza oficialista, la extrema derecha podría convertirse en la principal fuerza de oposición durante la próxima legislatura.
“La marea sube. Esta vez no ha subido lo suficiente, pero sigue subiendo y, en consecuencia, nuestra victoria solo se ha aplazado”, advirtió la líder ultraderechista Marine Le Pen, que espera alcanzar la presidencia de Francia en 2027.
(AFP)