Los bajos niveles de agua en el sistema de embalses que abastece a la capital del país sigue siendo una preocupación a nivel nacional que se ha incrementado después de las advertencias de la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca sobre una recuperación lenta del líquido vital.
De hecho, el presidente Gustavo Petro usó su cuenta de la red social X para exponer dos de las posibles causas que tienen a Bogotá bajo un estricto régimen de racionamiento de agua, pues los embalses del sistema Chingaza siguen por debajo del 20% de ocupación.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.
“Todos los datos muestran que los embalses de Chingaza se venían deteriorando hace años y que el impulso de su deterioro viene de la urbanización excesiva y del deterioro de la selva amazónica”, comentó el mandatario.
Además, el presidente Petro aseguró que la normalidad en el abastecimiento solo podrá volver si desde la administración distrital, además de las entidades ambientales encargadas de la cordillera central, se toman acciones conjuntas para garantizar la reforestación y evitar el deterioro de los ecosistemas que contribuyen a la captación de agua a nivel nacional.
“La recuperación no va a ser rápida y dependerá de disminuir estructuralmente el consumo de agua en la Sabana y de revitalizar la articulación de la selva con la cordillera oriental”, concluyó el mandatario en su publicación.
La reacción de Gustavo Petro se da después de que se conocieran los niveles decrecientes de los embalses de Chuza y Tominé, situados en la región de Cundinamarca, que generaron una alerta crítica sobre la posible continuidad del racionamiento de agua, según alertó la CAR Cundinamarca.
Y es que a pesar de las recientes precipitaciones en Bogotá y algunos municipios de La Sabana durante la última semana de abril, estas no han sido suficientes para revertir la tendencia decreciente en los niveles de agua de estos embalses, esenciales para el suministro hídrico en la zona.
Alfred Ignacio Ballesteros, director de la CAR, señaló que el contraste entre la cantidad de agua extraída y la insuficiente recarga ha llevado a esta situación crítica. “Esta curva descendente significa que es más el agua que les estamos extrayendo que la que les está ingresando a embalses como Chuza y Tominé”, explicó Ballesteros.
Añadió que las escasas precipitaciones han afectado especialmente las áreas de recarga natural de estos embalses, situadas en las cuencas altas y páramos, zonas vitales que no han recibido la lluvia necesaria para una recuperación significativa de los niveles de agua.
La problemática se extiende a la eficacia de las precipitaciones reportadas. Aunque han ocurrido lluvias, estas no han impactado las zonas clave que alimentan los sistemas de Chuza y Tominé, lo que ha resultado en un ingreso diario insuficiente para contrarrestar el déficit hídrico. Según análisis de la CAR, para rellenar el embalse de Chuza sería necesario un aporte continuo de al menos 30 metros cúbicos por segundo sin extracciones durante cerca de cuatro meses, un escenario que se considera actualmente optimista y poco factible.
Este déficit hídrico pone en jaque el objetivo de estabilización del 20% para el Sistema Chingaza, según destacó Ballesteros. “Claramente no será posible cumplir la meta de 20% de estabilización en el Sistema Chingaza pues allí persiste la situación de escasez por la ausencia de lluvias en el páramo y subpáramo donde deberían presentarse”, manifestó el director.
Los niveles actuales reflejan esta urgencia, con el agregado Norte (Neusa, Sisga y Tominé) en 53,18%, el Sur (Chisacá y La Regadera) en 49,70%, y el preocupante Sistema Chingaza (San Rafael y Chuza) que apenas alcanza el 17,07%. Además, Ballesteros hizo hincapié en la importancia de no disminuir las medidas de ahorro y conservación del agua, aun en presencia de lluvias esporádicas en Bogotá y La Sabana.